“El papel del seguro ante los incendios”

Opinión

“El papel del seguro ante los incendios”
Director de seguros de particulares de Occident

Este verano, España sufrió una oleada de incendios que no solo batió récords, sino que volvió a recordarnos la vulnerabilidad de nuestro territorio frente a fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes.

Los incendios no solo son una tragedia ambiental y humana: también tienen un enorme impacto económico. A nivel global, 2024 se situó como el tercer año más costoso de la historia para el seguro por catástrofes naturales, con pérdidas que alcanzaron los 320.000 millones de dólares, un 32% más que en 2023. De esa cifra, 140.000 millones estaban asegurados. Estos datos reflejan cómo la capacidad del sector asegurador de absorber riesgos es cada vez más determinante para la estabilidad de las sociedades.

Algunos de los pisos menos afectados por el incendio en València

El seguro tiene un papel clave ante los incendios.

REUTERS/Eva Manez

En España, el esquema de protección frente a fenómenos naturales es singular. Mientras las aseguradoras privadas cubren siniestros causados por nieve, granizo, lluvia o vientos de hasta 120 km/h, el Consorcio de Compensación de Seguros -organismo público- asume la indemnización en casos extraordinarios como inundaciones, terremotos o erupciones volcánicas. Sin embargo, los incendios no están incluidos en esa cobertura del Consorcio, lo que otorga al seguro privado un papel protagonista en la protección de las familias.

Si el siniestro ha causado daños de tal magnitud que la vivienda se vuelve inhabitable, el seguro puede cubrir el alquiler de una vivienda provisional

La cobertura de incendio es uno de los pilares del seguro multirriesgo y, en particular, del seguro de Hogar. La mayoría de las pólizas contemplan indemnizaciones tanto por los daños al continente —la vivienda en sí— como al contenido —los bienes en su interior— en caso de incendio, explosión o caída de rayo. Además, si el siniestro ha causado daños de tal magnitud que la vivienda se vuelve inhabitable, el seguro de hogar puede cubrir el alquiler de una vivienda provisional o alojamiento temporal, hasta que finalicen las reparaciones de la vivienda afectada. Además, las pólizas incluyen los perjuicios colaterales: humo, vapores, polvo o carbonilla, así como los desperfectos ocasionados durante las labores de extinción.

El concepto asegurador de “incendio” es amplio. Abarca desde un cortocircuito eléctrico hasta un descuido en la cocina, como dejar una cazuela al fuego, pasando por siniestros provocados intencionadamente por terceros. En todos estos casos, el seguro cumple su función esencial: transformar un suceso inesperado en una pérdida asumible y, sobre todo, ofrecer una vía de recuperación.

Conviene recordar que el seguro no nació únicamente para compensar pérdidas, sino para aportar estabilidad en la incertidumbre. Su misión es actuar como amortiguador financiero, permitiendo que una familia que ha perdido su vivienda o un pequeño negocio arrasado por un incendio forestal pueda recomenzar sin caer en una situación de vulnerabilidad irreversible.

El valor del seguro, por tanto, va mucho más allá de lo económico. Es confianza, es resiliencia y es la certeza de que, incluso frente a los desastres más devastadores, existe una red que nos permite levantarnos y reconstruir. En un mundo donde los fenómenos extremos son cada vez más habituales, el papel del seguro se reafirma como una pieza clave para garantizar que la sociedad pueda mirar al futuro con esperanza.

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