Jamie Lewis, investigador de la Universidad de Cardiff que lleva 3 años buscando al Bigfoot sin éxito: “Sí existe, aunque no necesariamente como una criatura”
Tras las pistas
El seguimiento requiere pericia y constancia, ya que implica analizar detalles casi imperceptibles con criterios científicos, pese a que persisten teorías que atribuyen al supuesto ser un origen más allá de lo natural
El video de una pareja en un tren desata nuevos rumores sobre la existencia del Bigfoot
Bigfoot
Muchos estadounidenses dedican tiempo, dinero y energía a la persecución de una criatura que nunca ha sido demostrada por la ciencia. Desde hace décadas, hombres y mujeres recorren bosques, examinan huellas y registran sonidos que creen procedentes de un ser desconocido. Ese empeño se ha convertido en una forma de vida para numerosos grupos que organizan expediciones, estudian materiales y discuten los resultados con total seriedad.
En torno a esta búsqueda ha surgido una auténtica subcultura, sostenida por la convicción de que el Bigfoot, también llamado Sasquatch, podría ser real. A partir de ese mundo de creyentes y exploradores partió el trabajo de Jamie Lewis, sociólogo de la Universidad de Cardiff, que quiso entender cómo se construye el conocimiento fuera de los laboratorios.
Nadie lo ha visto
Aficionados que rastrean señales de una criatura por descubrir
El Bigfoot se describe habitualmente como un ser de gran tamaño, cubierto de pelo oscuro y con enormes pies, visto sobre todo en los bosques del noroeste de Estados Unidos y Canadá. Las supuestas pruebas de su existencia abarcan desde fotografías borrosas y grabaciones hasta moldes de huellas o testimonios auditivos. Ninguna ha sido aceptada como evidencia científica, aunque la cantidad de personas que creen en él va en aumento. Esa persistencia llevó a varios académicos a estudiar el fenómeno como un objeto cultural antes que zoológico.
Lewis comenzó a interesarse por el tema durante el confinamiento, al ver documentales y programas dedicados a la criatura. A partir de ahí contactó con buscadores del Bigfoot que, según explicó, se mostraron deseosos de hablar sobre sus métodos.
El grupo invierte largas jornadas en recorrer bosques y montañas por si ven al Bigfoot
Su investigación durante tres años incluyó más de 150 entrevistas, entre ellas a figuras conocidas de la televisión y a expertos como Jane Goodall, Jeff Meldrum o Todd Disotell. El investigador observó que los Bigfooters adoptan herramientas científicas, desde drones hasta cámaras térmicas, y aplican protocolos de observación para respaldar sus hallazgos.
Los entrevistados forman una comunidad que dedica semanas o incluso meses a explorar el terreno. En sus salidas buscan huellas, ramas dobladas o sonidos inusuales que interpretan como signos del paso del Bigfoot. Lewis señaló que “este trabajo es un comportamiento hábil, porque necesitan detectar, recoger y analizar los rastros más mínimos de la presencia de un animal desconocido para la ciencia”. Aunque algunos atribuyen al Bigfoot un origen sobrenatural, la mayoría sostiene que se trata de una especie aún no catalogada.
El estudio realizado por Lewis junto a Andrew Bartlett, de la Universidad de Sheffield, se recoge en el libro Bigfooters and Scientific Inquiry: on the borderlands of legitimate science. Bartlett explicó que ambos adoptaron lo que llaman “credulidad metodológica” para comprender cómo se construyen pruebas fuera de las instituciones. A su juicio, estos buscadores no rechazan la ciencia, sino que intentan ser científicos desde su propia lógica.
Lewis concluyó que el “Bigfoot existe, no necesariamente como criatura biológica, sino como objeto en torno al cual miles de personas organizan su vida, recogen y analizan pruebas, y producen conocimiento”. Como es de esperar, y a pesar de los medios desplegados, nadie ha conseguido ver a la criatura de forma oficial.