'Hacks', 'The Bear' y 'Solo asesinatos' muestran el camino a seguir en televisión
Opinión
Menos de un año después de estrenar la tercera temporada, que ganó el Emmy a la mejor comedia, 'Hacks' regresa con la cuarta

El cambio de paradigma del humor a partir de Ava (Hannah Einbinder) y Deborah (Jean Smart).

Los espectadores que están acostumbrados a perder el tiempo en las redes sociales se llevaron una sorpresa este martes. Hacks, la misma serie que en septiembre ganó el Emmy a la mejor comedia, tenía un fantástico póster promocional para la cuarta temporada. También había un primer tráiler. Y, lo que es más fascinante, fecha de regreso. El 10 de abril, tan solo once meses después del estreno de la tercera temporada, la mejor comedia de la televisión habrá escrito, rodado y estrenado la cuarta.
Es una sorpresa y es fascinante porque, en estos últimos años, los servicios de streaming nos han dicho que no era posible o no era factible producir buena televisión: los guionistas de series de calidad necesitan vivir en un vacío existencial durante un tiempo indefinido, los actores tienen agendas imposibles y las logísticas de producción impiden tener listas las entregas. Si hablamos de Los anillos de poder, quizá tiene sentido que se requiere más tiempo, para planificar el rodaje y el proceso de posproducción. Pero, con títulos de factura más sencilla, tradicional o simplista, la excusa no cuela.
Hacks, con un modelo de producción basado en suministrar una temporada cada año, se ha ganado el favor de la crítica y el respeto de los profesionales de la industria: acumula tres premios Emmy a la mejor actriz, dos por el guion, uno a la dirección y otro a la mejor serie de comedia, que precisamente se llevó por la última. El modelo de Netflix extendió la idea que las series debían ser cortas y, en cambio, Jean Smart y Hannah Einbinder volverán con una televisión que las recibirá con los brazos abiertos.
Hacks, que conste, no es la única serie que, temporada a temporada, deja en evidencia al resto de la ficción televisiva. Solo asesinatos en el edificio, que se encuentra rodando la quinta temporada en Nueva York, está previsto que emita temporada por quinto año consecutivo. Por la cuarta, de hecho, se llevó la mayor distinción hasta la fecha: el premio SAG, entregado por el sindicato de actores, al mejor reparto de comedia, y otra estatuilla para Martin Short por la mejor interpretación masculina en este género.

La serie producida por Short con Steve Martin y Selena Gomez, además, puede tener una factura técnica parcialmente sencilla (tiene localizaciones recurrentes y mucho plató) pero consigue tener uno de los repartos más despampanantes de la televisión. Para papeles episódicos, recurrentes o secundarios, acumula talentos como Meryl Streep, Shirley MacLaine, Eugene Levy, Eva Longoria, Molly Shannon, Paul Rudd o Melissa McCarthy.
Y, con The Bear rematando este trío de producciones de media hora con la capacidad de estrenar temporadas cada año que generan conversación tanto entre la crítica como entre el público (porque las tres son éxitos de audiencia en sus respectivas plataformas), tenemos un secreto a voces: incluso fuera de la televisión convencional, donde predominan las series de casos y las sitcoms, se pueden hacer y ofrecer episodios cada año.
Ya en un terreno de 45 minutos, tenemos un ejemplo como Slow Horses: en septiembre se llevó el Emmy al mejor guion dramático por la tercera temporada. Puede ser que solo produzca seis episodios por temporada pero, desde abril de 2022, ha estrenado cuatro temporadas: se permite parones de entre siete y once meses. ¿Y qué contribuye a que los episodios con Gary Oldman estén listos en tan poco tiempo? Que Apple TV+, consciente del rendimiento de la producción, hace un voto de confianza: antes de estrenar una temporada, ya ha pedido la siguiente al creador, el británico Will Smith.
Si tenemos en cuenta que el nivel de la factura técnica está bajando en general en televisión con cierto regreso a los orígenes (solo hay que ver, por ejemplo, el éxito de El agente nocturno o lo descafeinada que era la realización de la última aventura de Los Bridgerton), las plataformas tienen que ponerse las pilas: la televisión de calidad, la de verdad, tiene que poder ser una constante en la vida cultural del espectador y no una excepción a su rutina.

Como indicaron los guionistas en su última lucha sindical, quizá habría más agilidad y rendimiento si la industria no hubiera estado recortando en las condiciones laborales de estos creativos, impidiendo la formación de salas de guionistas tradicionales. No todo es una cuestión de dificultades de producción con títulos de alto presupuesto como Stranger things y La casa del dragón, o de encajar agendas, como debe ocurrir con The Morning Show, que Jennifer Aniston y Reese Witherspoon producen acorde con sus necesidades.
Y, con respecto a Netflix en particular, algo no funciona si series como Ginny y Georgia, Dulces Magnolias, Mi vida con los chicos Walter o El nuevo empleado tardan entre un año y medio y tres años en regresar. Si Hacks, Solo asesinatos en el edificio y Slow Horses pueden volver cada año con los textos más agudos de la televisión y una impecable vis cómica por parte de sus actores protagonistas, estas mediocridades de series tienen que poder cumplir con unos tiempos razonables.

