El tablero a la izquierda del PSOE sigue moviéndose ante la falta de certezas en su horizonte electoral. Y esta vez lo ha hecho con Antonio Maíllo como protagonista. El coordinador federal de IU ha deslizado este martes dos mensajes que, combinados, reordenan el debate preelectoral en el espacio progresista. Por un lado ha insistido en ”no está cerrada” la cuestión de que la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se presente como candidata del espacio. Y, del mismo modo, ha dejado la puerta abierta a postularse en caso de que el proceso de unidad así lo exigiera.
Durante un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum, Maíllo ha subrayado que Díaz “no se ha pronunciado” sobre si pretende repetir como cabeza de cartel y que, por tanto, “no está cerrado” que vuelva a ser la referencia electoral. No lo plantea como una crítica directa, pero sí como una llamada a no repetir errores. Su tesis es clara: los frentes amplios no pueden construirse alrededor de una figura personal, porque la erosión política termina afectando al conjunto. “Lo vivimos con Unidas Podemos, lo estamos viviendo con Sumar”, ha recordado.
El líder de IU, que está viendo la incompatibilidad existente hoy por hoy entre los respectivos proyectos de Yolanda Díaz e Ione Belarra, ha insistido en que no dio el paso para dirigir la organización con la vista puesta en una candidatura estatal. “No me presenté para ser candidato de nada”, ha dicho. Pero acto seguido ha admitido que, en un escenario de fragmentación y con la derecha avanzando, no puede descartar asumir ese papel: “La vida te lleva a veces por donde no pensabas”.
Sus palabras llegan en un momento en el que distintas organizaciones del espacio están tanteando fórmulas de cooperación para el próximo ciclo electoral que empezará en Extremadura y Castilla y León. Maíllo cree que existe ya una “unidad social” en el flanco izquierdo que interpela a las direcciones políticas y que ese impulso terminará imponiéndose. “Ese afán de unidad no podrá ser impugnado por ninguna formación; lo contrario sería mediocridad política”, ha advertido como freno a los debates personalistas de ciertos líderes.
Lejos de centrar el foco en quién debe encabezar la papeleta, Maíllo ha defendido que lo prioritario es definir un proyecto político común, una hoja de ruta con bases sólidas que no dependan del desgaste o fortaleza coyuntural de una figura concreta. Solo después, sostiene, será el momento de elegir “a cualquiera” que pueda encarnar esa candidatura unitaria. Incluso el nombre del futuro frente amplio, otra de las cuestiones abiertas, debería decidirse con calma, según ha sugerido.
Su advertencia, cargada de experiencia reciente, apunta a la necesidad de no repetir dinámicas personalistas: “Si uno vincula en demasía un proceso político a una referencia y esa referencia se diluye, se diluye el proceso. Tenemos que aprender de los errores para hacerlo bien”.

