Manuel Martínez, especialista en tanatopraxia, ha compartido en el pódcast Azodose una de las experiencias más inquietantes de su carrera. Durante el proceso de embalsamamiento de un cuerpo recuperado en aguas internacionales, el fallecido, tras tres meses en cámaras frigoríficas y en avanzado estado de momificación, dejó escapar una lágrima. Un fenómeno que, según su testimonio, sigue sin explicación.
Un fenómeno inexplicable
Un cadáver que lloró tras tres meses en cámaras frigoríficas
El tanatopractor explicó que, como parte del proceso, extrajo toda la sangre del cuerpo e inyectó productos conservantes como formaldehído. Sin embargo, al vestir al cadáver tras el embalsamamiento, presenció algo que aún le resulta difícil de comprender: “Cuando lo estábamos vistiendo, soltó una lágrima”.
Al consultar con otros profesionales, muchos descartaron su relato como una ilusión o una percepción errónea, pero Martínez lo tiene claro: “No ha sido paranoia mía porque lo he visto yo con mi propio ojo”. Aunque el suceso no tiene una explicación científica clara, algunos expertos sugieren que podría tratarse de un fenómeno ligado a la conservación de fluidos en los tejidos tras la muerte.
Durante la entrevista, también abordó otros mitos sobre los cadáveres, como la posibilidad de que se muevan después del fallecimiento. Según él, los espasmos cadavéricos solo ocurren en casos de muertes violentas debido al impacto recibido por el cuerpo en el momento del deceso. “Son segundos, no más”, aclaró, desmintiendo creencias populares sobre movimientos post mortem.
Más allá de los hechos inexplicables, Manuel Martínez asegura que cada cuerpo transmite sensaciones diferentes: “Hay fallecidos que te atraen buenas sensaciones y fallecidos que te atraen malas sensaciones”. Una percepción que, aunque difícil de medir, ha experimentado en numerosas ocasiones a lo largo de su trayectoria en el sector funerario.

