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DeBardeleben, de falsificador a sádico sexual: “Quiero que me digas que te fascina el dolor”

Las caras del mal

Una investigación del Servicio Secreto por la distribución de billetes falsos en centros comerciales destapó los crímenes de un despiadado asesino en serie

DeBardeleben, de falsificador a sádico sexual: “Quiero que me digas que te fascina el dolor”

LVD

Laurie regresaba a casa caminando del trabajo cuando un individuo detuvo su coche junto a ella, le mostró una placa y se identificó como policía del condado, pese a ir vestido de paisano. Acto seguido, se bajó del vehículo y la arrestó. Sin embargo, no se trataba de una detención al uso. El supuesto agente la trasladó hasta una vivienda particular, donde la esposó de pies y manos y le tapó la boca con cinta adhesiva.

La joven fue violada de forma sistemática, forzada a practicar sexo oral a su agresor y a masturbarse con un consolador de dimensiones considerables. Además, el tipo la obligó a que lo llamara “papá” mientras grababa y fotografiaba todo el suplicio. Tres días después, la dejó libre. Según él, solo quería desquitarse porque su exmujer le había jugado una mala pasada. Otras víctimas no sobrevivieron para contarlo.

Sus traumas

James Mitchell ‘Mike’ DeBardeleben Jr. Nació el 20 de marzo de 1940 en Little Rock, la ciudad más poblada del estado norteamericano de Arkansas, en el seno de una familia de militares. Su padre era teniente del Ejército de los Estados Unidos, participó en el ataque a Pearl Harbor y tenían que mudarse con frecuencia. 

Los Debardeleben vivieron en Washington, Austin y Kentucky, también en Frankfurt (Alemania), La Haya (Países Bajos), hasta que finalmente se asentaron en Albany (Nueva York).

Mike DeBardeleben, de joven

Getty

El hogar de Mike –era el mediano de tres hermanos- siempre fue inestable, tanto físicamente por las numerosas mudanzas, como también emocionalmente por los problemas de alcohol y violencia de sus progenitores.

Nuestro protagonista sufrió todo tipo de abusos y negligencias. Respecto a su padre, el hombre lo maltrataba verbalmente, pero también físicamente. En una ocasión, llegó a sujetarle la cabeza bajo el agua dentro de una bañera porque, según él, no cumplía con las normas. 

Ficha policial de Mike DeBardeleben

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En cuanto a su madre, la mujer tenía un importante problema con la bebida. Se pasaba el día borracha y desatendía a sus tres hijos. De ahí que su hermana pequeña ejerciera de hermana mayor y le cuidase. Esto generó en él una profunda desazón y odio hacia su madre y, con el tiempo, hacia las mujeres en general. Para él todas eran unas “putas” y unas “zorras”.

Para más inri, el matrimonio no ocultaba que tenían relaciones extramatrimoniales y amantes por doquier o que seguían juntos por los niños. En aquella casa faltaba de todo, pero sobre todo amor.

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Aquella situación influyó sobremanera en el pequeño, que prefería estar solo y aislado a tener amigos. Ya en la adolescencia, Mike tenía un comportamiento antisocial, agresivo y violento hacia su entorno más cercano. A sus dieciséis años, por ejemplo, Mike golpeó a su madre y la amenazó con un hacha, compró dos pistolas y munición y, días más tarde, fue detenido por tenencia ilícita de armas.

Tras su expulsión del instituto, Mike siguió los pasos de su padre y su hermano pequeño alistándose en el ejército. Más concretamente, en la Fuerza Aérea, pero no duró ni un año. Le hicieron un consejo de guerra por alteración del orden público y estuvo dos meses en prisión. Un año después, fue expulsado del cuerpo y se trasladó a Texas.

Mike DeBardeleben en otra de sus detenciones

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Su vida sentimental fue igualmente desastrosa por el trato denigrante que infligía a sus esposas: pasó por cinco matrimonios en veinte años y tuvo tres hijas. Mike intimidaba y torturaba a sus mujeres, las sometía a prácticas bondage y sadomasoquistas, las fotografiaba, se travestía con ropa femenina y consumía alcohol y marihuana para dar rienda suelta a sus fantasías.

Una de sus obsesiones era construir una casa de tortura. “¡Necesitaré compartimentos secretos escondidos dentro de la casa… también una rea de diversión – un área secreta de diversión- que incluya una jaula para que pueda tener a una víctima femenina encerrada!”, escribió en uno de sus diarios.

