Nacho Vigalondo: “Hay algo más feo que no ser libre: serlo y que no se note. Y en 'Superestar' se nota”
Entrevista
El cineasta es el creador y director de 'Superestar', la nueva serie de Netflix inspirada en la figura de Yurena, anteriormente conocida como Tamara, que impacto en la cultura pop española a principios de los 2000

Nacho Vigalondo

Nacho Vigalondo recibió un día la llamada de Javier Calvo y Javier Ambrossi para que se pusiera al frente de Superestar , la serie que producen para Netflix inspirada en la figura de Yurena (anteriormente conocida como Tamara), un icono pop que dio origen al llamado “tamarismo”. El fenómeno transformó el concepto de fama, televisión y música en la España de principios de los 2000 y dio popularidad a personajes como Margarita Seisdedos (la madre de Yurena), Leonardo Dantés, Paco Porras, Tony Genil, Loly Álvarez o Arlekín.
La serie sorprende por su tono: muchos podrían esperar una comedia paródica, pero se acerca más bien a un drama emocional.
Confieso que siento esta serie tan mía como cualquiera de mis películas. No he hecho una adaptación para ajustarme al medio televisivo; no he intentado convertirme en una versión más funcional de mí mismo. Eso sí lo he hecho en otras series en las que he dirigido capítulos sin ser el autor, como El vecino o Justo antes de Cristo . Pero en Superestar he tenido responsabilidad creativa total y he actuado como cuando hago mis cortos o mis pelis: desde la sinceridad. Para mí, una obra personal no puede excluir emociones. En la vida no dejamos ninguna emoción en la puerta: hay comedia, oscuridad, fiesta, tristeza, depresión. Me parece raro ver películas con vocación autobiográfica donde todo el mundo mantiene el rostro serio. La vida no es así.
Aunque la serie se basa en hechos reales, también introduce elementos fantásticos.
Cada episodio incluye al menos un elemento que no podría darse en la vida real. Desde personas duplicadas hasta ladrillos que desaparecen de un bolso o trajes malditos. Eso nos libera de la necesidad de ser fieles a los hechos, de cargar con el peso del documental o de representar “la verdad”. Al quitarnos esa responsabilidad, ganamos en poesía. Y también está ese placer de jugar con el espectador para que descubra que historias son reales y cuales son inventadas.
“Ver la serie con Yurena, cogidos de la mano y con lágrimas incluidas, ha sido uno de los momentos más bonitos de toda esta experiencia”
Más que una serie biográfica al uso, ¿diría que es una reimaginación del tamarismo?
Si. Y quiero dar las gracias por la libertad que he tenido por parte de los Javis y de Netflix. Todo el equipo ha hecho un esfuerzo honesto por aprovechar esa libertad, y eso se nota. A estas alturas, tengo claro que hay algo más feo que no ser libre: serlo y que no se note. Aquí se nota.
En cuanto al elenco, se ha logrado un parecido físico evidente. ¿También se ha buscado en la interpretación?
Yo separo claramente el aspecto físico de la interpretación. En esta serie se ha trabajado mucho para que el parecido visual fuera convincente, pero en ningún momento pedimos a los actores que imitaran con exactitud. La imitación es una disciplina distinta de la actuación. Imitar perfectamente a alguien es algo que me fascina, pero el actor debe invocar, no reproducir. Aquí hemos buscado más una evocación que una réplica.
¿En qué medida ha participado Yurena en la serie?
Ella no ha colaborado activamente en la serie. Consideramos que mantener cierta distancia era lo mejor, para que los personajes respiraran y la historia se contara con libertad.
¿Yurena ha visto la serie?
Sí. Yo sentía la responsabilidad de ver la serie con ella. Yo he hecho esta obra con cariño, intentando humanizar y no caricaturizar, pero si ella se hubiera sentido mal con algo, habría tenido todo el derecho. Por ejemplo, el ladrillo -un insulto que su madre recibió durante años- lo reconvertimos en un símbolo positivo. Pero ella podía haber interpretado lo contrario. Al final, verla emocionarse, compartir el visionado, incluso cogidos de la mano, fue uno de los momentos más bonitos de toda esta experiencia. Hubo muchas lágrimas, también por mi parte.
¿La serie, como dice Yurena, “hace justicia” a su figura?
Yo diría que hace más una justicia poética que tradicional. A Yurena le gusta cómo la serie ha situado a cada uno. Y no solo lo dice por Superestar , sino también por el documental que acompaña a la serie
Por cierto, ¿cómo definiría usted el tamarismo?
Fue un fenómeno único que durante un par de años puso en el centro de la fama a personas que no cumplían los cánones habituales: ni jóvenes, ni guapos al uso, ni fácilmente sexualizables, ni con capital económico o social para comprarse la fama. Es más fácil explicar lo que no eran que lo que eran.
¿Crees que el tamarismo, y por extensión Superestar, puede entenderse fuera de España?
Ese complejo de inferioridad lo tenemos muy interiorizado. Nos preguntamos si lo nuestro se entenderá fuera, pero no hacemos la misma pregunta cuando vemos ficciones norteamericanas, japonesas o alemanas. Celebramos lo ajeno sin esfuerzo, pero dudamos de lo propio. Yo mismo me hice esa pregunta durante el proceso. Yo celebro las historias localistas porque además estamos en una época en la que se produce más que nunca pero las idiosincrasias de cada país cada vez están más diluidas.