“El tenis es un reto constante que me mantiene vivo”
Jan Güixens Mallofré
A sus 84 años, demuestra que la vitalidad no depende de la edad, sino del propósito, como alma fundadora de la escuela del Club Tennis Barà y como el 'Sinatra catalán' de la música: “Nunca es tarde para aprender”, afirma
* El autor forma parte de la comunidad de lectores de Guayana Guardian
A lo largo de su vida, Jan Güixens Mallofré ha sabido conjugar esfuerzo, pasión y generosidad en cada uno de sus caminos: la banca, el tenis, la música y, por encima de todo, la familia. A sus 84 años, sigue demostrando que la vitalidad no depende de la edad, sino del propósito. “El tenis es un reto constante que me mantiene vivo”, afirma. Con los pies firmes en la pista y el alma en clave de sol, Jan es el reflejo de una vida vivida con sentido, entrega y alegría. Un hombre discreto que, sin buscarlo, se ha convertido en referente.
Jan Güixens Mallofré, en la plaza Francesc Macià y el carrer dels Trulis de El Vendrell, Tarragona, escenario de sus juegos de infancia junto a sus amigos del barrio. Al fondo, el campanario de la parroquia de Sant Salvador, testigo silencioso de sus primeros recuerdos y del inicio de una vida marcada por el esfuerzo, la pasión y el arraigo a su querido pueblo.
Jan, ¿qué tiene el tenis que le sigue atrapando tanto después de tantos años?
Creo que el tenis, al igual que la música, es una forma de expresión. Me sumerge en él aquí y ahora: me mantiene concentrado y me hace sentir útil, convencido de que puedo transmitir enseñanzas valiosas tanto a jóvenes como a adultos. Es un deporte tan exigente como satisfactorio, especialmente cuando ves cómo tus alumnos crecen no solo en lo deportivo, sino también en lo humano. Cada entrenamiento es distinto, cada jugador trae su propio ritmo; es un reto constante que me mantiene vivo.
Y eso que usted venía de una carrera larga y exigente en el mundo de la banca. ¿Cómo logró equilibrar esas cuatro grandes pasiones: el trabajo, la familia, el deporte y la música?
Fue un equilibrio delicado, pero absolutamente necesario. El tenis y la música eran mis válvulas de escape, mis espacios de conexión personal. Piense que cuando entro en una pista de tenis me olvido de todo lo demás, me concentro de tal forma en ver lo que le conviene más al alumno que está conmigo que en este momento no existe nada más importante para mi, igual me pasa con la música, al interpretar una canción me concentro en ella y la siento mía y procuro interpretarla tal como la siento. Todo ello me ayudaba a desconectar de las exigencias del día a día y, al mismo tiempo, a reencontrarme conmigo mismo. La banca, en cambio, me aportó estructura, disciplina y una forma de pensar que, curiosamente, me ha servido mucho también como entrenador. Y todo eso, sin el apoyo y la presencia constante de mi familia, no hubiera sido posible.
La banca me aportó estructura, disciplina y una forma de pensar que me ha servido mucho como entrenador
¿Qué aprendió en el mundo financiero que le ha servido como entrenador?
La importancia de la planificación, de saber escuchar porque es escuchando cuando se aprende ya que cuando hablas solo dices lo que anteriormente has aprendido y de tener mucha paciencia y sobre todo empatía con las personas con las que tratas. Tanto en el tenis como en las finanzas, no puedes improvisar todo el tiempo. Hay que tener una estrategia, un guión y saber cuándo adaptarse, lo de adaptarme es un poco complicado para mí, ya que soy muy exigente conmigo mismo y también lo soy con mis alumnos, lo que a veces crea alguna que otra tirantez.
Jan Güixens Mallofré, alma fundadora de la escuela de tenis del Club Tennis Barà.
¿Y cómo llega uno a entrenar a una campeona mundial como Magda Gual?
Con constancia, respeto y mucho trabajo compartido. Magda es una luchadora nata. Tiene una mentalidad increíble. Pero detrás de eso hay muchas horas de pista, conversaciones, complicidad. Ha sido y es un placer acompañarla. Yo la conocí cuando tenía 15 años y solo verla correr y su actitud entendí que tenía una joya la cual era necesario pulir para que resplandeciera.
