España, encerrada en El Ventorro

Cuaderno de Madrid

España, encerrada en El Ventorro
Adjunto al director

Al principio fue la burla, la intolerancia ante las alertas meteorológicas. Cuando ocurrió la tragedia de Valencia, los insultos y amenazas en las redes sociales contra los profesionales de la Agencia Estatal de la Meteorología ya eran costumbre. Los meteorólogos deben ser difamados porque se han convertido en los pedagogos del cambio climático. Los hombres y las mujeres del tiempo no deben estropear el negocio hotelero en el país de los magníficos fines de semana.

Pelea doméstica que conectaba con una corriente mucho más amplia: la ofensiva contra los estudios del clima y la constante denigración de la ciencia. La confianza en la ciencia debe ser laminada porque contribuye a crear un orden social basado en la razonabilidad, lo cual refuerza el universalismo, el globalismo. “¿Lo dice la ciencia? No me lo creeré hasta que no lo lea en mi red social de confianza. ¡Arriba la subjetividad!”. Esa estrategia no se diseñó en Valencia, por supuesto. Esa estrategia forma parte de la gran batalla mundial en curso, pero fue determinante en la tragedia de Valencia.

A la onda difamatoria contra la meteorología y a la consigna de no lastimar los intereses de la hostelería, se le sumó el liberalismo castizo. 4 de noviembre del 2023. Un año antes de la dana valenciana, la Comunidad de Madrid ensayó el envío de una alerta a los teléfonos móviles ante el riesgo de lluvias torrenciales. Era la primera vez que se experimentaba ese tipo de comunicación en España. Llovió mucho, pero no hubo que lamentar graves daños en la capital. Un mes antes, otra fuerte borrasca había causado inundaciones y dos muertos en la periferia de Madrid. Aquella sonora  alerta en los móviles no gustó al liberalismo castizo: ¡Intolerable intromisión del Estado en la vida de los ciudadanos! ¡Pitido orwelliano! Buena bronca se armó en Madrid contra la Aemed en noviembre del 2023. Incluso el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, se metió en la pelea: “Si un organismo público alerta de ‘peligro extremo’ debe estar muy seguro, porque eso tiene consecuencias sociales y económicas”. El Partido de la Hostelería manda mucho en España. Al final, herida en su amor propio, Isabel Díaz Ayuso tuvo que salir en defensa del mensaje de alerta, propiciado por el pronóstico de los meteorólogos, pero enviado a los teléfonos móviles por su gobierno. “Con lo que tenemos que quedarnos es con lo que se ha evitado gracias a esa alerta”, dijo, con notable lucidez.

Un año de la Dana en Valencia Recorrido por diferentes localizaciones Restaurante el Ventorro ,Valencia

Imagen del restaurante El Ventorro, en el centro de València

Xavi Jurio

Todas las batallas culturales que se hornean en Madrid tienen su repercusión en ‘provincias’. Los altavoces del Madrid DF son potentes. Se abrió un surco: hay que desconfiar de los meteorólogos, cuidado con alarmar demasiado a la gente, tengamos muy en cuenta que hay otros intereses que defender.

La fatídica semana del 29 de octubre del 2024 presentaba un puente de tres días, puesto que la festividad de Todos los Santos caía en viernes. Viernes, sábado y domingo, una magnifico finde para salir de casa antes que el otoño se enfríe. Creo que vamos entendiendo porque los gobernantes valencianos no tenían mucha prisa en enviar una alerta general que podía tener  efectos disuasorios para los posibles visitantes foráneos, que podían ser miles y miles. Mucho dinero.

La hostilidad contra las alertas meteorológicas en un país turístico contribuyó al desastre

No era una orden, no era una consigna. Era una actitud. Era una óptica. Era la línea de fondo. Carlos Mazón había nombrado consejera de Turismo e Industria a la abogada Nuria Montes, presidenta de Hosbec, la asociación hotelera más grande de España, entidad surgida en Benidorm. El día de la dana, la administración regional valenciana ya llevaba semanas trabajando en la modificación de la legislación urbanística para autorizar la construcción de hoteles a doscientos metros de la playa. Pacto PP-Vox que ha invalidado los quinientos metros establecidos por el anterior gobierno presidido por Ximo Puig .

(La señora Montes fue destituida días después de la dana por haberse encarado con familiares de las víctimas que intentaban localizar a sus parientes desaparecidos en la morgue instalada en la Fira de València).

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Había una atmósfera. Había una óptica. Había una campaña contra las alertas meteorológicas. Había unos prejuicios y unos intereses. Y después se supo lo del Ventorro. Y desde entonces España está encerrada en El Ventorro, el ámbito en el que los políticos se comportan de manera manifiestamente irresponsable sin que pase nada. Mazón no ha dimitido porque le falta coraje cívico, cualidad que probablemente desconoce, y porque Alberto Núñez Feijóo, escuela Romay Beccaría, no quiere líos en el PP valenciano, no quiere líos en general, y confía en que el tiempo vaya diluyendo poco a poco el malestar de la gente, a la espera de que la magistratura acabe liquidando a Pedro Sánchez, si no lo hace antes Carles Puidgmont, aterrorizado por el crecimiento de Aliança Catalana en las encuestas.

Ha pasado un año y el ganador es Vox, sin duda alguna. Vox capitaliza el malestar y ha hecho prisionero al PP valenciano, puesto que Mazón les debe su supervivencia. Mazón hace todo lo que le dicta Vox. La Comunidad Valenciana es hoy el escaparate de la captura estratégica del PP por parte de su nuevo rival. Vox estaba hace un año en el 9% y ahora ya galopa hacia el 20% en toda España.

Gana Vox, el partido de la desconfianza; ha capturado a Mazón y sube en toda España

La dana valenciana inauguró un extraño periodo de desplomes: el gran apagón del 28 de abril del 2025, que ha abierto una descomunal batalla de intereses en el mercado eléctrico; los terribles incendios forestales de este pasado verano en Castilla y León, Extremadura y Galicia, con evidentes actitudes negligentes en instancias políticas, y ahora, el escándalo de las mamografías en Andalucía.

Algo está pasando desde que España se quedó encerrada en El Ventorro.

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