Con su reciente victoria en las legislativas de su país, Javier Milei es hoy técnicamente el epítome de la derecha autoritaria. Ni un ultraderechista, ni un fascista, sino técnicamente “un estabilizador” de nuevo cuño que conecta con la urgencia. Ninguna categoría del siglo XX explica en modo alguno este fenómeno. La motosierra de Milei conecta con el resentimiento contra todo lo inmediatamente anterior, contra el peronismo de Kirchner, pero también contra el melifluo Macri y esa cuesta abajo decadente a la que sus electores no quieren volver ni en pintura. Es el voto de la ira, el maltrato y el resentimiento en busca de una nueva estabilidad que en otras latitudes se manifiesta contra el consenso Obama en EE.UU., el republicanismo gaullista en Francia, el bipartidismo en España y contra los héroes y villanos del procés en Catalunya por igual.
El sistema democrático no está sabiendo canalizar el resentimiento que él mismo genera y que está en la base del reemplazo de la vieja derecha conservadora o liberal por la nueva derecha autoritaria. Milei nos explica con su victoria además que la derecha autoritaria sabe reemplazar de inmediato a lo viejo a través de una política de 5 segundos en la que para vencer hay que capturar antes la urgencia ciudadana. Como ha hecho el MAGA, como AC en Catalunya y Vox en el resto de España para asombro de Junts y PP. Tienes que ser competitivo en 5 segundos (Tik-Tok), para tener 50 segundos (TV) y ser merecedor, quizá, de 50 minutos de atención. La era de los dúplex de televisión con Podemos y Cs de hace 10 años ya no existe. Lo de las gafas de Pedro Sánchez es política de 5 segundos.
Ante un escenario inestable la visita sorpresa de Sánchez a Waterloo sigue siendo una buena idea
La política autoritaria persigue, por tanto, la estabilización y solo se le puede ganar siendo otro estabilizador. Para ello, hay que dominar la demografía, la tecnología y la cultura y no solo capturar la urgencia sino dar un paso más: concretarla. Como diría Pablo Iglesias, estamos ante el “malmenorismo” frente a la urgencia capitalizada por el autoritarismo. Poco equipo este del “mal menor” para ganar La Liga.
En política como en el fútbol meter gol tiene más que ver con el control que con el tiro. Y el despiste aquí es generalizado, pues a Junts le está sucediendo lo mismo que al PP: o son derecha democrática perfil Merz o son derecha autoritaria perfil Weidel, pero todo a la misma vez es imposible. La frustración de Aznar en su libro Orden y libertad es esclarecedora. Y la rueda del president Carles Puigdemont deja muchas preguntas abiertas. Tanto Junts como el PP, pudiendo ser influyentes en el Congreso actual, se han instalado en unos caucus de la derecha o primarias, dentro y fuera a la vez, de resultados inciertos.
Alberto Núñez Feijóo y Carles Puigdemont.
Hablemos claro: Puigdemont no es un autoritario, sino un liberal y además antifascista. Aspira a una autonomía estratégica muy difícil en su caucus frente a AC, pues un 30% de sus votantes prefieren a Sánchez de presidente frente a menos del 1% a Feijóo. No hace falta ser un lumbreras para entender que no habrá censura porque lo de Junts sería entonces como la UCD en 1982. Ya se cuidarán de no aparecer nunca como los que hicieron caer a Sánchez, preferido en Catalunya para presidente. Están entre dos aguas, el pragmatismo de Illa y el autoritarismo de Orriols, pudiendo escaparse del caucus autoritario a través de una cumbre con Sánchez que les ayudaría. Algo que tras la ruptura ya no es cosa del líder de Junts.
¿Y el PP? Se acaba de meter –sin entrar en la próxima salida de Mazón de la Generalitat Valenciana– en un carrusel de elecciones que abre María Guardiola, presidenta de Extremadura, y que podría desembocar en una nueva captura estratégica de Vox al PP de, al menos, seis meses, hasta verano del 2026. Produciéndose un “efecto mariposa” de investiduras fallidas si no logra el PP mayorías absolutas pero, como hasta ahora, sí suman con Vox. La investidura de Extremadura tentativamente sería en la precampaña de Castilla y León (19 de febrero presentación de programa y el 20 votación) y la de Mañueco en la precampaña de Juanma Moreno en Andalucía. Un horror. Tiempo suficiente para el desgaste de la derecha en tres comunidades convertidas en su Iowa particular, mientras los socialistas observarán atónitos pensando en generales. En estas condiciones de posible gran inestabilidad, la visita sorpresa de Sánchez a Waterloo sigue siendo una buena idea. Para apostar, de verdad, por unos presupuestos o para convocar elecciones tras los caucus de la derecha.
Next week
La cumbre
Seguimos pensando que Puigdemont y Sánchez tienen una cumbre pendiente para hablar de vivienda, energía e inmigración, la base de unos presupuestos, porque ambos con ello cubrirían técnicamente la campaña de las municipales del 2027. Romper con el PSOE es solo un relato hasta que haya un para qué sobre el futuro claro. Ese encuentro pendiente en Bruselas, antes de la Amnistía total por parte del Constitucional, debería recuperar la didáctica plurinacional en el Gobierno de coalición que da sentido a Junts frente a AC y a la mayoría de la investidura.
El ojo de halcón
El reemplazo
España es un Estado plurinacional del suroeste de la UE que ve como una de sus naciones, Catalunya, siempre tan moderna, vive en este sinvivir a propósito del ascenso de AC, la nueva derecha autoritaria, como reemplazo de Junts, su derecha del siglo XX. El refrendo interno de Junts para validar la solemne ruptura por unanimidad de sus líderes con el PSOE le sitúa en ese marco del reemplazo que tiene lugar en cada elección en el hemisferio occidental. Solo la plurinacionalidad puede evitarlo, concepto que cae erróneamente una y otra vez en el olvido.