'Ciudad de sombras', una última serie para despedir a Verónica Echegui
Estreno
Es un thriller de seis episodios que protagonizó con Isak Férriz
Tiene seis episodios.
Un empresario es asesinado en Barcelona. El autor no es discreto. Se encuentran el cadáver calcinado atado en un balcón de La Pedrera, el emblemático edificio de Antoni Gaudí, como exhibición de crueldad. El crimen parece un mensaje que los Mossos d’Esquadra todavía no consiguen descifrar. Hablamos de Ciudad de sombras, la última serie de asesinatos de Netflix, que posiblemente será recordada como la última ficción de Verónica Echegui, que murió el pasado 24 de agosto a los 42 años por un cáncer de útero.
La actriz nacida en Madrid interpretó a la subinspectora Rebeca Garrido de la policía española, que colabora con el inspector Milo Malart (Isak Férriz). Él es un elemento problemático del cuerpo: tiene un carácter volátil desde que su sobrino, con problemas de salud mental, se suicidó. Pero Garrido, en lugar de dejarse influenciar por el resto de agentes de la comisaría, prefiere sacar sus propias conclusiones y tiene claro que, a pesar de la actitud defensiva y hostil de Malart, tiene un buen olfato para llevar el caso.
Garrido y Malart, de hecho, son los primeros que sospechan que no se trata de un caso aislado. Como encuentran una G de Gaudí pintada en paseo de Gracia, tienen la teoría que se encuentran ante un asesino o unos asesinos en serie, y que volverá a actuar, posiblemente en otra obra de Gaudí. La Casa Vicens, el Palau Güell, el Parc Güell, la Sagrada Família, el Col·legi de les Teresianes o la Casa Batlló son posibles escenarios para las siguientes incineraciones y, por suerte, tiene la confianza de la jueza de instrucción (Ana Wagener).
Jorge Torregrossa, quien ya dirigió la sobresaliente Intimidad o la mediática El cuerpo en llamas para Netflix, firma un thriller convencional a partir de la primera novela de Aro Sáinz de la Maza, que escribió la tetralogía literaria de Milo Malart. Es, para que nos entendamos, para quienes disfrutaron recientemente de El cuco de cristal o para quienes quieran ver Barcelona. Pocas veces se ha visto una serie con tantas ganas de mostrar la ciudad, omnipresente, sin necesidad de mostrar una postal. Como curiosidad, incluso se intercalan imágenes de archivo en el montaje que permiten contrastar la transformación a causa de los Juegos Olímpicos de 1992.
Y, a pesar de lo predecible de la dinámica policial, Echegui mostró por última vez su capacidad de adaptación al proyecto. Si en la serie A muerte estrenada en febrero hizo gala de su vis cómica, con una interpretación de comedia que requería carisma, aquí trabajó desde la contención y la observación, sin dejar que esta actitud la lleve a la invisibilidad. Era presencia, era un arrebato de talento en el que el público siempre podía confiar.