Todo el mundo ha dicho alguna vez -o, al menos, ha escuchado a otro decir- que alguien se ha 'dormido en los laureles'. Esta expresión popular significa que uno ha dejado de esforzarse y normalmente hace referencia a cuando alguien logra el éxito en algún contexto y, como ya ha cumplido ese objetivo, se relaja y se acomoda en lugar de seguir adelante con otras metas.
Esta expresión a menudo se usa para describir el comportamiento de personas que han logrado cierta fama o reconocimiento, pero también se escucha en contextos más cotidianos. Pues podremos haber escuchado, por ejemplo, cómo algún adulto le ha dicho a un adolescente: “Sí, has aprobado el examen parcial, pero no te duermas en los laureles, porque en unas semanas empiezan los exámenes finales”.
Las coronas de laurel (a menudo hechas de oro para personajes relevantes de la historia griega y romana) eran el mayor galardón que uno podía recibir
Pero, ¿qué tiene que ver el laurel en todo esto? Y, ¿por qué dormirse sobre esta planta significa acomodarse y dejar de esforzarse tras un logro? Seguramente muchas personas habrán usado esta expresión centenares de veces sin pararse a pensar en su origen. Y es que esto sucede con muchas expresiones populares españolas: su uso se transmite de generación en generación, pero la historia tras ellas no.
Todos hemos escuchado alguna vez cómo alguien ha dicho 'estate al loro' o 'no veo tres en un burro': son expresiones populares españolas que alguien dijo por primera vez escogiendo estas palabras concretas por algún motivo para hacer referencia al significado que expresan. Sin embargo, con el paso de los años y la adopción popular de estas expresiones, el origen de estas queda olvidado por muchos.
Esto hace que, aunque estas formas de hablar hayan sobrevivido al paso del tiempo y sigan usándose durante cientos de años en algunos casos, los hablantes hagan referencia a ellas sin tener ni idea de qué tiene que ver un loro con estar atento o por qué no ver tres en un burro quiere decir que uno no logra ver bien alguna cosa. Pero toda expresión tiene un origen, aunque este haya quedado difuminado con el paso del tiempo.
En el caso de 'dormirse en los laureles', el origen se remonta a la Antigua Grecia y a la Roma clásica, periodos en los que las coronas de laurel se otorgaban a personas relevantes como símbolo de éxito. Por ejemplo, los ganadores de los Juegos Olímpicos eran premiados con una corona de laurel.
El mayor de los premios
La corona de laurel era el mayor galardón que uno podía conseguir en la Antigua Grecia o Roma
Estos galardones también se otorgaban en batallas militares o para premiar el trabajo de algunos artistas, entre otros éxitos. Sin embargo, tras obtener este valioso reconocimiento, algunas personas creían que ya habían alcanzado el tope de su carrera y dejaban de esforzarse para seguir creciendo en sus habilidades. La expresión 'dormirse en los laureles' representa este conformismo.
A lo largo del tiempo, la expresión ha terminado formando parte del lenguaje coloquial y hoy en día la usamos para referirnos a que alguien ha dejado de esforzarse o se ha estancado en el ámbito académico, laboral o personal.

