Crítica de 'Pubertat': Leticia Dolera explora una agresión sexual con valentía y empatía
De HBO Max
La actriz y creadora utiliza una 'colla castellera' como metáfora: tiene los defectos de la sociedad pero también se potencial y virtud colectiva

'Pubertat' es una coproducción de HBO Max, que la estrena el miércoles, y 3Cat, que la emitirá más adelante.

En el pueblo de Pubertat, que HBO Max estrena este miércoles, hay un secreto a voces. Algo pasó durante la verbena. En la colla castellera se dice, se rumorea, se comenta que una chica sufrió una agresión sexual. Nadie sabe quién es la presunta víctima ni quiénes son los presuntos agresores. Nadie aclara cuáles fueron los hechos. En un principio no consta que se haya presentado una denuncia a las autoridades o a los jefes de la agrupación.
De repente, después de una reunión en la que los murmullos hacen acto de presencia, una integrante de la colla pone nombres y apellidos a los supuestos autores del delito en una publicación en redes sociales. Son menores. Es como una bomba de racimo que altera el equilibrio de ese microcosmos y que pone contra las cuerdas a los miembros de la comunidad por la necesidad de descubrir la verdad y también por el instinto egoísta de defender la reputación de los suyos.

Aparte de afectar a los presuntos agresores, la publicación afecta a una periodista conocida por su activismo feminista (Dolera, entregada a la metaficción), que tiene problemas para aplicar su propia teoría cuando la acusación afecta a una persona cercana.
Leticia Dolera, en su segunda serie de televisión como creadora, se enfrenta a un desafío mayúsculo tanto por el tema a tratar como por su imagen pública a través de la que puede ser vista y analizada la obra y el personaje que se ha escrito. Si en Vida perfecta había ofrecido un sobresaliente retrato femenino y generacional con Aixa Villagrán y Celia Freijeiro de aliadas interpretativas, en Pubertat quiere abordar una agresión sexual desde las dudas y los grises que pueden aparecer durante todo el proceso.
Se retrata la idiosincrasia de la colla castellera con actores como Biel Duran, Betsy Túrnez en modo robaescenas, Xavi Sáez, Lluís Marco y Anna Alarcón, y la educación con la que se han criado los personajes adolescentes interpretados por unos jovencísimos Bruno Bistuer, Nael Gamell, Ot Serra y Aina Martínez, o Carla Quílez. Hay respeto en la representación del mundo casteller: se utiliza la tradición como metáfora de la sociedad y, en consecuencia, tiene los mismos defectos, virtudes y potencial que el mundo que lo rodea.
La historia se construye a partir de retazos y puntos de vista no solo para mantener el misterio sino para obligar al espectador a entender todas las piezas antes de sacar una conclusión. Dolera, perspicaz, considera que la empatía por los personajes es la clave para entender el conflicto. Va más allá del eslogan online y de la ostentación de la moral para enfrentarse a las contradicciones del ser humano y la dificultad de crecer en un presente donde la toxicidad llega a los jóvenes por tierra, mar y aire, incluso en el entorno más apacible.
La decisión de elegir a los actores de la edad para los personajes adolescentes es un acierto por la forma en la que el ojo adulto puede verlos desde la inocencia, la condescendencia o la incredulidad. Y, con un enfoque íntimo, utiliza el hecho concreto para hablar de un todo patriarcal (mamado, compartido y legado) hasta llegar a una catarsis al concluir la temporada.

Pubertat tiene una tesis, sí, pero Dolera no permite que esté por encima de la historia o de los personajes. Van de la mano.