¿Diría que se entrena diferente a un jugador senior que a un joven promesa?
Sí, aunque el enfoque es el mismo: motivar, hacer crecer, respetar el ritmo de cada uno. Pero claro, la preparación física, la gestión del esfuerzo y el tipo de objetivos cambian.
¿Cómo es el ambiente en La Lira Vendrellenca?
Muy familiar. Es una entidad con una historia preciosa, nacida en 1889, dedicada a educar en el canto y difundir ampliamente la lengua y la cultura catalana y por ese motivo ha sido premiada con la Creu de Sant Jordi. En 2012 tenía 23 secciones dedicadas a llevar a cabo diversas actividades culturales, sociales y deportivas. Es un punto de encuentro para todos los habitantes de la villa. Hay valores muy sólidos aquí.
Qué cree que le diría aquel niño del Vendrell que empezó a tocar música y jugar al tenis, si lo viera hoy?
Quizás me diría: “¡Vaya cambio, Jan! Recuerdo a aquel chaval de siete años que al quedarse sin padre tras la guerra, pasó los días de payés con su abuelo hasta los catorce. Luego, tras la valentía de tu madre —viuda y con recursos limitados— de matricularte en la Academia Almi, te vi aprender música con esfuerzo. A los catorce años, trabajando como impresor para ayudar en casa; a los diecinueve, el boom del turismo te llevó a abrir, junto a tu hermana, una tienda de comestibles para sostener a la familia. A los veintiuno, el servicio militarla obligatorio en caballería en Barcelona y esos martes y jueves entrenando con el equipo amateur del Barça en Les Corts, cambiando la indumentaria en el Camp Nou… Y luego, a los veinticuatro, aprobar las oposiciones al Banco de Vizcaya en El Vendrell, el punto de inflexión que lo transformó todo. Más tarde, a los treinta, descubriste el tenis; y a los cincuenta, el solfeo y el teclado. ¡Una vida tan rica en experiencias y siempre en ascenso!”
¿Cuál fue su primera raqueta?
Una Dunlop de madera, heredada de un amigo. Pesaba una barbaridad. Pero con esa raqueta aprendí lo esencial: a adaptarme, a hacerla mía y a no rendirme. Y debido a esta afición empecé una colección de raquetas que actualmente está en las 300 unidades de todas las marcas y algunas de ellas de grandes jugadores como Ivan Lendl, John McEnroe, Andre Agassi, Manolo Santana, Manuel Orantes, Rafa Nadal, Alberto Berasategui, Ángel Giménez, etc. Etc. Invito a todos los aficionados al tenis a visitar mi colección.
Mi colección de raquetas tiene ya 300 unidades y algunas de ellas de grandes jugadores como Ivan Lendl, John McEnroe o Andre Agassi
Jan Güixens Mallofré, con su colección de raquetas.
¿Qué momento recuerda con más cariño en su trayectoria como entrenador?
Uf, hay muchos… sobre todo con mis hijos y nietos, ver cómo se les ilumina la cara, que es esa cara de un niño pequeño cuando abre los regalos que le han traído los Reyes Magos. Ver cómo consiguen sus logros, bien en el deporte, en sus aficiones artísticas, en los estudios o bien en el trabajo, es algo que se te queda grabado para siempre.
Me han contado que cada año prepara un CD o un pendrive con canciones que usted interpreta y lo regala a sus amigos. ¿Qué significado tiene para usted ese gesto?
Es un acto de cariño, una manera de decirles a mis amigos que están presentes en mi vida, que los respeto y es una forma de agradecerles la amistad que me regalan. Grabar esas canciones es un proceso muy personal, y compartirlo es como entregarles una parte de mí. La música tiene ese poder de unirnos, de generar recuerdos, de hacernos sentir cerca incluso en la distancia. Para mí, es un homenaje a la amistad, a los afectos que construimos con el tiempo y que vale la pena seguir cultivando.
Además, ha colaborado en un programa de radio.
