En un país en el que la política se ha convertido en ver como el contrario no levanta cabeza, o como consigues que el de enfrente muerda el polvo, y aprovechar para ello cualquier asunto, sería conveniente que en los temas importantes, los debates no se vuelvan imposibles, como lo son ahora.
Vox ha devuelto a la confrontación política el aborto, o más bien ha sido la metedura de pata del PP –afortunadamente rectificada por la dirección nacional del PP– lo que ha dado pie a que se hable del aborto, pero solo para dejar en evidencia al contrincante. Lo ha hecho Pedro Sánchez, al sacar a la palestra la posibilidad de incluir el aborto como un derecho constitucional, sabiendo que es imposible conseguirlo sin el apoyo del PP, y lo ha aprovechado Sumar, que se ha apresurado a recordarle al presidente del Gobierno que fueron ellos quienes primero propusieron eso, hace un año, y el PSOE se opuso. ¿Por qué entonces no y ahora sí?
Responder a Vox con argumentos es la única forma de callar los falsos discursos
Un debate estéril que no habla de lo más importante, la situación de la interrupción voluntaria del embarazo y los problemas que arrastra ley tras ley, desde la primera que se aprobó en 1985, en la primera legislatura de Felipe González. Entonces el PP, todavía Alianza Popular no solo se opuso, sino que recurrió la norma ante el Tribunal Constitucional, como ha hecho con las siguientes. Y desde entonces, aunque cuando han gobernado no ha reformado la legislación existente, salvo algún asunto menor puntual, ha sido siempre un asunto incómodo para todas las direcciones del partido, y por eso los populares no deberían caer en el juego de Vox sin medir las consecuencias que tendrá en el debate político, aunque rectifique.
Pues bien, los españoles agradecerían a los tres partidos citados, y a los demás del arco parlamentario, que hubiera un debate serio sobre por qué en 12 provincias españolas (datos del 2024) no se ha practicado ningún aborto, obligando así a las mujeres que hayan querido hacer uso de ese derecho garantizado por ley, a trasladarse a otra provincia o a otra comunidad autónoma; o por qué casi el 79 por ciento de los abortos practicados se producen en la sanidad privada. Algo pues está fallando a la hora de aplicar la ley.
José Luis Martínez-Almeida
La inmigración también merecería un debate sereno. Que la inmigración es imprescindible para que España funcione es algo que no puede negar nadie. Basta con salir a la calle y ver todos los servicios que dependen de que los inmigrantes trabajen, y eso en el momento que menos nivel de paro hay en España. Son esos datos los que habría que contraponer a las afirmaciones, la mayoría de las veces infundadas, de Vox. Responder a Vox con argumentos es la única forma de callar los falsos discursos, pero para eso no hay que reducir un debate sobre la inmigración a si el Gobierno ha sufrido otra derrota al no poder sacar adelante en el Congreso su acuerdo con Junts.
Y ocurrirá de nuevo mañana. El Congreso debatirá el decreto ley de medidas urgentes contra el genocidio en Gaza y de apoyo a la población palestina, pero en realidad la atención estará en saber si el Gobierno tendrá los apoyos suficientes para sacarlo adelante, tras la amenaza de Podemos de tumbarlo, con lo que el titular se quedará en “Otra derrota del Gobierno”. Nada que ver con la situación en Gaza. Pero del genocidio (aunque se llame masacre) que tiene en pie de guerra a la mayoría de los españoles, se hablará poco. El viernes, de nuevo en otra obra de teatro, “Los yugoslavos”, sus actores, terminada la función, leyeron un pequeño escrito: “No podemos quedarnos callados” dijo una de las actrices de la función, y condenaron “firmemente el genocidio que el Estado de Israel está perpetrando contra palestina”. No hubo sobreactuación, ni gritos fuera de tono, solo el aplauso unánime de todos los espectadores puestos en pie, porque es lo que importa.