El ocho de diciembre de 1854, Giovanni María Battista Pellegrino Isidoro Mastai-Ferretti, el Papa Pío IX, último soberano de los Estados Pontificios, hizo saber urbi et orbi mediante la proclamación solemne de la encíclica Ineffabilis Deus que la Virgen María había sido concebida sin pecado original y, en consecuencia, su condición de mujer sin mácula pasaba a considerarse, a todos los efectos, uno de los principios (sagrados) del catolicismo.
Desde ese mismo día todos los comienzos de diciembre se celebra la festividad de la Inmaculada y el color celeste, que identifica el dogma concepcionista, es considerado sinónimo de la pureza, la tradición y la devoción. Todas virtudes asociadas a la Virgen.
De Purísima y oro se visten hasta los toreros en el Sur. Pero sin este tono azulado, sustituido por el rosa, va a tener que presentarse a su segunda reelección el presidente de Andalucía, aunque su magistratura autonómica –dos mandatos consecutivos en el Palacio de San Telmo– estuviera antecedida por un primer intento fallido.
El presidente de la Junta de Andalucía, Moreno Bonilla, durante un acto celebrado en Alfafar (Valencia)
Después de siete años de poder indiscutible, el líder de la derecha meridional, referente del ala menos tosca de Génova, disfrutaba hasta hace poco más de un mes del privilegio de los santos: su gracia (política) carecía de tope temporal. Ya no. Aunque, como vaticinan las encuestas, todos los indicios pronostiquen que volverá a ganar los próximos comicios regionales y podrá continuar en el Quirinale. Quizás con la ayuda de Vox.
Las cosas han cambiado mucho en muy poco tiempo. A la sacudida social causada por el deterioro de la sanidad –con epicentro en el caso de los cribados de cáncer de mama– se suma ahora el primer caso conocido de presunta corrupción de tres altos cargos del PP en Almería, focalizados en una institución clave para ejercer cualquier hegemonía política territorial: la Diputación Provincial.
Javier Aureliano García, el presidente de esta institución y caput mundi del partido conservador en la provincia más oriental de Andalucía, junto a su segundo –Fernando Giménez– y el alcalde la localidad de Fines –Rodrigo Sánchez Simón– fueron detenidos esta semana por la Guardia Civil (UCO). Se les acusa de cobrar comisiones ilegales a cambio de conceder contratos públicos.
El presidente de la Diputación de Almería, Javier Aureliano García Molina
Los delitos que se les imputan no son menores –cohecho, malversación y blanqueo de capitales– y los vínculos derivados de estos negocios implican a una sociedad mercantil –Azor Corporate Ibérica– propiedad de Kilian López, sobrino de la expareja del regidor de Fines y contratista recurrente de las administraciones públicas en Almería, todas en manos del PP.
Que detengan a dirigentes del partido conservador en el Levante andaluz no es un hecho nuevo: el número tres de la Diputación de Almería, Óscar Liria, sobrino de Rodrigo Sánchez, fue detenido en 2021 por orden del mismo juzgado. La investigación judicial, que es causa secreta, todavía está en curso. Habrá más implicados.
Desde el ascenso de Moreno Bonilla a la presidencia de la Junta, el PP andaluz no se había enfrentado nunca a un caso potencialmente tan comprometido. El único precedente es el que afecta a familiares de la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, por los negocios de su marido. El vínculo, en este caso, era de segundo grado.
Fernando Giménez, vicepresidente de la Diputación de Almería
En el affaire Almería, en cambio, la implicación es directísima: los investigados por la Justicia son miembros de la dirección del PP, además de representantes públicos. Javier Aureliano García es vocal desde hace una semana en la nueva Ejecutiva regional.
San Fernando –el nombre de la calle de Sevilla donde tiene su sede el partido– ha suspendido de forma cautelar de militancia a los tres detenidos, pero sin cuestionar su inocencia. Es una forma suave de marcar distancias (preventivas) con la presunta trama delictiva.
Tal decisión supone que el PP de Almería pasará a ser dirigido de forma directa por uno de los consejeros del gobierno de Moreno, Ramón Fernández-Pacheco, ex alcalde de la capital almeriense.
El presidente de la Junta dice desconocer los detalles del caso, pero en el Quirinale la operación de la UCO se ha recibido como una segunda (e incierta) vía de agua electoral, tras la tormentosa crisis sanitaria, aunque con una incidencia mucho más local que regional.
Es indiscutible que las lanzas electorales del PP van tornándose cañas conforme se acercan los comicios en Andalucía, lo que puede precipitar un adelanto de las elecciones, una hipótesis que parecía haber quedado descartada tras el episodio de los cribados porque la situación aconsejaba dilatar la cita electoral para coger aire.
Moreno nunca ha sido partidario de adelantar la convocatoria, entre otras cosas porque necesita una razón poderosa para justificarlo ante la opinión pública. Pero a medida que pasa el tiempo la baraka que acompaña al presidente desde diciembre de 2018, el día de la gran carambola, parece aproximarse a su estación término.
No es de extrañar que Moreno haya confesado que padece insomnio. La rueda de su fortuna ha comenzado a girar en sentido contrario.
