La flotilla no ha logrado sus objetivos de ayuda humanitaria y sí, en cambio, un éxito mediático monumental. Ha sido un factor importante de movilización de cientos de miles de personas que, en todo el mundo, se han manifestado contra la política de Netanyahu (en Barcelona, con cánticos de métrica desigual, en catalán, castellano, inglés y árabe). Durante un mes, los barcos han acaparado una atención informativa que ha alimentado el sarcasmo de sus detractores, pero también el interés de mucha gente –sobre todo jóvenes– que se han estrenado en la práctica de la consciencia geopolítica. Una conciencia centrada en un mundo en el que los unos aniquilan a los que han prometido aniquilarlos a ellos y en el que conviene distinguir la auténtica solidaridad con las víctimas inocentes de los que vampirizan el dolor ajeno para alimentar un activismo narcisista.
Uno de los barcos de la Global Sumud Flotilla
Anécdota: el domingo, en un autobús de la línea V11, dos chicas volvían de la acampada solidaria con una sonrisa y consignas propalestina y antifascistas. Unos asientos más allá, dos jóvenes bajo los efectos de una heroica noche narco-etílica. Conectados a los auriculares, y protegidos por la capucha de sus sudaderas, cerraban los ojos y movían la cabeza mientras seguían un chumpa-chumpa remoto. Son dos formas de gestionar la incertidumbre existencial que vive la juventud.
La atención mediática a la flotilla culminó con una apoteosis de declaraciones
Ayer la atención mediática a los miembros de la flotilla culminó con una apoteosis de declaraciones que confirman lo que decía Noam Chomsky: “La propaganda es a las democracias lo que la violencia es a las dictaduras”. Ada Colau y Jordi Coronas, que han defendido la coherencia entre ideología y compromiso asumiendo su condición de portavoces, fueron elocuentes al denunciar torturas y maltratos que, según ellos, confirman que Israel no es una democracia sino un estado fascista. Duda: en un concurso planetario de estados fascistas que valorara todos los índices de normalidad democrática, ¿en qué lugar quedaría Israel? Y aunque los maltratos sufridos por los miembros de la flotilla —intolerables, denunciables. inhumanos— no se pueden comparar con los que sufren los secuestrados por Hamas, la conciencia geopolítica también recomienda no conformarse con las polarizaciones inducidas.
El sábado, Xavi Bundó y Josep Cuní compartieron una interesante conversación en el Via Lliure de RAC1. Ambos representan una manera parecida de entender la radio. La conversación huyó del dinamismo y la estridencia falsamente informales. Comentando las servidumbres del oficio, Cuní aportó el distanciamiento reflexivo de la experiencia y, sobre el tipo de información que predomina en muchas emisoras de radio y cadenas de televisión, dijo: “Nos recreamos en explicar el qué, pero echo de menos que expliquemos el porqué”. Y sobre los nuevos hábitos de presentar las noticias sin corbata, añadió: “Pensamos que somos modernos cuando en realidad solo somos esnobs”.

