Siempre discreto y alejado de los focos, como buen fontanero, Santos Cerdán (Milagro, 1969) saltó de la arena política en Navarra, donde fue desde concejal en su pueblo hasta portavoz socialista en su Parlamento, y despuntó en la política estatal ya en Madrid, a la sombra de Pedro Sánchez en el 2014, y haciendo equipo con José Luis Ábalos y Koldo García. Y lo hizo como experto en misiones, a priori, imposibles.
Ya en el 2017, con la recogida de avales entre la militancia para las primarias en las que Sánchez recuperó, contra todo pronóstico y todo el establishment socialista, la secretaría general del PSOE. Susana Díaz aún se debe estar preguntando cómo pudo ocurrir. Ya en el 2018, con el apoyo del PNV a la moción de censura impulsada por la lucha contra la corrupción que salpicaba al Partido Popular, con la que Sánchez tumbó a Mariano Rajoy y llegó, de manera igualmente imprevista, a la Moncloa. La conexión personal que Cerdán trabó con Andoni Ortuzar encarriló el acuerdo con los jeltzales, pese a que el PNV acababa de pactar los presupuestos generales del Estado con Rajoy.
Y ya en el 2023, entre otros de los logros que se le atribuyeron, con el respaldo de Junts per Catalunya a la última investidura de Sánchez. La conexión personal en este caso de Cerdán con el secretario general de Junts, Jordi Turull, y las negociaciones que culminaron con su encuentro con Carles Puigdemont en Bruselas, acabaron por despejar el camino.
El estallido del caso de presuntas corrupciones que afectan al exministro José Luis Ábalos y a su antiguo asistente, Koldo García, giró de inmediato los ojos hacia Cerdán. No en vano, fue Cerdán quien fichó en Ferraz a Koldo García –a quien conocía de su tierra- , y quien le colocó como chófer de Ábalos, que fue designado secretario de organización del PSOE en julio del 2017 y un año después llegó al Gobierno. Pero Cerdán –que relevó a Ábalos como número tres de Ferraz tras el fulminante cese del exministro en julio del 2021- se salvó de la quema. De hecho, Sánchez le reafirmó como secretario de organización en el último congreso federal del partido, celebrado en Sevilla en diciembre del 2024. Hace apenas seis meses. Y siguió siendo pieza clave para sostener esta incierta legislatura, con sus reuniones mensuales con Puigdemont y Turull en Suiza.
Hace ya meses que diversos medios de comunicación empezaron a anunciar un inminente informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que podría incriminar a Cerdán en los presuntos manejos de Ábalos y Koldo García. Todo mentira, todo un montaje, según alegaba el aludido. En Ferraz tachaban de “surrealistas” las acusaciones. Nadie le había regalado un Audi. Cerdán aseguraba verse indefenso, ante cargos que advertía que se le imputaban sin pruebas, y lamentando el “daño reputacional” sufrido. Sánchez ordenó resistir. Justo después estalló el escándalo de la ya ex militante socialista Leire Díez, a la que se adjudicó una labor de “fontanera” de Ferraz y “mano derecha” de Cerdán, lo que el secretario de organización negó tajantemente. El presidente del Gobierno seguía ordenando resistir.
“Ninguna preocupación por Santos, toda la tranquilidad del mundo”, alegaban aún este miércoles en la Moncloa y en Ferraz. “Yo estoy muy tranquilo, yo no he cometido ninguna ilegalidad”, insistía en la mañana de este jueves Cerdán, al llegar al Congreso. Pero poco después estalló la bomba atómica, finalmente, una vez desvelado el informe de la UCO.
El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, aparentemente leyendo el informe de la UCO
Efectivamente, pese todas las negativas previas y las manos puestas en el fuego por los socialistas, era demoledor. Ya en el epicentro del terremoto, Cerdán empezó a leer el informe en su móvil, sentado en el escaño que ocupa en el Congreso desde el 2019. Y la situación se hizo, de inmediato, insostenible. La dimisión de todos sus cargos en el PSOE, y la entrega de su acta de diputado en el Congreso, que anunció en un comunicado a primera hora de la tarde del jueves, se hizo imprescindible.
