Cada vez son más, pero a su vez invisibles. Limpian, cuidan, mantienen. Llegan desde Nicaragua, República Dominicana, Colombia, Venezuela, El Salvador, Ecuador, Bolivia, Marruecos, Bangladesh… Mujeres que desafían las fronteras en busca de una vida mejor.
Tienen un pasado muy diferente a su presente, pero aún más de su futuro. “Llegas a una edad que ya no eres como una chica de 20 años, pero no nos podemos coger una baja porque no está reconocida como una enfermedad profesional para las trabajadoras domésticas”.

Marga, portavoz de 'Territorio Doméstico'.
Así lo denuncia Marga, portavoz de Territorio Doméstico, última invitada de El Sentido De La Birra, presentado por Ricardo Moya; colectivo de empleados del hogar y cuidadoras, mayoritariamente mujeres migrantes, que buscan mejorar sus derechos, a la vez que denuncian la precariedad que existe en el sector y la falta de reconocimiento.
“Si nosotras no limpiamos tu hotel para que vayas de vacaciones, las oficinas… Es un trabajo muy importante. Hacemos el trabajo que nadie quiere hacer. Tenemos que luchar”, insiste.
Marga explica que muchas compañeras, por no pedir una baja, recurren a la automedicación o a vivir con una lesión durante demasiado tiempo. “Estamos haciendo un trabajo muy importante. Queremos los mismos derechos que los demás trabajadores”, insiste. “Estamos cansadas. Yo no me podré jubilar. Tenemos el cuerpo roto”.
Eres psicóloga, enfermera, cuidadora, cocinera, lavandera …Es muy duro. Hacemos el trabajo que nadie quiere hacer
La trabajadora explica que cada vez son más las mujeres que llegan de otros países y que se encuentran con este tipo de trabajos. “Lo primero que encuentras es esto”, explica. “Da igual que tú tengas un título de doctora”, lamenta. Marga dice que si lo haces con respeto y obligaciones, se acaba poniendo valor.
“Ahora hay más hombres, queremos que se involucren. Siempre decimos que hay una deuda inmensa con la mujer, siempre han sido ellas las que se han dedicado a los cuidados. A las amas de casa, nunca se les ha reconocido su trabajo”, insiste.
“Eres psicóloga, enfermera, cuidadora, cocinera, lavandera …Es muy duro, pero tan bonito a la vez. Tienen una deuda con ellas. Queremos que nuestras sucesoras sepan que hemos luchado por ellas también”.

Una mujer mayor en silla de ruedas y su cuidadora pasean por el centro de una ciudad.
“Venimos y nos dicen que hemos quitado trabajo. Peor es que nosotros, por sobrevivir y ayudar a nuestra familia; no hay que juzgar. Nosotros hacemos el trabajo que no quieren hacer muchas españolas y que además no está reconocido. No quiero que me llamen ‘la chica que me ayuda’ o ‘mi chacha’. Yo quiero que me llamen por mi nombre”, insiste Marga.
En uno de mis primeros trabajos, la señora me dio de alta y me descontaba lo que ella pagaba de Seguridad Social. Yo me pagué mi Seguridad Social
La trabajadora lamenta que, como migrantes, les toca todo. “Tenemos que trabajar para sobrevivir. Hasta pasados tres años, no podemos acceder al padrón. Si no estás documentada, eres invisible. Ningún ser humano debería ser ilegal.”
A los tres años, según Marga, algunas compañeras se han visto en la calle. “No puedes tener hijos, no puedes enamorarte, no puedes nada. Si lo haces, ya no sirves. Ya no puedes estar 24 horas en los cuidados y te echan de la noche a la mañana”, asegura.

Marga, portavoz de 'Territorio Doméstico': “No voy a poder jubilarme”.
La propia Marga, que ya lleva 24 años en España desde que llegó de Ecuador, tuvo que dejar a su marido e hija en su país. Al llegar, encontró trabajo para cuidar a un niño por el madrileño barrio de La Latina. Gracias al boca a boca, consiguió algunos trabajos de limpieza. “Como no tenía papeles, no me daban de alta”, recuerda. Finalmente, consiguió un contrato en una empresa de limpieza.
El colectivo ahora lucha “festivamente” por sus derechos, organizando todo tipo de proyectos y talleres. “Nos disfrazamos, nos reímos, peleamos. Nos sentimos empoderadas. Yo estoy haciendo un trabajo importante y si yo no le pongo valor, nadie me lo va a reconocer”.