La sonrisa de Cospedal

Opinión

Existen dos tipologías de personaje peligroso. Aquel a quien ves venir de lejos, por torpe, y aquel que te infligirá todo el mal posible con una sonrisa cálida, de aquellas que de entrada hacen bajar la guardia. Ayer por el Congreso de los Diputados desfilaron ambas especies, en la comisión sobre la acción de las cloacas del Estado en Catalunya, con el estilo chapucero de Alícia Sánchez-Camacho y con la pose cínica de María Dolores de Cospedal.

Antes, por la mañana, nos habíamos levantado con la exclusiva de El Món a RAC1 en forma de una grabación secreta que incrimina a Cospedal en la operación Catalunya. En la conversación, del 2014, se puede oír a la entonces secretaria general del PP con el comisario José Manuel Villarejo, maquinando sobre la guerra sucia contra el independentismo.

El Estado profundo no se cree la Constitución ni las leyes, pero se sabe impune

Durante un tramo del audio se oye cómo él recuerda a Cospedal que “con toda la información que tú me habías dado y con la que ella (Camacho) me dio, hicimos lo que hicimos: humildemente, un trabajo que cambió la historia de Catalunya. De 62 a 50”. Y aquí se refería a cómo las informaciones falsas sobre corrupción y Artur Mas le hundió la campaña catalana del 2012, haciendo que CiU pasara de 62 a 50 diputados.

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La exministra y ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, este lunes en el Congreso

ACN

En el audio se jactan también de haber conseguido empitonar a los Pujol, gracias a una Vicky Álvarez a la que se habría pagado por incriminar a la familia del expresident, y también salen altos responsables de Interior y jueces de la Audiencia Nacional. Partido, gobierno del Estado, judicatura, todos trabajando con la cloaca.

Ante esto, ayer Cospedal, en el Congreso, negó validez al documento y lució durante buena parte de su comparecencia una sonrisa que es la típica de quien se sabe a salvo. De hecho, los tribunales avalaron toda esta actuación contra el independentismo y poco más se investigará, más allá de la sede parlamentaria, aunque es obvio que se utilizó el Estado con una finalidad que no era la suya. Pero eso no pinta que vaya a tener consecuencias penales, porque el Estado profundo, como Cospedal, no se cree la Constitución ni las leyes, pero se sabe impune. De ahí la sonrisa descarada de ella.

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Otra cosa fue la clásica verborrea atropellada, sectaria y mareante que profirió una histriónica Sánchez-Camacho que, como dijo Villarejo en su conversación con Cospedal, es más lista de lo que parece. Quizás no parece muy difícil que así sea, pero no hay que menospreciar a alguien dispuesto a hacer el daño que infligió a tantas personas que no pensaban como ella.

Al hacerlo, fue lo suficientemente lista, como mínimo, para asegurarse un generoso y duradero pago por los servicios prestados, a cargo de todos los contribuyentes, ya que del Parlament fue a parar al Congreso, y luego al Senado y a la Asamblea de Madrid, donde hace años que es una diputada del género que allí se denomina “culiparlante”, o sea, de los que no aportan nada. Pero, ni falta que hace que ahora hable, porque los suyos considerarán que ya lo hizo por los descosidos como señaladora de otros políticos, todos catalanes, cuando les fue de menester.

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