* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Como decía el escritor Émile Zola, “”una obra de arte es un trozo de naturaleza visto a través de un temperamento”. Y Francisco de Goya (1746 - 1828), nos aporta un conjunto de frescos punto de arranque como precursor del impresionismo.
Historia de la ermita
La ermita de San Antonio de la Florida de Madrid fue declarado Monumento Nacional en 1905 y en 1928 se construyó al lado una iglesia idéntica para trasladar el culto y reservar el original como museo. Para entonces la capilla era panteón conmemorativo de Francisco de Goya, pues en 1919 se habían trasladado aquí sus restos desde Burdeos donde había fallecido en 1828.
El 30 de marzo y 16 de abril se celebran misas en honor a Goya, fechas de nacimiento y muerte de Goya. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando organiza estas celebraciones y se encarga del cuidado de la ermita.
Una de las tradiciones más arraigadas en Madrid es su romería a San Antonio de la Florida, que se celebra el 13 de junio y acuden jóvenes que se van a casar.
A lo largo del siglo XVIII las reformas urbanas obligaron a derribar la primitiva ermita de San Antonio de Padua, obra de Churriguera en dos ocasiones y debió construirse en otro lugar. Por orden del rey, el arquitecto Felipe Fontana construyó la nueva ermita entre 1792 y 1798.
Los frescos de Goya
Vista cenital de la Bóveda (de 6 metros de diámetro) de San Antonio de la Florida, obra pictórica de Francisco de Goya.
Goya decoró sus bóvedas con un conjunto de pinturas al fresco que se cuentan entre sus obras maestras. En la bóveda del ábside representó La Adoración de la Trinidad. Sobre la cornisa recorren los paramentos del templo querubines y ángeles femeninos que sostienen cortinajes. La parte de los frescos mas atractivos son los frescos de la cúpula donde representando uno de los milagros de san Antonio de Padua en el que transportado por ángeles a Lisboa (su ciudad natal) por la Gracia Divina hace que un difunto conteste a las preguntas del juez y confirme la inocencia del padre del santo, quien había sido acusado de crimen. La cúpula tiene 6 metros de diámetro.
Las figuras del difunto, los padres del santo y el propio santo están distribuidos por la cúpula. Se consigue la ilusión de encontrarse a cielo abierto. El pueblo de Madrid observa el milagro y charlan apoyados en una barandilla aportando grandes dosis de realismo.
Utilizó una pincelada suelta y enérgica con manchas de luz y color y fuertes contrastes a modo de una aplicación preimpresionista que hizo de esta obra la cumbre de su pintura mural. Trabajó con Asensio Julià (Valencia 1753-Madrid 1832).
Como dice Pita Andrade, “lo devoto ocupa un plano secundario, ya que mas importante que el tema de la cúpula que es “la resurrección de un hombre para que testifique la inocencia del padre del santo acusado de darle muerte”, es la efusión de color aplicado a veces a base de pinceladas disociadas y enérgicamente contrastadas siendo magistrales los estudios de expresión de personajes de las bóvedas. El bocetismo, motivo de critica en su obra del Pilar, fue algo que al correr de los años dará lugar a estupendas novedades que anunciaron tendencias pictóricas del siglo XX”.
Se han descrito influencias de Antonio Allegri da Correggio (1489-1534) autor de la bóveda del coro de la catedral de Parma y Andea Mantegna (1431-1506) autor del Tránsito de la Virgen para la capilla del palacio ducal de Mantua. Una barandilla facilita la observación del milagro. También niños que juegan, en peligro de caer sobre la ermita.
Detalle de la barandilla, en el fresco de Goya.
En la parte baja de la decoración surgen ángeles de gran belleza y carácter femenino que realmente no suponen una novedad pues ya en la sobrepuerta de la Cartuja Aula Dei encontramos esos ángeles femeninos de alas polícromas y en el caso de San Antonio de la Florida, envueltos en deslumbrantes vestiduras.
Detalle del fresco de Goya en San Antonio de la Florida.
En el cascarón de la cabecera con mas riqueza cromática vuelve a recrear La Adoración del Nombre de Dios de la bóveda del Coreto en la basílica del Pilar. Hay una figura singular en este conjunto que es el llamado “Desdentado”, que podría ser un pastor un pastor turbado por la escena milagrosa a la cual asiste. La factura de este detalle presenta un gran vigor pictórico.
Como dice Lafuente Ferrari “a nivel religioso , pintó con dificultades y rebeldías pero ha dejado testimonios valiosísimos que permiten subrayar contrastes y enfoques diferentes en función de la época y del estado anímico del artista”.
Goya se aleja paulatinamente del criterio neoclásico en el que se educó, acercándose a pasos agigantados al romanticismo .Busca caminos propios.
José Camón Aznar (1898-1979) escribe así sobre el expresionismo en Goya: “El expresionismo creemos que es en Goya su modalidad mas genial y su aportación mas original. Goya es el primero que se atreve a representar todos estos gestos , esas tentaciones arrebatadas, todas esas turbulencias monstruosas, que fermentan en el alma, y las plasma en su mas vociferante malignidad”.
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