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Quim Vila: “Meter el vino en el saco de las drogas químicas es un error”

Quédate a comer

Desde su mirada como vendedor y distribuidor, este emprendedor del mundo del vino analiza cómo ve el sector de la gastronomía

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El distribuidor de vinos Quim Vila

Xavier Cervera

Estrenamos nueva temporada del podcast Quédate a comer y lo hacemos con un personaje del mundo del vino, Quim Vila, que hace más de treinta años convirtió el colmado barcelonés de su familia en lo que hoy es una de las tiendas y distribuidoras de vino más reputadas del país. Junto a su socio Siscu Martí, Vila ha impulsado el principal concurso de cata a ciega por parejas, o la venta de vinos a la avanzada, que no era común en España. Y no solo ha contribuido a posicionar algunas bodegas en el mundo, sino que se ha unido a algunos elaboradores para crear exitosos proyectos.

En este episodio, el número 101 de Quédate a comer,  Vila cuenta cómo fue su infancia, cómo descubrió la pasión por el vino, sector al que se volcó por completo cuando dejó sus estudios de Arquitectura, o sobre el ejemplo que ha tenido en sus padres y sus abuelos. 

Restando importancia a su papel a la hora de situar en el mapa algunos vinos por los que apostó desde sus inicios, afirma:  ”yo tuve la suerte de empezar a trabajar en el mundo del vino en plena revolución de los años 80, una revolución  única en el mundo del vino y también en el mundo de la gastronomía. Tuve la suerte de estar allí con una generación de jóvenes bodegueros, que impulsaron ese cambio definitivo”. Para Vila, aunque históricamente hubo grandes enólogos y personajes que habían hecho mucho por el vino, “esa nueva generación, que ahora está rondando los 60 años, es la que empujó y la que hizo que zonas como el Priorat, que no se conocían, hoy sean de las de mayor prestigio internacional. Esas generaciones inventaron los nuevos vinos de Rioja con más fruta, la nueva Ribera del Duero y las que empezaron a revolucionar también otras zonas como Galicia o Rueda”.

Creo que no hemos sabido unirnos  a esa revolución de los chefs, y que el vino español aún estaría a un nivel más alto si lo hubiéramos hecho”

Para nuestro  invitado,  el sector del vino no aprovechó en su momento como hubiera podido hacer la revolución que se impulsó desde España en la gastronomía.  “Creo que no hemos sabido unirnos a esta revolución de los chefs, y que el vino español aún estaría a un nivel más alto si hubiéramos ido de la mano de esta revolución de los grandes cocineros”. 

Pero también considera que el hecho de que esos grandes chefs no abrieran muchos restaurantes fuera del país, como  sí hicieron los franceses, nos ha privado de tener esas embajadas de los productos propios que pueden ser los grandes restaurantes. “Esos restaurantes son embajadas del país y aunque los propietarios o los chefs no sean franceses, ofrecen  vinos franceses, hay quesos franceses o foie gras”.

El vino tendrá que buscar su lugar, está clarísimo, pero no se puede encasillas como droga y edulcorar otras drogas como si fueran positivas”

Vila se pronuncia sobre la tendencia a un menor consumo de vino y sobre su demonización. “El vino tendrá que buscar su lugar, está clarísimo, pero no se puede encasillar como droga y edulcorar otras drogas como que si fueran positivas. No podemos decir ahora: El vino es droga, la marihuana está bien”.  Para él, sería un error meterlo en el saco de las drogas químicas. “Está claro que estamos en un momento en que la juventud quiere cosas sanas, cuidar el cuerpo, hacer ejercicio, pero también estamos ante una doble moral y parece que no podemos tomar vino, pero podemos tomar bebidas edulcoradas. Por favor, no lo entiendo”.

Aunque celebra la proliferación de bares de vinos naturales, lamenta que en ciudades como Barcelona, la administración no facilita en absoluto la labor de jóvenes emprendedores que quieren apostar por este tipo de pequeños negocios. 

Nuestro invitado también reflexiona sobre el momento de transformación en el mundo laboral, y la necesidad de encontrar la manera de encajar algo natural, que está ocurriendo, y es que la gente no quiere sacrificar su vida y vivir solo para el trabajo.