What’s your name? What’s your name? . Decenas de niños palestinos, con uniformes impecables, abordaban hace veinte años a una delegación de Catalunya en una escuela de la ONU en el campo de refugiados de Yabaliya. Pasqual Maragall fue el primer y único presidente catalán que ha visitado a los refugiados palestinos. Al president lo recibieron en el Ayuntamiento de Gaza con un bon dia , música de sardanas y senyeres , y se perdió después en el laberinto del campo para aparecer en una barbería donde se cortó el pelo.
Maragall en el campo de Yabaliya el 22 de mayo del 2005
Maragall llegó con una inversión de 360.000 euros que convertía a la Generalitat en el primer gobierno no estatal que firmaba un convenio de cooperación con el campo de refugiados. El proyecto liderado por la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona buscaba dotar de servicios mínimos un “barrio”: construir alcantarillas, pavimentar, instalar una red eléctrica… ¿A cambio? En el campo habría una plaza con el nombre de Catalunya. Eso fue el 22 de mayo del 2005. Hoy, en Yabaliya solo hay escombros y palestinos desamparados. ¿Cuántos de aquellos niños siguen vivos?
La heterodoxia siempre ha teñido la política exterior de la Generalitat en lo que a Oriente Medio se refiere. Jordi Pujol nunca ocultó sus simpatías hacia la causa israelí, mientras Maragall se procuró un espacio central que se fue diluyendo a golpe de necesidades internas. El protagonismo de aquel viaje se lo llevó la foto de Josep Lluis Carod-Rovira con una corona de espinas –también se la puso el conseller Antoni Castells–, las banderas y la pugna diplomática con España. No obstante, Maragall conjugó una ofrenda floral ante la tumba de Yasir Arafat en Ramallah con otra en el lugar donde asesinaron a Yitzhak Rabin en Tel Aviv.
El tripartito dio un giro a la apuesta inequívocamente proisraelí de CiU y Maragall actuó de entusiasta promotor de la cumbre euromediterránea que iba a acoger la capital catalana en el décimo aniversario de la declaración de Barcelona. Jugó todas sus cartas para limar asperezas: hasta anunció, tras hablar con Joan Laporta, un partido del Barça y una selección israelo-palestina, The Peace Team.
Los errores y la estética marcan los pasos de las instituciones catalanas con Israel y Palestina
Ni antes ni después se ha producido un despliegue igual de soft power catalán para mediar en un conflicto. Los errores, los excesos de celo diplomáticos y la intransigencia ideológica han marcado los pasos de los sucesivos gobiernos catalanes y alcaldías de Barcelona.
Un manual del Ayuntamiento comparando el muro de Palestina con el holocausto que Joan Clos se vio obligado a retirar; el boicot de ICV a la actuación de Noa en la Diada del 2009 porque la cantante israelí no condenó la operación Plomo Fundido; una visita de Artur Mas a Jerusalen Este en el 2013 sin gesto alguno hacia la comunidad árabe; la militancia propalestina de Ada Colau y la anulación del hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv desde 1998… Los vanos intentos de que Israel apoyara el procés , la disputa Junts-ERC por la creación de una delegación de la Generalitat en Tel Aviv y ahora el cierre de la oficina comercial –activa desde el 2015– por un acuerdo entre el gobierno de Illa y los comunes.
La determinación del president al defender la decisión contrasta con la cesión mediática de réditos domésticos a los comunes: una fotografía de Jéssica Albiach y el conseller Albert Dalmau. Illa replica el argumentario de Pedro Sánchez para pedir la expulsión de Israel del festival de Eurovisión: “No defendemos una doble vara de medir. Lo que sirve para un conflicto, Ucrania, sirve para otro, Gaza”, sostuvo. Los efectos son limitados pero alimenta la acusación de Carles Puigdemont de sometimiento al Gobierno de Sánchez.
Las matanzas de los últimos meses en Gaza justifican todas y cada una de las decisiones diplomáticas que sirvan para frenar la ofensiva israelí. En otro plano quedan los gestos de regate corto: la guerra parlamentaria de banderas de la CUP y Aliança Catalana, y el exceso de estética en el anuncio de cierre de oficinas o el apoyo a tramitar proposiciones de ley en el Congreso que permitan el embargo de armas a Israel. Nadie garantiza que llegue a aprobarse, pero se supera el escrutinio público bajo el influjo de las imágenes de niños clamando por comida y agua.
