La abstención gira a la derecha

Estrategia electoral

Los partidos ultras están triunfando entre colectivos que no suelen votar, pero que se movilizan si se sabe llegar a ellos

Una mesa con las papeletas y los sobres preparados, en un colegio electoral de Barcelona

Una mesa con las papeletas y los sobres preparados, en un colegio electoral de Barcelona

Montse Giralt

Uno de cada tres españoles con derecho a votar en las elecciones generales no suele hacerlo. Las cifras de la abstención en España se mantienen de forma consistente en torno al 30% desde 2011, y ese dato se registró ya en 1979 y se ha repetido a lo largo de tres décadas, aunque con subidas de la participación de entre cinco y diez puntos en años de especial movilización, como las primeras victorias de Felipe González (1982), José María Aznar (1996) o José Luis Rodríguez Zapatero (2004), o finales de mandato con desgaste, como el de González en 1993 o Zapatero en el 2008.

Visto así, la abstención parece fácil de predecir ante unas elecciones, pero es un misterio incluso para los partidos políticos, los primeros interesados en conseguir votos de ese colectivo que se compone de realidades diversas y que se moviliza respondiendo a estímulos diversos. En el 2023 fueron 12 millones, más que votantes del PP (8,1) o el PSOE (7,8).

¿Pueden ser las próximas elecciones generales una ocasión para que los partidos pesquen en las aguas de la abstención? La extrema derecha ya ha empezado a hacerlo y con resultados entre un colectivo que puede salir a votar si le hablan de temas que le incumben.

Luis Miller, sociólogo e investigador del CSIC

“En la abstención, más que la renta influye no sentirse conectado con los debates centrales del país”

En la teoría clásica hay una serie de elementos que suelen confluir en la abstención, que se concentra en las rentas más bajas, con menor educación, perfil cultural bajo y condiciones precarias, y que vive en entornos rurales y semiurbanos. Pero más que la renta en sí, lo determinante es la marginalidad y la exclusión social, explica Luis Miller, sociólogo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

“La relación entre renta y voto se ha roto, personas de rentas medias-bajas y bajas están votando a la derecha, y esto ocurre en muchos países. En cambio, hay una parte importante de la población que está desconectada de la política y sólo se enchufa si le hablas de sus problemas, y ahí está la mayor bolsa de abstencionistas, en esos sectores que no se sienten conectados con los debates centrales del país”, subraya.

El vínculo social incide en la participación, pero hay también elementos de contexto, que pueden llevar a ciudadanos a abstenerse en unas convocatorias electorales, pero participar en otras.

Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III

“Hay más partidos, pero hay gente que ha desconectado, se ha perdido un millón de votos y no sabemos dónde están”

“Cada vez es más impredecible la participación, porque no depende de intereses de clase o de partidos tradicionales movilizando a sus votantes, sino de otros factores que tiran hacia extremos opuestos. Estamos en niveles muy bajos de confianza y de legitimidad de la política y ese descrédito enfada a una parte de los votantes y baja la participación, hay mucha gente desconectada, pero a la vez hay mucha movilización partidista vía polarización, que empuja la participación”, explica Miller.

Se entiende así que los partidos mantengan la tensión durante toda la legislatura. “La polarización sirve no solo para que los tuyos estén movilizados sino para que no se vayan a otros partidos, es un mecanismo de blindaje. Y eso explica la lógica de los dos bloques que hay en España, la izquierda y la derecha, y que la mayor parte del trasvase de votos se produzca ahora ya no de un bloque a otro sino dentro de cada bloque”, indica Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). En el pasado se decía que las elecciones se ganaban en el centro, con votantes que se inclinaban de un lado o de otro. Ya no está tan claro.

Luis Miller, sociólogo e investigador del CSIC

“Hay mucho descrédito de la política, pero la polarización hace que suba la participación”

Pero la polarización tiene riesgos, aparte del descrédito de la política. “La tensión política continua se ha normalizado en todas las democracias y una parte del electorado es receptiva, pero puede haber otra parte que termine cayendo en una abstención crónica y no participe en el sistema simplemente porque desenchufa ante tanta tensión”, indica Simón.

De hecho, desde que emergieron los nuevos partidos, señala, la participación electoral ha sido más baja que cuando había un bipartidismo. “Se ha perdido más o menos un millón de votos que no participan ya y no sabemos muy bien dónde están, y llama la atención porque teniendo más partidos hay gente que ha desconectado del sistema”, subraya. Una parte de los votantes que obtienen los partidos de derecha radical, añade, salen de ese grupo de abstencionistas crónicos, que a veces no están ni en el radar de las encuestas. Y esa gente acaba votando contra el sistema como ha ocurrido con Donald Trump en Estados Unidos o con Chega en Portugal, que ha superado a los socialistas.

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“El abstencionista es un votante muy reactivo al contexto y a cuáles son los temas de los que se está discutiendo. Y lo mismo ocurre con los jóvenes, un colectivo muy abstencionista y muy voluble”, indica Simón. Los jóvenes, subraya, le dieron la victoria a Pedro Sánchez en el 2023 y ahora dicen en las encuestas que votarían mayoritariamente por Vox, lo que ilustra hasta qué punto las vibraciones van en una dirección o en otra.

Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III

“En campaña veremos mucho podcast, con el ocio se puede llegar al votante no ideológico”

Ante unas elecciones, los partidos hacen campaña con mítines, pero también en internet y en las redes sociales, para llegar a sectores diferentes. También a los abstencionistas, y con mecanismos cada vez más sofisticados. “Se habla del silbato del perro, dog whistle, aquellos mensajes que a veces no son evidentes o no son visibles pero llegan al destinatario”, señala Pablo Simón. Y vaticina que el podcast tendrá impacto en la próxima campaña española como lo tuvo en Estados Unidos: “A ese votante más desconectado, no ideológico, se puede llegar a través del ocio. Si tienen entretenimiento, están con las defensas bajas, y el político va, habla de sus cosas, parece majo, les cae simpático y solo por eso a lo mejor le votan”.

Las campañas electorales, con mecanismos cada vez más sofisticados, irán en busca del voto de los abstencionistas

Sin olvidar que ante unas elecciones, los partidos buscan promover precisamente la abstención en el votante del adversario, constata Luis Miller. “Se hace con campañas negativas y es parte del trabajo de los estrategas para que al votante convencido del otro le entren dudas”, señala.

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