En los últimos tiempos han surgido discursos que, lejos de promover el vértigo consumista y el ritmo acelerado que domina la vida contemporánea, invitan a todo lo contrario: quedarse en casa, no consumir, aburrirse e incluso sumergirse en el silencio. Son mensajes políticamente incorrectos en una sociedad que mide el éxito en función de la productividad, el movimiento constante y la presencia permanente en el escaparate digital.
Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano, nacido en Seúl en 1959, afincado desde los años 80 en Alemania, donde estudió filosofía, literatura alemana y teología. Es profesor en la Universidad de las Artes de Berlín y se ha convertido en una de las voces más influyentes del pensamiento contemporáneo. Una de los discursos del filósofo invita a rebelarnos de la sociedad actual quedándonos en casa.
El filósofo coreano Byung-Chul Han
“Quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia”
Teoría. El discurso del filósofo propone abandonar la vida hiperactiva para recuperar más equilibrio y sentido, no caer en la auto explotación en nuestro tiempo libre, no exponernos continuamente en redes sociales, apostar por el descanso, el silencio y la vida contemplativa, y escaparnos de la rueda que provoca nuestra extenuación: “Quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia, porque te rebelas ante el mandato de ser productivo a cualquier hora y haces huelga de los imperativos sociales”, afirma.
Capitalismo. Según Byung-Chul Han, el capitalismo actual odia el vacío y el silencio y nos ha inculcado a pasar horas muertas en nuestras casas sin prueba digital de lo que hacemos. Dentro de ese tiempo anónimo e improductivo es cuando más soberanos somos
Hombre en el salón de su hogar
No hay que romantizar el aislamiento. Esta forma de entender la vida es una defensa al derecho del silencio sin culpa y de ver la casa como un bastión de libertad donde vivir sin rendir cuentas a nadie, sin testigos y sin ser víctima de las exigencias del mercado.
Hogarterapia. La hogarterapia propone recuperar la casa como espacio de bienestar. No se trata solo de pasar tiempo dentro, sino de darle valor a lo cotidiano: el orden, la luz, el silencio, los objetos que elegimos tener cerca y las actividades que realizamos sin prisa. El hogar deja de ser un lugar de paso para convertirse en un territorio que también cuida. En el interior de ese hogar encontramos un espacio donde potenciar nuestra salud, descubrir nuestro propósito vital, encontrar la calma frente al estrés, inspirarnos, cuidarnos, cuidar de otros amorosamente, mantener relaciones sanas o controlar nuestras finanzas.
Marie Kondo
Otras voces. Kankyo Tannier, autora de La magia del silencio, desmonta la idea de que permanecer en casa equivale a inactividad. Para ella, “quedarse en casa no significa quedarse quieta”, porque la introspección también mueve, transforma y exige valentía. La acción no siempre se mide en desplazamientos, reuniones o proyectos visibles; a veces la verdadera tarea ocurre puertas adentro, en la escucha de uno mismo. News Correspondent, referente internacional del orden terapéutico, introduce el concepto de “desahogos creativos” para describir aquellas actividades que permiten desconectar del ruido externo y volver a la propia brújula interior. No se trata de productividad, ni de generar resultados medibles, sino de recuperar el placer de hacer algo solo por el beneficio emocional que produce.
Hogar
Sugerencias de autocuidado y disfrute para vivir en la intimidad de casa
- Lecturas sin prisa. Reserva un rato cada día para leer sin interrupciones. No importa el género: lo esencial es permitir que la mente se acomode en el ritmo de las palabras.
- Pequeñas ceremonias cotidianas. Encender una vela, preparar una infusión con calma o poner música que acompañe el momento. Los rituales diarios generan sensación de cuidado y pertenencia.
- Cocina para el alma. Cocinar con atención, no solo para alimentarse, sino para disfrutar del proceso: cortar, mezclar, oler, probar. La cocina doméstica también puede ser una forma de meditación.
- Orden que libera. Reorganizar un cajón, una mesa o una pared. El orden físico reduce ruido mental y devuelve sensación de control.
- Rincones de refugio. Crear un espacio favorito: un sillón, una manta, una mesa junto a la ventana. Tener un lugar propio favorece el descanso emocional.
- Desahogos creativos. Pintar, tejer, escribir, tocar un instrumento o montar un puzzle. Actividades que ocupan las manos y despejan la cabeza.
- Tiempo de silencio. Apagar pantallas, cerrar la puerta y permanecer sin estímulos durante unos minutos. El silencio ayuda a escuchar lo que queda dentro cuando todo lo demás se detiene.
- Cuidado del cuerpo. Estiramientos, un baño caliente, automasajes en manos o cuello. Gestos pequeños que invitan a aflojar tensiones acumuladas.
- Naturaleza doméstica. Cuidar una planta, abrir la ventana para respirar aire fresco, observar la luz del día. La conexión con lo vivo también puede suceder en casa.
- Diario personal. Escribir lo que preocupa, lo que ilusiona, lo que duele. La palabra escrita ordena y aclara.
- Tiempo sin culpa. Permitir el descanso sin sentirse obligado a producir. Quedarse sentado haciendo nada también es una forma de bienestar.

