Dos altos cargos de la BBC han tenido que dimitir por manipular un vídeo de Donald Trump en el que, gracias al montaje de un contenido informativo, un discurso del presidente norteamericano aumentaba su carga de agresividad. La detección de la manipulación y la parcialidad nace de una denuncia y del informe del Comité de Estándares Editoriales de la empresa de radiotelevisión. La secuencia de denuncia-informe-decisión reafirma la necesidad de disponer de filtros independientes que preserven la credibilidad de los medios públicos y, por extensión, del periodismo. Por eso sorprende constatar con qué entusiasmo las seudocabeceras digitales que trafican con la criptoactualidad amplifican el caso de la BBC. De paso, no dudan en manipular los titulares y la substancia de esta información en nombre de una libertad de expresión que les sirve de coartada para consolidar la industria de la impunidad.
Ada Colau, en una imagen reciente
Domingo, Carlos Márquez informaba en La Vanguardia que la exalcaldesa Ada Colau afirma que, contra el rumor creciente de su regreso a la primera línea política, no piensa presentarse “ni a las primarias, ni a las municipales, ni a las estatales, ni a ninguna otra”. Curiosamente, estas declaraciones en las que Colau expresa su deseo de reconstruir su vida personal y centrarse en el activismo no han sido recibidas con un respeto y un alivio unánimes. Una parte de los que, mientras estuvo en el cargo, criticaron su obra de gobierno, sus contradicciones, su victimismo, su populismo y sus postureos se han sentido profundamente defraudados. Son los que ansiaban que Colau volviera a ser candidata no para debatir sus ideas sino para poder insultarla con el furor que proporciona la rabia entendida como antidepresivo.
Que la exalcaldesa Colau afirme que no se presentará debería ser una buena noticia
Comparto sobremesa con, entre otros, un ejecutivo –catalán en el exilio– de una importante consultoría de comunicación con sede en San Francisco. Solo tiene treinta y cuatro años, pero sus diagnósticos son alarmantemente pesimistas. Explica el contraste abismal entre la miseria y la opulencia de su ciudad de adopción, las incertidumbres, económicas, sociales, culturales, que plantea la presidencia de Trump y, con la autoridad que le da conocer los nuevos métodos para atraer la atención de los usuarios con finalidades comerciales o políticas, los define como “armas de hipnosis colectiva”.
Y comentando la influencia descontrolada y creciente de TikTok, habla de “pornografía del impacto”. Le pregunto si puedo citarle en un artículo y me responde que sí, pero que prefiere mantenerse en el anonimato, no por miedo a represalias profesionales sino porque le da mucha pereza aparecer en el bazar de candidatos a ser linchados que alimentan esta insaciable maquinaria. Y añade: “Algunas de las aplicaciones que explotan la inmediatez a través de una corriente continua de algoritmos y estímulos sin ninguna jerarquía tienen la potencia del fentanilo”.

