Resistir no lo es todo

Sin permiso

Resistir no lo es todo
Directora adjunta

Santos Cerdán, el hombre que engañó a todos. Al menos así lo parece a juzgar por el mazazo que ha supuesto para muchos de los que creían conocerle y no daban crédito a lo relatado por la Guardia Civil. Hasta esta semana, el ex secretario de organización aún comentaba a algún diputado de su partido su estupor por el hecho de que José Luis Ábalos hubiera convertido a Koldo García, que él contrató como chófer, en su asesor. El miércoles, cuando todo eran aún rumores, en los despachos del Congreso, ante Pedro Sánchez, todavía especulaba sobre invenciones de la UCO y, una vez conocido el informe, cuando el presidente le pidió la dimisión, insistía en que su voz había sido manipulada. Pero cuando alguien ha engañado durante 15 años la pregunta es inevitable: ¿puede hacerlo solo o junto a un par de personajes más? La cuestión en todos los casos de corrupción es siempre la misma: ¿qué sabía el presidente?

El nombre de Cerdán viene apareciendo en los medios desde diciembre, a raíz de acusaciones vertidas por el comisionista Víctor de Aldama. Sánchez le había inquirido varias veces sobre qué había de cierto en esas afirmaciones y el secretario de organización siempre se presentó como una víctima de acoso judicial y policial. Convencido de que existe una estrategia de acoso y derribo por parte de instancias de esos dos mundos alineadas con el PP, a Sánchez no le costó meter este caso en el mismo saco. De hecho, para convencer al presidente, Cerdán recurrió a argumentos emocionales sobre el coste que todo esto tenía para su familia. Sánchez le creyó o quiso creerle. Este es el relato de quienes han hablado con el presidente en los últimos días.

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Tras el impacto inicial, en el equipo de Sánchez buscan la forma de recuperar credibilidad. Algo casi imposible cuando se tiene en cuenta que el líder del partido ha cometido el mismo error dos veces al elegir sucesivamente a dos secretarios de organización acusados de corrupción. Máxime cuando el liderazgo del PSOE es hoy muy personalista y se alcanzó la Moncloa bajo la bandera de la honestidad. Habrá cambios en la ejecutiva del partido, pero lo anunciado se antoja poco para recuperar fuelle. Sánchez tiene más claro lo que no va a hacer: ni dimitir, ni convocar elecciones ni cambiar al Gobierno ni presentar una cuestión de confianza.

Los socialistas creen que Podemos forzaría elecciones si hubiera una cuestión de confianza

El presidente no tiene por ahora intención de remodelar el Ejecutivo porque considera que sería tanto como asumir que también hay corrupción en el gabinete. La trama tenía como epicentro el Ministerio de Transportes, pero ya se relevó a Ábalos por Óscar Puente (que cortó varias cabezas a su llegada).

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En cuanto a una cuestión de confianza, los socialistas están convencidos de que la perderían por el voto en contra de Podemos. Los morados hace tiempo que abogan por unas elecciones y este escenario les permitiría ofrecerse como la única opción de izquierdas de verdad y sin mácula, frente a Sumar, que se supone que acusaría el desgaste de estar en el Gobierno.

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Convocar elecciones cuando acaba de caer la bomba parece un suicidio político para el PSOE. Pero no hacerlo tiene un coste para los presidentes autonómicos y los alcaldes que deberán pasar antes por las urnas y recibirán el castigo electoral en primer lugar. Así pues, todas las salidas parecen abocadas al fracaso.

En el PSOE empiezan los movimientos, con Felipe González al frente, para que Sánchez no sea candidato

Tras el primer estadio de incredulidad, Sánchez y su equipo buscan cómo ofrecer a su electorado una propuesta creíble. Por ahora no se avistan salidas ingeniosas que den la vuelta a la situación, entre otras cosas porque el caso Cerdán acaba de empezar y es previsible que haya nuevas revelaciones cuyo alcance aún se desconoce. Tantas horas de grabaciones darán para mucha erosión.

Los rivales de Sánchez ya se han activado. Y no se trata de Emiliano García-Page, sino de Susana Díaz, que pide elecciones, y de Felipe González, que impulsa a Eduardo Madina. El debate ya empezado a agitarse y no es otro que el de plantear en el partido si Sánchez debe ser o no el candidato o tendría que dar un paso atrás. Una discusión que va a ser alentada por el PP, como es obvio, para ahondar en la división del PSOE. Como va a ocurrir también en el bloque de la investidura que da apoyo al Gobierno. Alberto Núñez Feijóo ya los ha acusado de “cómplices”.

Los socios no apoyan de momento una moción de censura, pero reclaman a Sánchez que actúe. Sumar, que necesita exhibir la utilidad de estar en el Gobierno frente a Podemos, exige a Sánchez una mayor ambición y sacudirse la parálisis por el temor a perder votaciones.

El PNV se mantiene en el poder en Euskadi gracias a un acuerdo con los socialistas, pero el lehendakari Imanol Pradales pedía entrar en “una nueva fase” de la legislatura. Junts, tan engañados como muchos socialistas por Cerdán, en quien confiaban como interlocutor, también necesitan aguantar al menos hasta final de año para que pueda aplicarse la amnistía a Carles Puigdemont, pendiente en los próximos meses del pronunciamiento del TJUE. Pero veremos si pueden soportar el desgaste más allá.

Por ahora, hay más preguntas que respuestas: ¿hasta dónde llega la corrupción?, ¿son solo tres o está extendida por el partido?, ¿cómo evolucionarán el resto de causas judiciales abiertas?, ¿se mantendrán los aliados junto a Sánchez y, mientras lo hagan, a cambio de qué?, ¿será lo que queda de legislatura un calvario por el que arrastre y el presidente y su partido?. ¿Cómo desterrar la sensación de que en este país las obras públicas sirvan siempre para enriquecer a algunos mangantes? El manual de resistencia no sirve. Aguantar es relativamente fácil. Lo complicado es lograr que los militantes y votantes del PSOE no se avergüencen de serlo.

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