‘La suerte. Una serie de casualidades’, cuando el realismo desemboca en comedia
Estreno
Un torero y un taxista interpretados por Ricardo Gómez y Óscar Jaenada encarnan dos mundos opuestos en la nueva serie de Disney+

Ricardo Gómez y Óscar Jaenada en una imagen de la serie

“En España, cuando intentamos ser realistas, acabamos haciendo comedia”. La frase es de Paco Plaza y no solo define el espíritu de La suerte. Una serie de casualidades , su nueva serie codirigida con Pablo Guerrero, sino que también es una declaración de principios sobre la manera en que la sociedad y la cultura española interpreta la vida. Porque si hay algo que La suerte refleja con nitidez es esa mirada entre fascinada y perpleja con la que los propios creadores se asoman a un universo que, para ellos, resulta tan cercano como ajeno: el mundo del toreo.
La serie de Disney+ nace de una vivencia inesperada: una noche, Plaza y Guerrero acabaron en la habitación de hotel de un torero, en medio de una fiesta. “Fue como entrar en una atmósfera de gravedad cero”, recuerda Plaza. Aquella experiencia marcó el punto de partida de una idea que tardó cinco años en desarrollarse y que, más que sobre toros, habla sobre amistad, tolerancia y prejuicios.
En el centro de la historia está David (Ricardo Gómez), un taxista tímido, urbanita y antitaurino, que por un giro del destino termina convirtiéndose en el chófer de un torero en gira. Ese torero es el Maestro (Óscar Jaenada), una figura extravagante y carismática que regresa a los ruedos para recuperar el brillo perdido. La premisa se convierte en un viaje literal y emocional que recorre España mientras confronta dos mundos opuestos: lo moderno y lo tradicional, lo urbano y lo rural, la vida normal y la que se juega en la arena.
“Es una serie que habla de vencer prejuicios, y de cómo no necesitas entender a alguien para respetarle. Incluso, para llegar a quererle”, explica Plaza. Esa tensión entre polos opuestos es lo que sostiene la trama y da pie a la evolución de los personajes. Guerrero añade: “La tolerancia fue el proceso que vivimos nosotros mismos al sumergirnos en ese mundo. Empezamos con prejuicios y acabamos fascinados”.
Lejos de hacer una sátira o un juicio moral, La suerte opta por mirar de frente ese universo insólito. El mundo del torero, afirman sus creadores, es un ecosistema encapsulado, que se rige por valores y códigos distintos a los de la sociedad contemporánea. “Es un mundo fuera del tiempo”, dice Plaza, “pero también profundamente humano”. Por eso, tanto él como Guerrero insisten en que han tratado ese universo con el máximo respeto, alejándose de la caricatura para buscar la humanidad que hay detrás del artificio.
Ese enfoque ha marcado también el trabajo con los actores. Jaenada, que encarna al Maestro, se preparó conviviendo con el torero Alejandro Talavante, quien le ayudó a entender la lógica de un mundo del que sabía poco. “Me llevó a hacer cosas que solo se entienden si vives con un torero”, confesó el actor en San Sebastián. El resultado es una interpretación que, según los directores, logra convertir la extravagancia en algo natural.
Por su parte, Ricardo Gómez se enfrenta al reto de un personaje que es, en esencia, el punto de vista del espectador. “Todo pasa a través de sus ojos”, apunta Guerrero. Su contención y mirada silenciosa construyen un arco emocional que da equilibrio a la serie.
El objetivo, en palabras de sus directores es claro: entretener, provocar conversación y, si se da el caso, invitar a replantear ciertos prejuicios. “Las buenas películas tienen sobremesas largas”, concluye Guerrero.
