Detenida la mujer del servicio de limpieza de varias comisarías de los Mossos en Barcelona

Investigación abierta

La sospechosa, sin antecedentes, guardaba en un cajón de su casa abundante material policial que robó de las taquillas de los vestuarios de Badalona y Sant Adrià de Besòs

Comisaría de los Mossos en Sant Adrià del Besòs

Exterior de la comisaría de los Mossos d'Esquadra de Sant Adrià del Besòs

Archivo

La sospechas empezaron a primeros de julio. Tras la cena de arranque de verano de un grupo de mossos de seguridad ciudadana de Badalona, uno se percató que le habían desaparecido de su taquilla personal de los vestuarios de Badalona unas cuantas cosas importantes de las que no tenía ninguna duda de que había dejado allí antes de salir: la placa, el tip y unos cien euros en billetes pequeños. Si estaba el DNI y el carnet de conducir, que también los había dejado.

Los investigadores localizaron en su casa prendas del uniforme, fundas de pistola, placas... 

Su extrañeza verbalizada en voz alta alertó a otro compañero que dijo algo parecido a esto: “No me digas, pues yo hace días que no encuentro mi placa y creí que la había perdido”. Y así varios de esa comisaría y también de las vecinas dependencias policiales de Sant Adrià de Besòs.

¿Qué había en común entre los dos edificios con acceso a la zona reservada de los vestuarios? Una mujer de 55 años, vecina de toda la vida de Badalona de un barrio en el que creció con alguno de los policías con los que coincidía en comisaría a los que trataba con muchísimo afecto, y y que desde junio estaba realizando una suplencia en el servicio de la limpieza. La sospechosa fue detenida este miércoles en la comisaría de Sant Adrià, donde admitió todos los robos y aseguró, derrumbada, que no sabía por qué lo hacía.

La historia no deja de ser muy triste, más allá de la particularidad del escenario de los sucesivos robos que durante los meses que trabajó fue realizando. Empezó de manera escalonada, accediendo a las taquillas que estaban abiertas, y con el tiempo, las sustracciones se fueron repitiendo con una asiduidad prácticamente diaria, llegando incluso a forzar algunas cerradas. La mujer no solo admitió todos los robos, tras ser detenida, sino que indicó a los investigadores donde se encontraba el botín. Con su autorización, accedieron tras el arresto a su casa y en un cajón guardaba placas auténticas, otras que son réplicas y que utilizan en ocasiones los policías de paisano, gorras, alguna defensa extensible, fundas de armas, insignias, pantalones, camisas y otras prendas de la uniformidad oficial... No revendió ni uno solo. Solo se los llevaba y los guardaba. Sustrajo en el vestuario masculino y en el femenino.

Las sospechas sobre la mujer no tardaron en cuadrar. Pero había que demostrarlo. La semana pasada se acordó, con el visto bueno de los usuarios de las dependencias, instalar cámaras en los vestidores de la comisaría de Sant Adrià. Las imágenes eran incuestionables. La sospechosa aparece accediendo a las taquillas y registrando el interior. Solo en esas dos jornadas en las que fue grabada, la después detenida accedió a más de una docena de armarios personales de los policías.

El miércoles, al terminar su turno de trabajo, los policías que se habían encargado de la investigación, la invitaron a entrar en un despacho y le comunicaron que sabía lo que había estado haciendo, que la tenían grabada y que debía devolver todo lo que se había llevado. La mujer se derrumbó y admitió sin rechistar. Su primera detención.

“Cómo se nota que estoy yo. Lo reluciente y limpio que lo dejo todo”, decía entre bromas y risas a los agentes. Y así era. Especialmente cuidadosa en sus tareas.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...