Las librerías barcelonesas han dejado de ser lugares donde solo se venden libros. Hace unos años que, además de acoger presentaciones, coloquios y heterogéneos clubs de lectura, ofrecen un amplio abanico de actividades que no se limitan a aquellas estrictamente relacionadas con la literatura y que abarcan otras artes como la música y el teatro.
Mientras que algunas se han lanzado a experimentar con su programación tras años de trayectoria, otras ya nacieron con la intención de ser espacios culturales. Es el caso de la Llibreria Byron (Casanova, 32). “Siempre hemos querido acoger todo tipo de iniciativas. Disponemos de dos salas para ello, la Shelley y la Brönte, pero la pandemia no nos lo puso nada fácil los primeros años”, recuerda Víctor M. Sánchez, que planeaba abrir su librería junto a Mariana Sarrias en marzo del 2020. Ya imaginan cómo les fue.
La inauguración terminó celebrándose en noviembre, y hasta mayo del 2022 no funcionaron a todo gas por culpa de las asfixiantes restricciones, pero actualmente su tienda dispone de una de las agendas culturales más completas del panorama librero barcelonés. “Organizamos ciclos musicales, producciones teatrales de pequeño formato y talleres de cocina. Incluso tenemos un coro que, hace unas semanas, actuó en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, y que ensaya los martes”.

La librería Byron cuenta con servicio de cafetería
Este año, estrenan un ciclo cultural que explora el poder de la imagen en el mundo contemporáneo y otro de arte en vivo, que completan un variado listado de propuestas para celebrar su lustro de vida. También disponen de servicio de cafetería para quienes deseen terminar la visita con un café, un bocadillo y/o un dulce, que adquieren en negocios vecinos.
Ona Pau Claris (Pau Claris, 94) es una dirección imprescindible si uno quiere sumergirse tanto en los clásicos como en los últimos lanzamientos editoriales en catalán —aseguran ser el establecimiento con más referencias en esta lengua, con alrededor de 50.000—, y en sus 900 metros cuadrados, pueden llegar a organizar tres o cuatro actividades simultáneas.
“Damos mucha importancia a los clubs de lectura, con temáticas como cine y literatura, teatro, juvenil…”, enumera Iolanda Batallé, editora, escritora y, desde hace tres años, directora de esta librería. Ella misma dinamiza uno de estos grupos el segundo jueves de cada mes. “Se llama Llegir per viure. Arranca a las 19 horas, pero no sabes cuándo terminará”.

En los 900 metros cuadrados de la Llibreria Ona se pueden organizar varias actividades de forma simultánea
A estas citas literarias se suman otras actividades, desde talleres de ilustración, escritura creativa, cuentacuentos y juegos, a encuentros para conversar en catalán, artes escénicas, debates y recitales de poesía, que se producen en los distintos espacios de este refugio cultural. “La Bookeria, nuestra sala de lectura y actos, es un lugar muy especial donde puedes tocar libremente el piano o la guitarra y al que hemos incorporado un self-service, para tomarte un café o un té”.
Desde hace tres años, además, organizan visitas guiadas, en las que explican el origen del proyecto, muestran sus diferentes espacios y admiran las piezas artísticas que se reparten por la librería, “como la escultura de libros que te encuentras al entrar. Vienen escuelas, universidades, hoteles… Muchísima gente”, dice orgullosa Batallé, quien asegura haber escuchado decir a alguno de sus clientes más internacionales: “This is the most beautiful bookshop in the world”.
La Conxita, una librería y tienda de discos situada en el barrio de Sants, acoge conciertos de grupos locales
Proyectos más pequeños, pero con las mismas ganas de enriquecer la oferta cultural de la ciudad, dan vida a otros barrios más allá del Eixample. Un claro ejemplo es La Conxita (Vallespir, 59), que se ganó a los vecinos de Sants incluso antes de subir la persiana. “Nos preguntaban qué íbamos a abrir y nos traían libros de segunda mano, muebles, marcos de fotos e incluso una máquina de escribir antigua”, explica Marcel Padró, uno de los fundadores, quien asegura que, antes de arrancar su proyecto, no sabía cuál era el mejor lugar para hacerlo realidad. “Tuvimos suerte y, sin saberlo, fuimos a parar al mejor barrio del mundo”.
Su establecimiento es una librería, al mismo tiempo que una tienda de discos y un espacio cultural. En sus redes sociales, anuncian las actividades que organizan cada mes, desde música en directo —dan prioridad a grupos locales que no están en el foco mediático— a exposiciones y recitales de poesía.
Enmarcada en la programación de Sants Escenari Literari, esta semana han acogido la presentación de Companyia Elèctrica Dharma. 50 anys, una obra que recoge material inédito y testimonios de autores marcados por este grupo, que actuó para cerrar el encuentro. “Las actividades dependen de lo que nos propone la gente. Estamos abiertos a todo”, dice Padró.

