El episodio de comedia perfecto… existe
Imperdible
‘The Studio’ es la principal rival de ‘Hacks’ en su revalidación del título a la mejor comedia televisiva

Su presencia es disruptiva.

Matt Remick, el nuevo jefe del estudio Continental de Hollywood, asiste al rodaje de la última escena de la próxima película de Sarah Polley. La directora de Lejos de ella y Ellas hablan, para despedir la historia, tiene organizado un plano secuencia en una casa de diseño de Los Angeles. Tiene la presión añadida que quiere la luz de la última hora de la tarde y esto significa que tiene un intervalo de tiempo muy breve para rodar la escena con Greta Lee, de moda tras Vidas pasadas, como protagonista.
El productor considera que el plano secuencia es la unión perfecta entre el arte y la técnica y, tras haber leído el guion, quiere estar allí para lo que considera que puede ser un momento icónico. Él ama el cine. Sin embargo, en la agenda de Polley no hay tiempo para hacerle la pelota a Matt, salvo si es para pedirle una canción de los Rolling Stones que se le va de presupuesto, y la presencia del productor, a partir de sus exigencias y sugerencias, complica una grabación que estaba planificada al milímetro.

La escena descrita en estos dos párrafos iniciales pertenece a la serie The Studio de Apple TV+, la lujosa gamberrada que Seth Rogen ha escrito, dirigido, producido y protagonizado con Evan Goldberg, su socio habitual, y que se basa en anécdotas de sus amigos de Hollywood tras pasarlas por el filtro de la ficción. Estos días que en Estados Unidos hay cierto runrún sobre si este proyecto puede desbancar a Hacks en la categoría de mejor comedia en los premios Emmy, toca reivindicarlo: es el episodio de comedia perfecto.
Hay distintas capas de interés en el episodio titulado The Oner, el segundo de su primera temporada, pero una es que sus 25 minutos de duración están ejecutados como un plano secuencia. O sea, Rogen y Goldberg dirigen un plano secuencia de verdad sobre el rodaje de un plano secuencia falso de Polley mientras Goldberg, delante de las cámaras, reflexiona sobre este recurso audiovisual. No es el único momento meta y analítico del capítulo, que muestra la tensión entre lo artístico y lo industrial, con ese directivo ajeno (por conveniencia) al impacto que tiene en el set.

Si solo entrase en el chiste sobre la industria, The Studio tendría un buen capítulo pero difícilmente el mejor. Demasiadas veces hemos caído en la trampa de venerar lo meta por encima de todas las cosas, y el chiste para entendidos por encima del buen chiste a secas, dándonos como resultado una comedia televisiva que renuncia a las risas en beneficio de las sonrisas intelectuales.
La gracia, aquí, es cómo la tensión cómica se acumula; cómo los actores, ya sea Seth Rogen, Greta Lee o Sarah Polley haciendo de ellas mismas, o Catherine O’Hara como productora ejecutiva de la cinta, suben el volumen de sus interpretaciones; cómo el gag, de forma cristalina a posteriori, se estructura meticulosamente en el guion a partir de una sola situación; y, sobre todo, cómo los responsables logran hacer estallar toda esa tensión cómica al final con el dominio de artificieros detonando una bomba.

Es posible que (salvando las distancias de público, de temática, de estilo) no viéramos una apuesta de o todo o nada tan exitosa en comedia (pura y dura) desde que se emitieron las temporadas más inspiradas de Modern Family. Que nadie me malinterprete. Hemos tenido grandes comedias: Solo asesinatos en el edificio, Hacks o Impostura son solo algunos ejemplos destacados del último año. Pero no todas compiten en esta categoría: la de estructurar entregas alrededor de situaciones para ir acumulando capital cómico hasta desencadenar un gag final antológico (y Modern Family solo lo hacía de vez en cuando).
Es una apuesta arriesgadísima que, en el caso de The Studio, posiblemente nos ha dado el mejor episodio de comedia del último año.