”Salvem Catalunya” fue el lema de la candidatura de Sílvia Orriols en las elecciones autonómicas del 2024. Entonces salvó el primer obstáculo al conseguir representación parlamentaria con dos diputados. Ahora conseguiría salvar un segundo: dejar de ser una formación marginal para hablarle directamente de tú a tú a ERC y, sobre todo, a Junts. Es el momento Aliança. Es el mensaje de que el 2024 no fue un accidente. Republicanos y neoconvergentes ya no se disputan solos el liderazgo del independentismo.
El fracaso del procés anticipa un posible colapso del duopolio. Tras el derrumbe del independentismo surge una reconfiguración a tres bandas, donde Aliança Catalana representa la nueva política independentista ofreciendo un producto electoral diferenciado y alineado con el signo de los tiempos. Una salvadora busca revitalizar el movimiento desde los márgenes.
Un cordón sanitario haría inviable cualquier mayoría en Catalunya
Así como la gestión del procés por parte del PP catalizó la escisión de Vox, la gestión del postprocés por Junts (y la capitalización política del terror yihadista en Barcelona y Cambrils en el 2017) ha creado espacio para la ultraderecha catalanista. Vox vivió su momento en el otoño del 2018 y ahora es una fuerza consolidada tanto en Catalunya como en el conjunto de España. La estimación que Ipsos publica hoy sugiere una trayectoria similar para Aliança Catalana: 19 diputados, primera fuerza política en Girona y Lleida, cuarta en un Parlament que se escora a la derecha.
Varios factores confluyen para impulsar a Aliança: el clima reaccionario, la preocupación ciudadana por la inmigración (el tema espinal del partido), la saturación informativa que refuerza la desafección y la actitud antipolítica, el desengaño con el procés , el sentimiento de agravio hacia el Estado y el creciente anhelo por liderazgos fuertes (o salvapatrias), entre otros. Los mismos elementos que alientan el auge de Vox: 16 diputados. Su crecimiento simultáneo es compatible. Juntos sumarían 35. Uno de cada cuatro escaños en el Parlament sería de ultraderecha (catalanista y españolista) si hoy hubiera elecciones. Ambos comparten diagnóstico y crecen en paralelo. Pero con una diferencia crucial: unos són els de casa . Aliança no perdería por ahora ni un voto hacia Vox. Cruzar la frontera españolista parece más difícil que traspasar la independentista.

La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, en el Parlament
Las razones demoscópicas del momento Aliança son nítidas: su fidelidad maciza (el 91% de sus votantes repetiría), una abstención conversa (un 9% de abstencionistas que ahora encontraría un motivo convincente para votar), el desapego de Junts (la fuga más significativa: un 20%) y un cóctel de malestares que afecta, aunque de forma desigual, a todos y cada uno de los partidos, de derecha a izquierda: el 7% de ERC, el 6% de Vox, el 4% del PP, el 3% del PSC, el 1% de Comuns y el 1% de CUP se desplazan hacia la formación de Orriols. Nadie se salva.
Con 19 diputados Aliança no puede ser ignorada. Un resultado como este transformaría la aritmética parlamentaria y condicionaría el futuro de la política catalana. Un cordón sanitario haría inviable cualquier mayoría: ni de izquierda, ni de derecha, ni independentista. Catalunya entraría en territorio inexplorado.