* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Del viaje a los pueblos del Baix Empordà, me encantó la visita al castillo de Púbol. Había estado en dos ocasiones en la puerta y en ambos casos estaba cerrado. Antes de entrar esta vez, miré por internet cómo era su interior y realmente no me decepcionó en absoluto cuando recorrí sus salas, las cuales conservan la estructura de lo que era el castillo, aunque la idea de Dalí no fue, para nada, restaurar fielmente su historia.
Esta fortaleza, uno de los dominios de los Condes de Barcelona, se levantó para proteger la zona y frenar el avance árabe. Aunque los primeros documentos son del año 1065, lo que vemos ahora es un castillo gótico de principios del siglo XV, con grandes muros, pequeñas ventanas, una única puerta principal, torres, etc.
Dalí le prometió a Gala que le compararía un castillo y así fue, aunque antes de adquirirlo estuvo mirando otros dos. A pesar de su deterioro, creyó que esta opción sería la mejor.

Salón de los escudos con la silla que Dalí diseñó para Gala.
Tal vez el hecho de encontrarse en mal estado le obligó a realizar importantes reformas y, de esta manera, le dio un aspecto totalmente daliniano. Su interior refleja con creces la genialidad del pintor. Gala aceptó gustosa este regalo, aunque no residió allí de forma permanente.
Su interior refleja con creces la genialidad del pintor y Gala aceptó gustosa este regalo

Detalle de una escultura con el busto de Gala.
Pasaba los veranos u otros momentos en los que dejaba Portlligat, en el término municipal de Cadaqués, para disfrutar de su estancia en el castillo que Dalí le había entregado.
Sin embargo, ella le puso una condición, que no podría visitarla si previamente no le enviaba una carta en la que le anunciara su interés por verla.

Cubertería de plata con el nombre de Gala grabado. Dalí lo compró en la joyería Tiffany de NY.
Parece extraño, pero a su esposo no le importaba ese requisito para poder encontrarse con su amada y se prestaba a aceptar esa especie de sumisión ante los deseos de Gala. Acerca de lo referido, transcribo el argumento de este excéntrico personaje que pude leer durante la visita.
“Esta condición halagaba sobre todo mis sentimientos masoquistas y me entusiasmaba. Gala convertía el castillo en el inexpugnable que nunca había dejado de ser. La intimidad y, sobre todo, las familiaridades disminuyen todas las pasiones. El rigor sentimental y las distancias, como demuestra el ceremonial neurótico del amor cortés, aumentan la pasión”.

Cama de Gala.
No sólo me sorprendieron las diferentes estancias de la casa, sino algunas de las obras que él le fue regalando y que están repartidas por todas ellas. El fabuloso ingenio de Dalí se hace patente a lo largo del recorrido. Vale la pena observar todo con detenimiento para no perderse ningún detalle.

Cadillac, coche que se puede ver en el garaje del castillo.
El castillo es una verdadera obra de arte, pudiéndose notar también la huella de Gala: algunos de sus vestidos, las joyas que mandó diseñar y otros objetos, así como una pequeña colección de lazos que ella siempre llevaba.
Una cosa que me llamó la atención especialmente es la enorme cripta donde está enterrada y la historia que nos contaron acerca de su muerte, que sucedió en Portlligat. Los planes del artista fueron trasladar el cadáver de su esposa en su Cadillac hasta el castillo.
Dalí llegó a un acuerdo con los médicos para decir que murió en Púbol. Lo que más me asombró fue que todo estaba preparado para que los restos de ambos reposaran allí y, sin embargo, Dalí fue enterrado en su propio museo de Figueres al morir en el hospital de dicha ciudad.

Cripta donde reposan los restos de Gala.
Antes he hecho alusión al cadillac que, por lo que explicaron, siempre fue conducido por Gala o por un chófer, nunca por el propio marqués de Púbol (título nobiliario creado por el rey de España Juan Carlos I y que ostentó el máximo representante del surrealismo desde el año 1982).

Estanque y fuente del jardín.
Además de éste, se puede ver en el castillo otro coche aparcado, un Datsun 610 anaranjado, ambos difíciles de encontrar en ese momento en nuestro país.
Otro lugar imprescindible de la visita es el jardín, con una vegetación exuberante y estrechos caminos que conducen a un pequeño estanque con una fuente. Es aquí, en este reducto de paz, donde se encuentran rincones románticos con esculturas de elefantes de patas delgadas que les hacen parecer insectos.
De esta manera se refería a su musa y esposa el célebre pintor surrealista catalán: “Gala es el sol, la luna y todas las estrellas en mi universo”.
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