* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
No es la primera vez que dedico uno de mis escritos a hablar de esta gran novela, El Principito, que para mí significó profundizar en la verdadera esencia de las personas.
Durante un curso escolar, unas horas a la semana, traté junto a mis alumnos temas muy profundos de esta historia que nos muestra un mundo paralelo a nuestra realidad.

Mural hecho en mi tutoría de cuarto curso de Primaria con la colaboración de alumnos y familiares.
Lo que me quedó claro es que en cualquier momento de la vida podía volver a retomar su lectura, introduciéndome entre sus páginas y reflexionando sobre los contenidos y las enseñanzas que se pueden encontrar en esta obra literaria.

Figura, hecha con plastilina, de El Principito, la rosa y el zorro (algunos de los protagonistas principales de esta novela).
Cuando uno busca sacar lo mejor de sí mismo, su lectura nos ayuda a conocernos más y a comprender mejor a los otros. Así que por qué no seguir su ejemplo e internarme en ella, trabajando algunos de los aspectos importantes que suceden en el día a día, en el aquí y ahora.
En estos tiempos que corren en los que las pequeñas cosas pasan inadvertidas y se le da gran importancia a lo material y efímero, tendríamos que centrarnos más en la bondad y el amor, ambos sentimientos invisibles, pero que tienen el poder de cambiar el mundo.

Exposición de libros de El Principito.
Tengo ante mí un punto de libro de plata que mis alumnos me regalaron cuando hicimos una representación de esta gran obra clásica de Saint-Exupéry y que reza así: “Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”.
Es un privilegio contar con este recuerdo que mantiene viva mi memoria, mostrándome que lo esencial no se revela simplemente mirando con los ojos físicos, sino mediante una percepción más profunda y una comprensión que trasciende lo visible.

Dibujo, hecho por una alumna con ayuda de un familiar, de El Principito.
Ojalá que nunca perdiéramos esa habilidad de niños para disfrutar las cosas en toda su esencia, sin juicios y sin necesariamente coincidir con los demás, sólo aprendiendo cómo el otro vive su existencia, dejándole ser y siendo, continuando nuestro camino si no hay más que hacer.

Placa de plata con una de las frases más emblemáticas de esta novela.
De nuevo, vuelvo a vivir un sinfín de sensaciones que pude experimentar junto con mis alumnos. Ellos fueron, en cierto modo, los que hicieron que esta historia sobrepasara las líneas del libro y todos, un poco, nos adentráramos en nosotros mismos, buscando la esencia de la vida.

Imagen de dos personajes de El Principito: el rey y el contador de estrellas.
Quiero constatar a través de mis palabras que, como expreso en el título, El Principito es un libro para toda la existencia y me acompañará siempre en mi crecimiento personal.

Libro con imágenes en relieve de El Principito.