Ya quedan pocos días para la noche de Reyes y, uno de los momentos más especiales -sobre todo si hay criaturas en casa-, es cuando llega la hora de abrir los regalos. La casa es una locura de gritos, alegría y papeles de colores deshechos y cajas rotas... Pero una vez se han acabado de abrir todos los paquetes, los pequeños hacen recuento, y llega aquella frase: “Me falta aquel juego de la Play, se han olvidado el camión de la Patrulla Canina”, “No está la Bellie que pedí”.
Después de recibir un alud de regalos, las criaturas no han tenido bastante, falta alguna cosa, se han quedado desencantados, desilusionados, insatisfechos, expectantes, frustrados... Es el síndrome del niño hiperregalado, niños que reciben tantos y tantos estímulos en forma de regalos que pierden la noción del valor de las cosas.
Según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en el estado español se gastarán este año una media de 359 euros en regalos, y, principalmente, a quien se destinan más dinero es a los niños.
¿Por qué no se tiene que hacer la carta a los Reyes con un catálogo de juguetes al lado?
¿Tenemos que hacer la carta con un catálogo comercial cerca?
Las familias -padres y madres, pero también de rebote tíos y abuelos- tienen que ser conscientes de que son ellas las que pueden controlar la situación, desde semanas previas por la noche de Reyes, desde el momento que el niño habla de lo que quiere pedir, cuando se hace la carta mágica que se envía a Oriente.
Una de las prácticas habituales es coger un catálogo de juguetes -del establecimiento que tengamos más cerca o consideremos más barato- e ir señalando juegos que queremos, o marcando páginas.
Una manera de hacer que ya va por el daño camino, “el catálogo ya está condicionando el deseo, está impidiendo la posibilidad de salir de las cosas más estereotipadas y comerciales, está haciendo que el niño ya no tenga otros deseos, los niños se ahogan”, explica a RAC1.cat Francesc Núñez, sociólogo de la UOC, profesor de los estudios de artes y humanidades.
Francesc Núñez, sociólogo de la UOC
“El catálogo ya está condicionando el deseo, está impidiendo la posibilidad de salir de las cosas más estereotipadas y comerciales, está haciendo que el niño ya no tenga otros deseos, los niños se ahogan”
Los anuncios y los catálogos de juguetes son herramientas de los fabricantes de juguetes por, a través del marketing, hacer aparecer todos estos objetos en el abanico de deseos de los niños.
“En definitiva, hacen surgir al horizonte de deseo del niño muchos objetos de consumo que no sabían ni que existían. El mecanismo de los pequeños es 'quiero, quiero, quiero...', el mecanismo del querer cosas se dispara, se dispara el deseo y se vuelven locos. Son impactos a la imaginación en los cuales no pueden hacer frente porque no saben seleccionar, no tienen bastante criterio por discriminar”, explica este especialista.
Hacer la carta, siempre con un adulto
De hecho, saber poner límites y decir no en todo este mar de deseos es precisamente tarea de los padres, “eso es educar. Porque para un niño renunciar a todo aquello que encuentra en un catálogo es muy difícil, pero hacerse mayor es ir arrancando páginas al catálogo y quedarte con cuatro o cinco. El catálogo sería el mar abierto, allí el niño se ahoga, lo tenemos que enseñar a evacuar el agua de este tsunami”, según Núñez.
Por eso es imprescindible que los niños hagan la carta a los Reyes con un adulto al lado. “Es fundamental porque si no los estás dejando al alcance de todas las emociones y atracciones salvajes que ellos son capaces de sentir y los catálogos ofrecen. Es fundamental la presencia de un adulto, que sea capaz de poner orden, aunque al adulto se le generará un conflicto”.
La carta de los cuatro regalos
Cada familia tiene que saber gestionar cuál es la mejor manera de gestionar los deseos de los niños y llevarlos hacia una carta a los Reyes o a Papá Noel con mesura y sentido común (no es el mismo una gran familia que una muy poco numerosa, por ejemplo).
Pero una buena manera de gestionar lo que los niños pidan a los reyes o a Papá Noel es negociar con ellos la regla de los cuatro regalos, como explica Francesc Núñez. “Es una manera de hacer selección, marcar límites, y cubrir cuatro funciones diferentes que tienen que tener los regalos de Nadal”.
La regla de los cuatro regalos
REGALO 1: Que satisfaga el deseo principal, el gran regalo, el que hace más ilusión. Es el que todos teníamos cuando éramos pequeños, aquello que era el que más deseábamos.
REGALO 2: Que responda una necesidad: un abrigo, unos zapatos, una mochila… En algunos casos incluso se pueden hacer dos regalos de este tipo, si el niño necesita muchas cosas y hay muchos familiares que le quieren hacer un regalo
REGALO 3: Que sea educativo: un libro, un juego educativo, una experiencia en familia (como una excursión o una visita al zoo o a algún museo…).
REGALO 4: Que implique jugar con otras personas, amigos o familia: un juego de mesa, el parchís, el dominó, un juego de rol…
Aparte de no pasarnos sobreestimulando a los pequeños, porque no les hacemos ningún favor, hay que tener también en cuenta no seguir estereotipos de género a la hora de escoger e interpretar los juguetes.
Las muñecas no son de niñas y los camiones de niño, y hay que explicar a los niños -según los especialistas- que todo el mundo puede jugar con todo. Además, hay muchos juguetes que no siguen estos estereotipos de género: juegos de magia, deportivos, de mesa, patines, bicicletas…
Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.



