Ni un saludo protocolario, ni mucho menos una conversación distendida. Un año más, la celebración en el Congreso de los Diputados del día de la Constitución, en su 46.º aniversario, evidenció el abismo que separa a Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, inmersos en una guerra sin cuartel.
Y eso que el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición pactaron este mismo año la tercera reforma en la historia de la Carta Magna –la del artículo 49, para blindar los derechos de los discapacitados– y la renovación del Consejo General del Poder Judicial que ayer situó a la nueva presidenta del Tribunal Supremo, la catalana Isabel Perelló, en la primera fila de las autoridades del Estado, junto a los presidentes del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido; el Congreso, Francina Armengol, y el Senado, Pedro Rollán.
Sánchez, de hecho, aseguró al llegar al palacio de la carrera de San Jerónimo que la mejor manera de reivindicar la Constitución es reformarla para “blindar derechos ante el avance reaccionario”. En línea con las resoluciones del reciente congreso del PSOE, el jefe del Ejecutivo abogó por preservar en la Carta Magna la revalorización de las pensiones, la interrupción voluntaria del embarazo o el matrimonio entre personas del mismo sexo. “Para que nadie pueda tocarlos en el futuro”, alegó, en alerta ante el PP y la ultraderecha de Vox.
Pero Feijóo, a su vez, reivindicó la Constitución... para protegerla de Sánchez, ya que denunció que el presidente “la celebra un día y la desprecia el resto del año”.
“Este acoso político, mediático y judicial se volverá contra los acosadores”, advierte el jefe del Ejecutivo
Salvador Illa, que con su asistencia recuperó el papel de la presidencia de la Generalitat en esta celebración tras 14 años de ausencia, advirtió al tiempo de que “la mejor manera de defender la Constitución es no apropiarse de ella y no usarla como arma arrojadiza”. Illa se reencontró con su predecesor socialista en el cargo, el expresident José Montilla.
Pero el presidente catalán solo pudo coincidir con cinco homólogos autonómicos, todos del PP: la madrileña Isabel Díaz Ayuso, el gallego Alfonso Rueda, el castellano-leonés Alfonso Fernández Mañueco, el aragonés Jorge Azcón y el murciano Fernando López Miras. Como es ya tradición, nacionalistas e independentistas –de Junts a ERC y del PNV a EH Bildu o el BNG– estuvieron ausentes. También Vox: Javier Ortega Smith solo se acercó para denunciar la “hipocresía” de todas las formaciones presentes.
Ante este clima político “atronador”, la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, emplazó en su discurso institucional a “diluir el ambiente tensionado y ruidoso”. Y recordó que “el consenso es posible”, como demuestra la propia reforma del artículo 49 de la Constitución.
Ya en los tradicionales corrillos con los que culmina el acto, Pedro Sánchez trató de neutralizar la imagen de fin de legislatura que intenta atornillar Feijóo. “Yo no resisto en el Gobierno, yo avanzo en el Gobierno. Gobernar es avanzar, y eso hago. El cambio que estamos haciendo es formidable”, resaltó el presidente en una charla informal con la prensa.
Illa reclama no usar la Constitución como “arma arrojadiza”, y Armengol pide “diluir el ambiente ruidoso”
Sánchez recordó que en la carta pública con la que el pasado abril abrió un período de cinco días de reflexión sobre su continuidad en el cargo, ante la investigación judicial abierta contra su propia mujer, Begoña Gómez, ya advirtió de que este acoso al que se siente sometido “iba a ir aumentando”. Pero dio por hecho que esta ofensiva se transformará en respaldo electoral en las próximas generales, en el 2027, ya que está decidido a agotar la legislatura: “El fracaso de este acoso es cuestión de tiempo”, advirtió.
Pese a todo el “ruido” que se genere –y en la sala también se encontraba el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, en el punto de mira del PP y, sobre todo, de Ayuso–, Sánchez insistió en que el tiempo pondrá “las cosas en su sitio”. “Somos un Gobierno limpio y enfrente tenemos una oposición que ha dejado a un lado el debate legítimo de ideas y está en la destrucción del adversario”, criticó el presidente.
“Este acoso político, mediático y judicial se volverá contra los acosadores”, advirtió. Y aseguró que la ofensiva de la derecha, “por tierra, mar y aire”, está generando ya una enorme “empatía” hacia el Gobierno no solo entre los votantes del PSOE, sino entre todo el electorado progresista. “Hay un vínculo muy fuerte entre el votante progresista y la acción del Gobierno”, recalcó. “En el 2027, el PSOE va a recuperar poder territorial y va a ganar. No nos van a quebrar”, pronosticó.
El Gobierno avanza para sellar con Junts el traspaso competencial en inmigración incluso antes del lunes
En el Gobierno, en todo caso, subrayan que la reforma fiscal ya aprobada allana el camino para acordar ahora la nueva senda de déficit, como antesala de los presupuestos del Estado del año que viene. También con Junts, formación con la que consideran estar recuperando “la confianza”.
Pero, antes que nada, en el Ejecutivo aseguran que están “intensificando” las conversaciones con la formación de Carles Puigdemont para sellar el traspaso de competencias en inmigración a la Generalitat. Incluso para rubricar el pacto antes del próximo lunes en que Puigdemont evaluará el cumplimiento de los acuerdos con el PSOE un año después de la investidura de Sánchez. “Discreción”, demandó el presidente.