Sylvester Stallone es uno de los actores estadounidenses de mayor renombre, especialmente si se echa la vista atrás a las décadas de los 70 y 80. El neoyorkino fue capaz de convertir a dos personajes distintos en iconos de la taquilla y de la infancia de muchos americanos y españoles: el campeón mundial de los pesos pesados en boxeo, Rocky Balboa; y el implacable ex-boina verde y veterano de la guerra de Vietnam, John Rambo.
Sin embargo, el intérprete tuvo que pasar por múltiples vicisitudes antes de llegar a la cima. Un hecho que reafirmó durante una reciente entrevista en The Tonight Show, el programa nocturno de la NBC presentado por Jimmy Fallon. Sus primeros años como persona responsable de sus propios gastos y consumo fueron complicados, teniendo que recurrir a trabajos poco ortodoxos, por ejemplo cuidando leones en el zoo.
Stallone en 'Acorralado', la primera entrega de Rambo
“Mira, cuando estás arruinado, aceptas cualquier cosa. Así que estaba caminando por la calle y hacía 38 grados en agosto. Fue entonces cuando pensé: ‘¿Por qué no consigo un trabajo limpiando las jaulas de los leones?’. Es algo muy duro y trabajé allí durante unas tres semanas y media. Esperaba que esta cosa me comiera, de verdad no podía soportarlo más. Incluso cuando te acuestas por la noche ninguna ducha ayuda y el olor permanece”, comentaba.
“Sabía que tenía que deshacerme de ese empleo, así que me dije, 'conseguiré un trabajo cortando carne en una charcutería’”, expresó. Aun así, su siguiente compañero fue incluso peor que el león: “Antes podía cortar una buena rebanada de pastrami y comías unos 85 gramos de carne al día. Esa era tu paga de almuerzo gratis. El problema está en limpiarlo. Chicos, no tienen ni idea. Ni se les ocurra mirar el fondo de una cocina de pastrami porque verán el infierno”.
Stallone pasea por Nueva york (2024).
Desmemoriado por el café
Una de sus actuaciones más llamativas tuvo lugar en Rocky III, después de llevar a cabo una sorprendente dieta para mantener el físico de Balboa. Esta se basaba en un elevado consumo de café, que conllevaba ciertos problemas: “Soy bebedor de café, pero me da reflujo, así que tengo que reducirlo. Solía beber unas 10 tazas al día. De hecho, solía beber unas 25 tazas al día cuando hacía Rocky III”.
“Todo mi desayuno podía consistir en dos galletas de avena pequeñas hechas con arroz integral y 10 tazas de café porque quería mantener mi grasa corporal en el 2,8%. (…) Olvidaba mi número de teléfono. Sólo comía atún. Mi memoria estaba destrozada, había desaparecido por completo. Tenía todo tipo de efectos físicos debilitantes. Pero era por la causa”, reconocía.


