En una ciudad como Barcelona conviven todo tipo de realidades que pueden variar mucho de un vecino a otro. Por ejemplo, la realidad lingüística de una vecina de 80 años de Vallcarca frente a la de un expatriado.
Mientras una se mueve por la ciudad en catalán y castellano, el otro puede hacerlo completamente en inglés. La lengua de Shakespeare es la vehicular para una parte creciente de los residentes en Barcelona, e incluso es protagonista en algunos comercios de la capital
Una de las personas que hace su vida totalmente en inglés en Barcelona es Axel, un expatriado francés de 32 años que lleva cuatro viviendo en la ciudad.
Aunque llegó con nociones básicas de castellano aprendidas en la escuela, no ha tenido ningún problema para construir su vida, sobre todo, en inglés. “Puedes vivir perfectamente en inglés, pero cuando hablas castellano la gente lo aprecia, y catalán, aún más”, explica.
El inglés, lengua vehicular
Axel considera que es fácil vivir en Barcelona completamente en inglés, algo que agradeció al principio, ya que aterrizó con pocas nociones de castellano y ninguna de catalán. “En Francia se enseñan muy bien asignaturas como matemáticas, pero no los idiomas”, lamenta. Sin embargo, eso no fue un impedimento para instalarse en Barcelona.
Axel lleva cuatro años viviendo en Barcelona y sigue gestionando su empresa en Francia
Según él mismo reconoce, gran parte de su vida gira en torno a un grupo de otros expatriados, donde el inglés es la lengua común. “La mayoría de mis amigos son internacionales u otros franceses”, explica. Y añade: “Aun así, en los últimos dos años he mejorado mucho mi castellano, y el catalán no lo hablo, pero lo entiendo, porque se parece al francés”.
El francés señala que hablar, aunque sea un poco, alguna de las dos lenguas cambia la relación con los barceloneses. “No te tratan como a un turista cualquiera”, apunta.
“Si hablas castellano o catalán, no te tratan como a cualquier turista”
Pero, al margen de los círculos formados por otros expatriados, ¿vivir en inglés supone un reto? Según la experiencia de Axel, no. Aunque con matices. “La generación más joven lo habla, pero la gente mayor tiene dificultades con el inglés. Lo mismo ocurre en Francia”, detalla.
Axel apunta que en los países del norte de Europa el inglés lleva años más incorporado como una lengua más, y hasta los mayores lo hablan. “Los españoles, franceses e italianos no tenemos tan buen nivel de inglés”, concluye.
Una ciudad atractiva y segura
Con cada vez más fluidez en castellano y cuatro años a sus espaldas, Axel se siente muy a gusto en Barcelona. Es originario de París, donde fundó su propia empresa en el sector de recursos humanos. Siempre había querido vivir fuera de Francia y acabó eligiendo Barcelona.
Playa de la Barceloneta
“Para mí era una buena combinación entre una gran ciudad, buen clima, riqueza cultural, un mercado inmobiliario más barato que el de París, cerca en avión desde París... Además, tengo familia en el sur de Francia”, explica.
Sobre el papel, Barcelona era la ciudad que mejor encajaba para dar el paso de salir de Francia, y así se ha confirmado en los últimos años. Axel se ha sentido acogido en la capital, y el estilo de vida que hay aquí lo ha motivado a quedarse. Además, con el tiempo ha descubierto otros aspectos de la ciudad que le han gustado.
“París es mucho más inseguro para las mujeres, aquí a las chicas no se las acosa tanto por su aspecto en la calle”
Destaca uno, sobre todo: la seguridad. Más concretamente, la seguridad para las mujeres y el colectivo LGTBI. “París es mucho más inseguro para las mujeres, aquí a las chicas no se las acosa tanto por su aspecto en la calle. Los hombres no son tan insistentes. Lo noto mucho aquí, y mis amigas cuando vienen también lo notan”, afirma.
Y añade: “También está más avanzado en los derechos del colectivo LGTBI. La gente no se queda mirando a nadie por la calle, por ejemplo”. Todo esto hace que Axel haya alargado durante todos estos años la experiencia internacional que tanto deseaba.
Este artículo fue publicado originalmente en RAC1.



