“A la legislatura aún le queda recorrido”. “El Partido Nacionalista Vasco no participará en ninguna operación política en la que esté presente Vox”. “El Partido Popular se está ‘ayusizando’ y se aleja de futuras alianzas”. “Abogamos por una mayor integración europea frente nuevas visiones imperiales del mundo”. “El concierto vasco es solidario y nos obliga al rigor, si Euskadi pierde base industrial, sufrirá”. “Nos preocupa la crisis económica alemana. La evolución de Alemania y Francia es fundamental para la economía vasca”. Creo que estás fueron las ideas claves que el presidente del Gobierno vasco, Imanol Pradales, transmitió el pasado jueves en Barcelona. El auditorio del Foros de Vanguardia estaba completamente lleno. En primera fila, destacados dirigentes de Junts per Catalunya, Jordi Turull, secretario general, Josep Rull, presidente del Parlament, Albert Batet, portavoz en el Parlament, y Eduard Pujol, portavoz en el Senado.
Apuesta por la estabilidad de la legislatura. Aviso explícito a Alberto Núñez Feijóo de que el Partido Nacionalista Vasco no está hoy disponible para una moción de censura y tampoco está abierto a futuras alianzas parlamentarias en las que intervenga la extrema derecha española. Un aviso casi personal a Feijóo sobre la agresividad que en las últimas semanas el PP viene mostrando con el PNV, después de una época de cordiales relaciones entre Sabin Etxea y el antiguo presidente de la Xunta de Galicia. Un aviso casi personal a Feijóo: no nos gusta cómo estás llevando las cosas. Reafirmación de la línea europeísta y de la vieja amistad del PNV con el Partido Demócrata de los Estados Unidos. Pradales recordó la antigua pertenencia de los nacionalistas vascos a los Nuevos Equipos Internacionales, nombre que recibió en los años sesenta del siglo pasado el embrión democristiano del actual Partido Popular Europeo. A su vez, el PNV fue el único partido político español que estuvo formalmente representado en la convención demócrata de Chicago que a finales del pasado mes de agosto eligió a Kamala Harris, candidata a la presidencia de los Estados Unidos. Los nacionalistas vascos no piensan hacer ‘manitas’ con el trumpismo. Este fue otro de los avisos del lehendakari en Barcelona.
Llamamiento a la estabilidad. Alejamiento de un PP magnetizado por la extrema derecha. Y pocas bromas con el trumpismo en formato spray que está recorriendo el mundo. Estos avisos también estaban dirigidos a Junts. Tuve el honor de entrevistar al lehendakari en el Foros de Vanguardia del pasado jueves, junto con los periodistas Ramon Rovira y Jordi Armenteras, y pude comprobar tres cosas desde el escenario: la gran atención con que el público siguió el acto, la seguridad con la que se expresaba el presidente vasco –llevaba los temas muy bien estudiados, sabía lo que quería transmitir-, y la seriedad en el rostro de los dirigentes de Junts cuando captaron el mensaje.
Junts emite en estos momentos en otra sintonía. No consiguieron ganar las elecciones al Parlament de Catalunya del 12 de mayo del 2014 y se encuentran ahora ante una difícil disyuntiva: pueden perder el apoyo de los sectores más pragmáticos del independentismo y también de los más radicalizados, después del fracaso del ‘procés’. Desengañado de sus dirigentes y desengañado de la política convencional, un sector del independentismo catalán está pasando a formar parte de la ‘galaxia Trump’. Les gusta su tono, les gusta su vocabulario, les gusta su determinación, les gusta su aversión a los inmigrantes, les complace su enemistad frontal con la izquierda. Aliança Catalana, la nueva extrema derecha de habla catalana, puede abrir un fuerte boquete en Junts en las elecciones municipales del 2027. El epicentro de Aliança Catalana está en Ripoll, cuna de la Catalunya carolingia. Una encuesta del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) del pasado mes de junio señalaba que el 25% de los votantes de Junts simpatiza con Aliança Catalana. La nueva y aún minoritaria Aliança Catalana ejerce magnetismo sobre una cuarta parte del electorado de Carles Puigdemont. Esa atracción magnética posiblemente está aumentado en estos momentos, después de la entronización de Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos. Vivimos el momento Trump. El trumpismo se está difundiendo en formato aerosol. Ello nos ayuda a explicar los últimos comportamientos políticos de Junts. Han votado en contra del paquete de decretos que transportaba la actualización de las pensiones y la renovación de las ayudas al transporte público, han confluido de nuevo con el Partido Popular y Vox, y lo han hecho con un lenguaje muy rudo para que todos sus electores tengan claro que ellos también ‘golpean’ a los socialistas.
Hay un sector del independentismo catalán que se está pasando a la ‘galaxia Trump’
Hay tres diferencias fundamentales entre el PNV y Junts. El PNV sigue siendo el principal partido de Gobierno en Euskadi, mientras que Junts está en la oposición en Catalunya. El PNV gobierna alianza con el Partido Socialista de Euskadi y ha de estar constantemente atento su retrovisor izquierdo, puesto que su principal competidor electoral es EH Bildu.
Junts se halla en la oposición en Catalunya y sin posibilidades inmediatas de regresar al Gobierno de la Generalitat, después que Puigdemont rechazase la posibilidad de un pacto de legislatura con los socialistas, en Madrid y en Barcelona. El PNV debe estar atento a su retrovisor izquierdo, en el que aparece Bildu, y Junts está ahora más atento a su retrovisor derecho, en el que aparece Aliança Catalana.
El PNV ha consolidado una tradición de acuerdos con el Partido Socialista, formación que hoy encabeza el Gobierno de España y a la vez es fuerza subordinada en Euskadi. PSC y Junts, por el contrario, son partidos antagónicos en Catalunya, se respetan, pero se combaten constantemente. En pocas palabras, la relación Junts-PSC es mucho más tensa y complicada que la relación PNV-PSE. Junts ha pisado esta semana dos líneas rojas (pensiones y ayuda al transporte público) y ahora sus antagonistas se lo harán pagar.
Ahí están algunas de las claves de lo sucedido esta semana en el Congreso de los Diputados. Observen el siguiente detalle: Junts se lanza al asalto de la estabilidad parlamentaria en Madrid la misma semana que en Catalunya intenta poner contra las cuerdas a la alcaldesa de Ripoll, Silvio Orriols, principal cabeza visible de Aliança Catalana. Orriol no tenía mayoría para aprobar el presupuesto municipal de Ripoll, se sometió a una moción de confianza y la ha perdido. Los partidos de la oposición en ese municipio (Junts, ERC, PSC e independientes) tienen ahora cuatro semanas para intentar llegar a un acuerdo y elegir a un nuevo alcalde o alcaldesa. La escandalera por la votación en el Congreso ha 'tapado’ el voto de Junts contra Aliança Catalana en Ripoll.
Ripoll, 10.000 habitantes, antigua ciudad metalúrgica, se está convirtiendo en el Twin Peaks de Catalunya. Siempre llega un día en las tensiones en el interior de un microcosmos nos ayudan a entender mejor las luchas en un plano superior.
Hace menos de un año, ‘Puigdemont a prisión’ era el grito que se coreaba con mayor pasión por las calles de Madrid. Intentaron procesarle por terrorismo y alta traición.


