Una ceguera transversal

A las nueve de la mañana, Pedro Sánchez altera las previsiones de la agenda de actualidad con una comparecencia que hurga en la terrible herida de Gaza y las acciones militares del Gobierno de Israel. Sánchez enumera medidas coherentes pero que podrían quedarse en brindis al sol o en un juego de manos audaz con palabras como genocidio y exterminio. La estrategia funciona como antídoto contra el venenoso monotema que preparan sus adversarios.

La derrota del partido de Javier Milei en los comicios legislativos de la provincia de Buenos Aires se ha celebrado como un título futbolístico. La web del diario Clarín ha explotado el vídeo de Cristina Fernández de Kirchner (CFK). CFK cumple una condena de seis años de arresto domiciliario por administración fraudulenta. Sus fans se congregaron frente a su casa para celebrar la victoria del peronismo, que es este poke bowl ideológico que mezcla populismos y nacionalismos macerados y un furor patológico por el culto a la personalidad.

Mañana se oficializará el inicio del Año Fétido que define el nivel parlamentario actual

Eufórica y con ganas de bailar, CFK salió al balcón con un corazón hiperventilado tejido en el jersey. La escena activó la memoria de muchos argentinos y el recuerdo de esa Evita que, dos meses antes de morir, también salió al balcón para decir a “mis descamisados y a los humildes que los llevo en el corazón”.

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Cristina Fernández de Kirchner saluda en la celebración de la victoria electoral 

EMILIANO LASALVIA / AFP

Otros recordaron la anécdota atribuida a Jorge Luis Borges. Un día, cuando ya era ciego, Borges intenta cruzar la avenida 9 de Julio de Buenos Aires. Un joven se ofrece a ayudarlo y, conociendo las ideas de Borges, le dice: “Disculpe, maestro, pero le tengo que decir que soy peronista”. Borges responde: “¡No se preocupe!, yo también soy ciego”.

Aquí, mientras tanto, todo está a punto para la sesión de control de mañana, que oficializará el inicio no del Año Judicial sino del Año Fétido que define el nivel parlamentario actual. Se alimenta tanto la expectativa del conflicto que si de repente los responsables (?) políticos decidieran abandonar la deriva autodestructiva y remar en una consensuada dirección de emergencia, la decepción sería máxima.

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En Francia llevan años viviendo un proceso similar. Han teorizado tanto sobre el caos y el abismo que provocará el fracaso de la moción de confianza de François Bayrou que no les queda energía para valorar algunas propuestas de los dirigentes de derecha que se postulan como recambios. El ministro del Interior Bruno Retailleau, por ejemplo. El domingo, en un mitin retransmitido por France info y BFM, afirmó –no sería el colmo de la originalidad– que pertenecer a la derecha valiente es tomar riesgos. ¿Cuáles? Un nuevo calendario laboral, con menos festivos y dos días en los que las empresas y los trabajadores puedan trabajar sin pagar cuotas ni empresariales ni salariales.

La reacción de los asistentes al mitin, que se supone que simpatizaban con su líder, no fue de entusiasmo sino de estupefacción. Parecían añorar los tiempos en los que bastaba con insultar al adversario para obtener la atención mediática que perpetúa la ceguera colectiva.

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