Cómo se vive después de haber salido de un poder con mayúsculas como el que otorga residir en la Moncloa, después de haber sido presidente de gobierno. Se cuenta que fue Adolfo Suárez quien rehusó llevar el marbete de “primer ministro”, seguramente por esquivar las apariencias de subordinación a un monarca, entonces gran protagonista de la transición. De los colegas europeos nadie se asienta tan sólidamente en el cargo y por más tiempo que el nuestro, a no ser el canciller alemán en quien se inspira la figura española, con el propósito en ambas democracias de hacerle fuerte ante el parlamento que lo ha elegido.
La salida del gobierno ha quedado bastante más en la memoria pública de los presidentes que el momento de su llegada, a excepción de González, a quien se imagina aliviado porque las urnas pusieran fin a su récord de permanencia. Señaladamente, los tres días de amargas sorpresas para Aznar, quien había dispuesto un relevo que ahorrase traumas en las filas del partido e improvisaciones a los mandos del gobierno, que los otros evitaron acometer o no pudieron hacerlo.
Las carreras de quienes alcanzaron la presidencia nunca acaban satisfactoriamente
De cualquier modo, las carreras políticas de quienes alcanzaron la presidencia no concluyen satisfactoriamente nunca. Para orientarse en el laberinto de la figura española presidencial, quizá la rememoración más transparente de autor en el cargo sea el libro de Calvo Sotelo hasta la fecha.
Los expresidentes del Gobierno, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.
Una serie de cuatro capítulos, La última llamada , ha dibujado por primera vez los perfiles de cada uno, a base de sus respuestas personales a preguntas que no se oyen sobre los años de poder. Cualquiera interesado por esta democracia escuchará aquí las buenas razones del que marca el rumbo del sistema político, guste o no. No se trata de una reconstrucción informativa, ni un balance centrado en la gestión de cada cual, sino que los presenta capítulo a capítulo en su memoria personal de todo aquello a día de hoy, en primeros planos de cámara jalonados por imágenes ilustrativas de sus aspiraciones o de los hechos en bruto que se cruzaron por el camino.
Es un pasado de onda larga, que llega al 2025 y seguirá por más tiempo, no sin el bucle de una suave melancolía, igualmente notoria entre los colaboradores encuestados para el programa. El haber pasado por la presidencia del ejecutivo imprime un carácter común, intransferible a los demás en la clase política. Aunque, como aportaba el director del documental, se pueda trazar una clara línea en los mayores, políticos de ambición, empresarios de su país, respecto a los dos más jóvenes, de condición adaptativa y seguidora de los acontecimientos que, de cualquier modo, siempre se le vienen encima a todo gobernante.