Durante siete años —seis meses al año, colabore con en un programa quincenal en Radio Vendrell La Calaixera, magistralmente dirigido por mi gran amigo Pere Sallent. En el concurso ponía el playback de alguna de mis canciones y los oyentes llamaban para adivinar de cuál se trataba. Al ganador le regalaba uno de mis discos.
Jan, después de que Joan Reig, batería de Els Pets y jurado en un programa de TV3, que presentaba Albert Homs, lo llamara el “Sinatra catalán”, ¿qué significa la música para usted y qué le ha aportado personalmente?
La música ha sido siempre una parte esencial de mi vida, casi como una necesidad interior. Tocar el teclado y cantar me permite expresar lo que a veces las palabras no alcanzan a decir. En el escenario, ya sea en solitario o junto a Alba Raventós (compañera de muchos años en los escenarios), se crea una energía muy especial, una conexión emocional difícil de explicar. La música me ha regalado momentos de alegría profunda, de introspección, y sobre todo, de comunión con quienes me escuchan. Es un lenguaje universal que me ha permitido compartir emociones, acompañar, celebrar la vida, y construir vínculos humanos muy auténticos. Para mí, hacer música es ofrecer algo sincero desde el alma.
Jan Güixens Mallofré, frente a su equipo de grabación en su casa de El Vendrell.
¿Y qué le sigue emocionando hoy?
Ver cómo progresan los chicos, que crecen con valores, que se respetan entre ellos, construyen amistades genuinas, actúan con ética y practican la tolerancia. También me emociona poder compartir charlas como esta. La vida, cuando se vive con pasión, siempre guarda algo nuevo y valioso para ofrecer.
¿Cómo vive su día a día actualmente?
Con calma, pero con ritmo. Me levanto pronto, voy a la escuela de tenis, entreno, charlo con los amigos, toco algo de música, paso tiempo con mi familia, mis amigos… No me sobra el tiempo, pero me llena.
¿Qué le diría a alguien que tiene 60, 70 u 80 años y piensa que ya es tarde para hacer algo nuevo?
Le diría: empieza hoy. El tiempo es una excusa. Siempre es buen momento para aprender, para jugar, para seguir soñando, para tener una buena salud e incluso diría que te cambia el carácter y pasa de negativo a positivo.
El tiempo es una excusa, siempre es buen momento seguir soñando
¿Cuál cree que es el secreto de una vida plena?
Ser fiel a lo que uno ama. No perder el sentido del humor. Y rodearse de buena gente. No hay fórmula mágica, pero eso ayuda mucho. Y lo más importante es saber que has ayudado a muchísimos jóvenes y no tan jóvenes a crecer jugando al tenis y al haber contribuido a rememorar sentimientos a muchas personas con mis canciones y mis discos.
¿Tiene algún sueño pendiente?
Seguir disfrutando de lo que hago. Mientras tenga salud, seguiré en la pista… y quizás componiendo escenarios con algunas canciones. Nunca es tarde para eso.
Podría compartir con los lectores alguna de sus múltiples anécdotas?
Hay muchas anécdotas que recuerdo con cariño, pero hay algunas especialmente significativas. Una de ellas fue en 2009, cuando pasé un casting para actuar en directo en TV3. Fue una experiencia emocionante, que viví con mucha ilusión. A raíz de regalar uno de mis discos, a Elvira Vázquez, surgió otra bonita historia. En un par de ocasiones había actuado en su chalet de Barà y me propuso participar en un proyecto para organizar actuaciones vermut en el mítico Music Hall del Molino. Al final el proyecto no se concretó, pero solo el hecho de haber sido considerado para algo así ya fue muy especial para mí.
Otra anécdota que guardo con mucho aprecio ocurrió en 2017, cuando tenía 76 años. Estaba dando clase en mi escuela de tenis y se me acercó Carlos González Arévalo, profesor del INEF (Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña). Me dijo —literalmente— que me tenía envidia por la energía con la que entrenaba a mis alumnos, como si fuera el primer día, y por los valores que transmitía en cada sesión. Que alguien con su trayectoria profesional me dijera eso, me llenó de autoestima. Son pequeños regalos que te da la vida y que confirman que lo estás haciendo bien.
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