Billetes falsos

La carrera criminal de Mike se divide en dos ámbitos completamente distintos: la estafa y los asesinatos. Como falsificador llegó a fabricar billetes falsos de 20 dólares, que posteriormente colaba en centros comerciales de distintos estados durante los años setenta. Y todo lo hacía ante los ojos de las autoridades gracias a su tapadera, The Naked Eye, un estudio fotográfico del que fue propietario en Washington.

Mike obtuvo tres condenas, la última en 1976, por un delito de estafa. Estuvo dos años en prisión y, al salir, continuó con la falsificación de billetes. Fabricó 165.000 dólares en billetes de veinte y los distribuyó en 65 ciudades de más de 40 estados. Así fue cómo el Servicio Secreto encontró un patrón geográfico y, a lo largo de cuatro años, buscó al bautizado como The Mall Passer (El transeúnte del centro comercial).

Las múltiples identidades de Mike DeBardeleben

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Durante aquellos viajes para colar billetes falsos en establecimientos públicos de todo el país, Mike dio rienda suelta a sus fantasías más perversas y pasó a convertirse en uno de los depredadores sexuales y asesinos en serie más crueles y escurridizos para las autoridades.

El falsificador perpetró decenas de asesinatos, muchos de ellos todavía sin resolver, utilizando hasta 26 alias distintos. Seguía un modus operandi muy concreto: secuestraba a mujeres haciéndose pasar por un agente de policía, para ello utilizaba identificaciones falsas y luces de emergencia, las llevaba a su casa y allí las torturaba y vejaba sexualmente con prácticas sumisas y sadomasoquistas hasta matarlas por estrangulamiento.

Pruebas incautadas durante el registro de la casa de Mike DeBardeleben

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Mike practicaba el travestismo, al intercambiar su ropa con la de la propia víctima para sentirse como una de ellas; disfrutaba presenciando el sufrimiento de las mujeres raptadas, algo indispensable para conseguir la excitación; y grababa cada una de las sesiones de tortura, como si fuesen un trofeo, para después visualizarlas en la intimidad.

La detención de este sádico se produjo el 25 de mayo de 1983 después de que el Servicio Secreto lograse localizarlo en una zona comercial de Maryville (Tennessee) tras colar billetes de 20 dólares falsos a varias tiendas. Durante el registro de su propiedad, los federales hallaron el arsenal utilizado para falsificar billetes, pero también pruebas de sus delitos sexuales.

Cintas y torturas

Entre los artículos encontrados había ropa de mujer ensangrentada, pistolas y cuchillos, esposas, placas de policía y sirenas, fotografías y vídeos con sesiones de tortura, cintas con su voz donde fantaseaba con torturar mujeres y “numerosas notas escritas a mano” en las que detallaba su modus operandi y su odio acérrimo hacia las mujeres. Según Roy Hazelwood, perfilador del FBI, “DeBardeleben fue el sádico sexual mejor documentado desde el Marqués de Sade”.

Una de las notas escritas por Mike DeBardeleben sobre cómo matar a sus víctimas

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En una de las grabaciones requisadas, Mike grabó la tortura de una víctima mientras quemaba su espalda con un cigarrillo: “Describe el dolor, ¿cómo te duele? ¿Exactamente cómo duele? Quiero que me digas que te fascina el dolor”. La identidad de la joven era Laurie Jensen, de 20 años, desaparecida el 6 de enero de 1979.

En febrero de 1984, Mike DeBardeleben fue condenado por distintos tribunales por falsificación de billetes y estafa, pero también por el secuestro, la violación y el asesinato de varias víctimas. 

La prensa publica sobre los crímenes de Mike DeBardeleben por todo el país

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Durante las vistas, el sádico sexual defendió su inocencia y evitó alardear de sus fechorías. Sin embargo, de nada le sirvió. Las pruebas eran contundentes y obtuvo una pena total de 375 años de prisión.

Los siguientes años, el preso presentó varios recursos de apelación para revocar su sentencia basándose en la supuesta ilegalidad de los registros y, por tanto, en la incautación irregular de las pruebas más importantes. El Tribunal de Apelaciones lo desestimó todo. Mike falleció a causa de una neumonía el 26 de enero de 2011. Tenía 70 años.