Sentada en su trona, con la cara roja y el llanto ya desatado, una niña muy pequeña interrumpe de golpe su berrinche cuando su padre se arranca a cantar. No es una nana ni una melodía suave. Lo que suena es What’s Up, la canción de 4 Non Blondes, con todos sus cambios de tono, gritos agudos y subidas de volumen. La escena, grabada por el propio padre, muestra cómo la música consigue algo que en ese momento parecía imposible: que la niña se quede callada.
El padre está sentado frente a ella, sin levantarla ni hacer ningún gesto físico. Solo canta. Y aunque no afina del todo, se lanza con tanta energía en los giros vocales de la canción que logra descolocar por completo a la niña.
Cuestión de agudos
Sorprender constantemente a la niña
Tal como explica en el propio vídeo, su intención es que ella “nunca sepa cuál es mi siguiente movimiento”, y con eso busca mantenerla distraída, sin saber qué va a pasar a continuación. La estrategia tiene un efecto inmediato. En cuanto empieza el primer Hey, yeah, yeah, yeah, el llanto se corta.
La niña lo mira con atención, sin soltar una sola queja mientras él continúa la actuación sin poder contener la risa. Pero en cuanto deja de cantar, ella vuelve a llorar. Y él vuelve a empezar. Funciona. Otra vez, silencio.
Durante el clip, grabado en lo que parece la cocina de casa, se escucha a la madre al fondo. Observa la escena y se ríe al ver cómo su pareja recurre a los agudos de la canción como si fueran un botón para pausar a la pequeña. La niña no llora mientras la música suena. Solo mientras hay silencio.
No se especifica si han probado con otras canciones ni cuánto tiempo lleva funcionando este método. Tampoco si ocurre siempre o solo con esta pieza en concreto. Lo que queda claro en el vídeo es que, al menos de momento, los gritos de Linda Perry en los noventa sirven para silenciar otros más recientes.

