Carmina Gustrán (Zaragoza, 1982) reconoce que su nombramiento para coordinar los actos de conmemoración del medio siglo de la muerte de Franco y el inicio del camino a la democracia hace once meses le hizo sentir una gran responsabilidad, pero tenía claro que como historiadora especializada en la España Contemporánea era una oportunidad única de llevar la historia “al mayor número de lugares y personas”. Y está satisfecha de lo organizado hasta el momento y de lo que aún queda por hacer, ya que los eventos se prolongarán durante el 2026. La democracia, recuerda, tardó en llegar porque las raíces de una dictadura de 40 años estaban bien arraigadas. Nada fue gratuito, todo costó.
“La lucha de la gente anónima posibilitó que la democracia fuera más amplia”
¿Dónde pondrán el énfasis una vez pase el 20-N?
En las luchas sociales, en los movimientos vecinales, en los estudiantiles, en los movimientos de mujeres, en toda esa gente que impulsó la democracia, gente anónima que no sale en los libros de historia, pero que son los que realmente posibilitaron que el proceso de democratización fuera más amplio y no tan continuista como se había previsto.
Más actos, más personas, más lugares... Pero sin el apoyo del PP y de Vox, y tampoco de las instituciones en las que gobiernan.
Lo vivo con tristeza, porque creo que mi propia designación es poco partidista. No soy política, soy una profesora universitaria que además también viene del mundo de la gestión cultural. Y el objetivo de todo esto no es otro que poner el énfasis en la celebración de lo que se ha conseguido y en lo que se puede seguir consiguiendo.
Como historiadora, ¿qué le ha sorprendido de esa época?
La manera en cómo se estudiaba la historia cuando hice la carrera (2000-2004) y el doctorado. El enfoque era siempre más político y ahora la historia se está abriendo a otros temas, por ejemplo, a los movimientos sociales. Yo eso no lo veía en clase, como tampoco el Patronato de Protección de la Mujer. Tampoco había oído jamás del campo de concentración de Tefía, en Fuerteventura, al que mandaban a los homosexuales. Y el resto de campos de concentración del franquismo siguen siendo desconocidos para la población.
Si una especialista en la historia contemporánea de España no lo sabe, imagine el resto.
Por eso estamos dando voz a muchas historias que tristemente han estado demasiado tiempo marginadas. Esto no es partidismo, es ser riguroso. Quien no quiera que esto se dé a conocer, tendrá que explicar por qué.
¿Ese desconocimiento es lo que lleva a los jóvenes a idealizar la dictadura?
Este es un tema muy complejo que estamos trabajando el Injuve, con el Consejo de la Juventud, con el Ministerio de Educación, el de Juventud e Infancia... Por un lado, están las redes sociales, que favorecen los mensajes simplistas y polémicos. Y una vez que entran en esa espiral no cesas de recibir todo el rato la misma información.
¿Y por otro?
Creo que hay un problema del sistema. Esto no es una cosa que esté pasando solamente en España, también en todos los países. Tú ves las encuestas en el Reino Unido y la desafección hacia el sistema democrático se repite también allí, por ejemplo. Vivimos, una sociedad neoliberal que lo que hace es aislar a los individuos, los fragmenta y hay una búsqueda de identidad, de tener un horizonte. Pero lo que oyen es que van a vivir peor que sus padres, que no van a conseguir trabajo, una vivienda...
¿Por qué admiran a Franco?
Les están vendiendo una gestión, una falsa época de una grandeza, un poder de país, una eficiencia que no es real. A poco que rascas ves que eso es mentira, que lo de los pantanos era un plan hidrológico de la República. La Seguridad Social ya existía. El desarrollo económico vino, por un lado, de vender el turismo de manera indiscriminada y ahora estamos pagando mucho de aquello, y por otro, de todas las remesas de los emigrantes que tuvieron que salir. Nadie habla del proceso de redistribución de la población, del éxodo rural y de toda la gente que se fue de jornalero o de manera definitiva a Alemania, Suiza o Francia. Ni de la muerte de 200.000 personas por causas relacionadas con el hambre y no, no tuvo que ver la guerra, la destrucción de las cosechas o por la sequía, como decía el franquismo. Fue por la gestión que se realizó.
¿Preocupada?
Ahora mismo el tema de los jóvenes es el que más me preocupa. Los jóvenes están reflejando lo que pasa en la sociedad. Hay muchos chavales que no creen en ese discurso de odio, pero a veces tampoco saben enfrentarse a esos compañeros y decirles: “Creo que no tienes razón”. Hay que trabajar para darles herramientas.
Esa nostalgia hacia la época de Franco, ¿dónde puede conducirnos?
Los historiadores no tenemos que meternos a hacer predicciones de futuro. Dicho lo cual, si me hubieran preguntado hace unos años sobre Estados Unidos, me habría parecido imposible lo que está pasando ahora, por ejemplo, con la libertad de expresión, con la injerencia en las universidades, con el tema de inmigración... Tampoco me hubiera podido imaginar un partido de ultraderecha en el Gobierno italiano.
“Tenemos que dar todo el mundo un paso adelante para defender y mejorar la democracia”
¡Uf!
Lo ocurrido en Nueva York [la elección de Mamdani como alcalde] es significativo. La gente necesita respuestas en positivo, que realmente vayan dirigidas a sus preocupaciones vitales de verdad. No vale andarse con medias tintas.
¿Qué hacer?
Tenemos que dar un paso adelante, todo el mundo. Si realmente nos creemos que vivimos en una democracia, hay que defenderla y mejorarla.

