Francesc-Marc Álvaro: “La tradición pujolista es lo contrario a Orriols”

Entrevista

El periodista y diputado por ERC en el Congreso como independiente publica 'El franquisme en temps de Trump', en el que analiza el crecimiento de la extrema derecha

Francesc Marc Alvaro

Francesc-Marc Álvaro, fotografiado recientemente en Barcelona

Ana Jiménez

El periodista y escritor Francesc-Marc Álvaro (Vilanova i la Geltrú, 1967) pasó de espectador a actor cuando entró en 2023 como diputado independiente por ERC en el Congreso. Ahora publica 'El franquisme en temps de Trump' (Pòrtic), en el que examina el auge de la extrema derecha.

Memoria histórica

“No se produjo una pedagogía de la historia para desfranquizar a la sociedad”

Da a entender que el franquismo perdura actualmente.

Sí, hay un hecho bastante objetivable, que es que tras la muerte del dictador el franquismo sociológico continuó. Ahora lo que hace Vox es articular políticamente un sustrato que nunca ha desaparecido. Esta es una sociedad que edificó su democracia sobre esta sensibilidad, y no se produjo una pedagogía de la historia para 'desfranquizar' a la sociedad. Y ahora, además, viene reforzado por los modelos globales de derecha ultra.

¿Por qué califica a Vox de neofranquista?

Hacen una operación que no quiere volver a la dictadura, aceptan nominalmente la democracia pero la quieren restrictiva, limitada y excluyente. Es el modelo de Trump: impulsar formas autoritarias bajo el paraguas democrático, que es hacer una especie de régimen iliberal manteniendo el formato de un estado de derecho.

Sostiene que ha habido escasez de políticas de memoria histórica.

La emergencia es multifactorial, pero es evidente que hay una falta de pedagogía histórica, singularmente durante la etapa de Felipe González. Es como si los gestores de estos primeros años de la democracia pensaran que por el solo hecho de tener democracia todo quedaba conjurado. Pero, para abrir el foco, normalmente en todos los países las opciones ultras entran por un agujero que hace la antipolítica. Sin antipolítica, no habría prácticamente ultras.

Estas fuerzas están captando voto joven. ¿A qué lo atribuye?

Vox ha conectado con votantes nuevos porque hace este discurso antipolítico y detecta malestares entre la gente joven, que van desde la vivienda hasta la moda de ser contracultural. En estos momentos ser facha es ir contra el sistema. No es nuevo. Tanto el fascismo italiano como el alemán eran atractivos para los jóvenes.

¿Conviene que se plantee avanzar el derecho a voto a los 16 años?

Personalmente creo que está bien en los 18.

Plantea la tesis de que tanto Vox como Aliança se han alimentado del procés.

Aliança crece por dos factores: la moda global de la reacción y malestar con la inmigración, y por la frustración del procés. Vox sube por muchos motivos, pero el procés hace que el elemento centralista crezca porque ven delante una “amenaza existencial” para España. El procés les da la razón en que España está en peligro por lo ocurrido, aunque no valoran si realmente lo está y si fue una cosa simbólica.

¿Los cordones sanitarios son efectivos?

Los cordones sanitarios son lo que hacemos y lo que decimos. Creo que el problema principal de los cordones sanitarios es la narrativa sobre la que se sustentan. El camino es plausible y pertinente. Nos lo enseñó Angela Merkel. Lo que no sé si hacemos bien es la explicación de esto. La tarea principal la tiene la derecha democrática. En España, el PP no lo hace y esto es suicida para Feijóo.

¿Suicida hasta el punto de que Vox acabe con el PP?

Vox no quiere ser la muleta del PP, quiere sustituirlo como partido grande de la derecha. Es su plan y Feijóo lo alimenta cuando sigue el dictado de Vox.

¿Y Aliança con JxCat?

Es la versión catalana del populismo ultra. Están en un proceso anterior, pero la agenda de Aliança está influyendo en el mundo local de Junts. Harían bien en analizar lo que le ha pasado al PP con Vox y no perder de vista la tradición pujolista de la que vienen, que en su mejor formulación sobre la convivencia y el modelo de país es lo contrario a lo que dice Orriols.

¿Las fuerzas de izquierdas se han equivocado?

La autocrítica tiene que venir por una cuestión de contenido y de formas. El problema de las izquierdas y la socialdemocracia ha sido que hemos hablado más de cosas laterales que sustanciales. Es desconcertante que los ultras hablen de vivienda y trabajo cuando es el corazón de las políticas socialdemócratas. Tenemos que recuperar un discurso fuerte, social y comprensible. Y no se entienden las batallas de la ultraderecha sin una apuesta por la no-verdad.

¿Ve viable la legislatura tras la ruptura de Junts con el PSOE?

Esta legislatura tiene una mala salud de hierro. Siempre he visto a Pedro Sánchez determinado a seguir pese a todo. Por otro lado, en la medida en la que no puedes aprobar presupuestos, el sentido de la acción política se pierde. Estamos en un terreno híbrido en el que no hay mucho juego posible, pero tampoco hay una mayoría alternativa porque no sale. Dependerá de la capacidad de resistencia del PSOE para aguantar esta mala vida.

Y del apoyo (o no) de ERC y otros socios de investidura.

Tenemos claro que un escenario de PP-Vox es malo, pero debemos defender nuestros intereses. Convive la amenaza de que viene un adversario que puede alterar las reglas de juego profundamente, con la necesidad de que los compromisos se cumplan. Cuando no se cumple, se abona el terreno para que los ultras entren.

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