Barcelona se está acostumbrando este otoño a recibir a grandes divas del pop de los últimos lustros. Si la semana pasada fue Lady Gaga quien, por partida triple, triunfó en el Palau Sant Jordi, ahora es el turno de otra gran estrella indiscutible de los años 2010, Katheryn Elizabeth Hudson. Más conocida como Katy Perry, desembarca este domingo en el mismo escenario en el marco de la gira mundial The lifetimes tour, su gran retorno por todo lo alto al mainstream musical. Perry no venía a España desde el 2018.
Gaga le ha dejado un listón muy alto. Y hay que reconocerlo: Perry quizás no pase por su mejor etapa musical. Lejos queda su época dorada, con éxitos pop interplanetarios cuyo optimismo y fuegos de artificio enamoraban a fans de todas partes. La de Santa Barbara es una de las artistas más vendidas de todo el siglo XXI, con canciones como California gurls, junto a Snoop Dogg; Firework, Dark horse, junto a Juicy J, Last friday night (T.G.I.F.), Teenage dream, Roar o aquel primer sencillo que la puso en el firmamento del pop, I kissed a girl. Temas que todo el mundo, queriendo o no, ha escuchado y que son de fácil identificación cuando suenan. Y es que pocos discos cuentan con más de cinco canciones que superen los mil millones de escuchas en plataformas. Es el caso de Teenage dream (2010).
Será un espectáculo generoso, con más de 25 temas, incluidos sus grandes éxitos
Sin embargo, han pasado diez años y parece que ciertos gustos han cambiado. La combinación entre suave provocación y buenas vibraciones ha dejado paso a otras modas y, desde aquella Superbowl del 2015, que podría ser el momento culminante de ese pop risueño, que los discos de Perry ya no encandilan tanto. No es que haya cambiado la música. Perry sigue ofreciendo lo que más sabe hacer. La prueba es su sexto y último disco, 143, publicado en el 2024 y que muchos han visto como el intento de la californiana de volver a lo más alto del pop. Son 12 cortes que buscan el sonido de entonces con pequeños detalles para llevarlo a un momento más actual. Ahí está el sencillo I’m his, he’s mine, junto a Doechii, que se acerca tímidamente al urban, pero también el primero de los lanzamientos, Lifetimes, más próximo a la música de club.
A pesar de que las críticas del álbum no están siendo muy positivas, Perry sigue proponiendo uno de aquellos shows dignos de ser contemplados por quienes siempre la disfrutaron. Un espectáculo generoso, con más de 25 temas —incluidos sus grandes éxitos— que se estructuran en distintos niveles de la recreación de un videojuego. Perry, a lo cíborg, va superando etapas de un mundo futurista distópico con el que lanza un mensaje de alerta. Por lo tanto, mucha pantalla gigante, muchos bailarines y cambios de vestuario y una gran puesta en escena al servicio del pop que tanto conquistó gustos masivos hace 15 años.
