¿Cómo puede ser que nadie haya traído esta serie de asesinatos navideños?
Mistletoe Murders
Con la cantidad de películas malas que las plataformas compran a Hallmark, alguien podría haber estrenado esta serie que es medio decente

Sarah Drew, conocida gracias a Everwood y Anatomía de Grey.

El canal Hallmark, hasta que Netflix se puso a producir películas malas con Alicia Silverstone, Lindsay Lohan o Brooke Shields, tenía prácticamente el monopolio de la Navidad en televisión. En 2022, incluso con los competidores apretando, llegó a producir 40 películas de bajo presupuesto para emitir entre octubre y diciembre y, como Mariah Carey en la música, adueñarse de las fiestas.
En su programación llena de morralla, que incluía Historias de Chesapeake (que en su momento ya dijimos que era una serie apta para nazis), desde el año pasado hay una curiosidad: una serie que mezcla los asesinatos entrañables con la Navidad. Cómo puede ser que, con la cantidad de compradores que tiene Hallmark en España y la afición que hay por este subgénero llamado cozy crime, nadie haya decidido estrenar esta genialidad de la mediocridad.

Mistletoe Murders (o sea, Los asesinatos del muérdago) se ambienta, cómo no, en un pueblecito entrañable del interior de Estados Unidos llamado Fletcher’s Grove. Emily Lane, una recién llegada al pueblo, consideró que era el sitio perfecto para abrir una tienda de decoración de Navidad que está abierta todo el año. Los vecinos piensan que es una mujer adorable, soltera, con dos gatos y la Navidad como vocación, pero en sus ratos libres se dedica a investigar los asesinatos que tienen lugar en el pueblo.
Como manda la escuela televisiva de Se ha escrito un crimen, existen pueblos con amnesia selectiva donde los vecinos se comportan como si todo fuera fenomenal a pesar de que puede haber un asesinato a sangre fría cada semana. En el caso de Emily, su habilidad para investigar tiene explicación: esconde un misterioso pasado y, de hecho, nadie conoce su verdadera identidad. Esto supone un problema en su flirteo incesante con Sam Wilner, el atractivo sheriff del pueblo con una hija adolescente que trabaja en su tienda.
Sarah Drew, que se dio a conocer en Everwood y se pasó casi una década en Anatomía de Grey, interpreta a la enigmática protagonista, que el 99% del tiempo aparenta no haber roto nunca ningún plato y el 1% restante busca en el ordenador a un hacker que la quiere matar. Y, entre coros de villancicos, escenas en las que se decoran árboles y una nieve omnipresente, mueren pobres pueblerinos: uno en la granja de abetos, otro tras caerle un trineo de Santa Claus en la cabeza.
Estos Mistletoe Murders, que conste, se puede ver de dos formas. Si uno quiere compararla con la buena ficción que tenemos en la televisión, le podemos recriminar que es mala, con una trama de misterio del todo inverosímil, con unas investigaciones de andar por casa. Pero, si la situamos dentro de los parámetros de “bazofia que se produce para la Navidad”, es casi una buena serie que merece ser apartada de este subgrupo.
Mientras Hallmark hace películas profundamente insulsas, con escenarios de cartón y tramas insultantemente previsibles, aquí los personajes no parecen tener ninguna limitación mental, ni tampoco hay moralejas metidas con calzador. En cierto modo, se podría decir que es un cozy crime decente. Esto hace que sea todavía más doloroso que, mientras vemos cosas como Una navidad ex-cepcional o Un robo muy navideño, nadie nos haya traído esta taza de chocolate caliente hecha serie. Puestos a ver basura, que sea digerible.
