Observar una obra maestra en directo es una experiencia que puede dejarte sin palabras. Da igual cuántas fotografías hayas visto o las veces que te hayan hablado de ella, estar frente a una pieza como el David de Miguel Ángel en Florencia tiene un impacto que nada puede igualar.
La perfección de sus detalles, la majestuosidad de su presencia y esa sensación de conexión con la historia lo convierten en un momento inolvidable. Sin embargo, para el actor Pedro Alonso, esa experiencia no fue del todo satisfactoria por culpa de su enorme fama tras haber interpretado a Berlín en La Casa de Papel.
Ascenso meteórico
Efectos colaterales de participar en una de las series más exitosas
Como contó en Late Xou, era 2017 y la serie acababa de entrar al catálogo de Netflix. Aunque entonces la ficción era una más entre tantas, el destino le tenía preparado un salto meteórico a su elenco. En ese contexto, el intérprete decidió hacer un viaje por Italia, de sur a norte, para descubrir algunos de los lugares más emblemáticos del país. Su parada en Florencia fue como cualquier otra hasta que la tranquila admiración del David se vio interrumpida.
Mientras el actor se tomaba un momento para observar la famosa escultura, algo comenzó a suceder. “En un determinado momento, alguien que estaba haciendo una foto se da la vuelta, y luego otra persona, y de repente todo el mundo se está girando. Yo pensaba: ¿Qué está pasando aquí? Y sigo mirando al David porque no tenía ninguna referencia para entenderlo”, relató. Sin embargo, pronto descubrió que el centro de atención no era la obra maestra de Miguel Ángel, sino él mismo.
El fenómeno se extendió más allá de las salas del museo. En el chat del elenco, Úrsula Corberó compartía que varios coches la perseguían por París, mientras que Alba Flores narraba cómo tuvo que ser resguardada en una habitación privada del personal de un aeropuerto.
Pedro Alonso recuerda el impacto de Berlín
Así, lo que parecía un momento de fama pasajero se convirtió en un fenómeno imparable. En palabras de Alonso, “de la noche a la mañana, era una locura, y cada semana era más delirante". Para Alonso, esos días encapsulan una etapa de su vida que jamás imaginó vivir: pasar de ser un actor consolidado en España a ver cómo su rostro era conocido en todo el mundo.