Marcel Padró, en su librería-tienda de discos, donde dinamiza diferentes propuestas culturales
Las pequeñas dimensiones de On the Road (Verdaguer i Callís, 14), una librería situada a dos pasos del Palau de la Música y a otros dos del Antic Teatre, hacen que sea complicado organizar grandes eventos entre sus paredes. Pero, desde su fundación en el 2015, Ángel Tijerín ha velado para que su actividad no se limite únicamente a la venta de libros. “Mi tienda es un punto de encuentro”, asegura. Además de alguna que otra presentación con autores y autoras, cuenta con un club de lectura mensual que, al inicio, se celebraba en locales de amigos y vecinos, —“la gente no sabía dónde iba a ser”, recuerda—, pero que hoy tiene lugar en su propia casa.
De estas citas, que pueden alargarse cuatro horas, han surgido grandes amistades que, tras finalizar el club de lectura, se trasladan a algún bar de Ciutat Vella para continuar conversando hasta altas horas de la noche. Y, por supuesto, también parejas. Tanto es así que, en On the Road, se han llegado a celebrar bodas. “Una mujer se presentó un día en la tienda y me dijo: ‘Mi hijo se casa por tu culpa’”. La futura nuera contactó con él días más tarde para explicarle que allí había conocido a su prometido y para consultarle si, tras pasar por el altar, podían leerse los votos en el establecimiento. Tijerín abrió encantado un domingo para que pudieran profesarse su amor.
Mi tienda es un punto de encuentro
Pese a que la lista de actividades de las pequeñas librerías es menos extensa, su relación con los clientes suele ser mucho más cercana. “Conoces su nombre y su apellido, si han tenido hijos, si se han separado…”, explica Gemma Barrufet, al frente de A Peu de Pàgina (Major de Sarrià, 50), en Sarrià-Sant Gervasi. Desde que abrió en la zona alta de Barcelona en el 2008, tuvo claro que tenía que hacer algo más que despachar. Por ello, cuenta con varios clubs de lectura: para adultos, jóvenes y niños, además del de teatro. “Nos leemos una obra, vamos a verla juntos y luego la comentamos”.
De las paredes de A Peu de Pàgina, también cuelgan ilustraciones y otras creaciones, tanto de artistas que han presentado su obra en la tienda como de otros que gustan a Barrufet. “No suelen ser archiconocidos. Hace poco, expusimos los dibujos de El niño que salió volando (Bindi Books), de Muriel Villanueva, que me encanta”.

Gemma Barrufet, propietaria de A Peu de Pàgina, en Sant Gervasi
Que las librerías ofrezcan una programación cada vez más variada, opina Barrufet, no solo enriquece la agenda cultural de la ciudad, sino que ayuda a que estos negocios perduren. “Es una tendencia mundial. Las librerías se han convertido en lugares llenos de vida”, dice por su parte Batallé, quien cree que Barcelona, pero también Catalunya, es un referente en este aspecto. “Si encontráramos esto en Londres, fliparíamos, pero lo tenemos aquí y es maravilloso”, concluye.