A Belén Benito le gustan las presas. Y las depuradoras. Y las válvulas. Y, si puede ser, una buena tubería de agua a presión. Así se presentó en La Revuelta esta ingeniera de caminos, directora de Operaciones del Canal de Isabel II y probablemente la persona que más sabe de embalses en España. O como la bautizó David Broncano: “La señora Pantano”.
La visita de Benito no podía llegar en mejor momento. Tras meses de sequía y preocupación por el nivel de los embalses, marzo ha sido un regalo para el sector hídrico. Pero también un mes intenso, como ella misma confesó: “He estado fastidiada. Mucha tensión gestionando las presas. Hay que hacer un equilibrio con las predicciones meteorológicas, saber cuánto va a entrar y durante cuánto tiempo”.
La mujer que susurra a los embalses
La España del pantano (y del grifo)
Benito explicó con claridad cómo funciona la gestión del agua embalsada y por qué hay que vaciar parcialmente algunas presas en previsión de lluvias: “Así tenemos hueco para que si entra mucha agua desde los ríos, no haya desbordamientos aguas abajo”.
Y ojo al dato: en el Lozoya llegaron a entrar 715 metros cúbicos por segundo, “lo suficiente como para llenar una piscina olímpica cada cuatro segundos”. Pero de ese caudal solo salieron 75, gracias a una gestión milimétrica que evitó desastres. “No hubo chorrazo”, remató Benito, entre bromas y risas con Broncano, Grison y el resto del equipo.
Eso sí, lo que sí hubo fue un regalo especial para el presentador: un vaso de agua del grifo de Madrid, que Belén defendió con orgullo: “Es estupenda. Pero el agua de toda España es segura y buena”.
No al derroche
Belén Benito: “Cada gota cuenta”
Aunque el nivel de llenado de los embalses ronda ahora el 71 %, la experta lanza una advertencia: “No nos confiemos. Aunque ahora haya llovido mucho, hay que seguir ahorrando. Cada día hay que aprovechar todas las gotas posibles. Esa es la mentalidad que hay que cambiar”.
Su mensaje es claro y contundente: “Mi mensaje es que cada gota cuenta y que hay que pensar permanentemente en aprovechar esa gota. No nos pongamos a derrochar porque tengamos los embalses hasta arriba. Esa no es la forma.”
Con mucho sentido del humor y mucha más paciencia, Benito respondió a todas las preguntas de Broncano, desde cómo funciona una desaladora (“se empuja el agua de mar contra una membrana con bombas de alta presión”) hasta si se baña en sus pantanos (“no, no se puede, son para abastecimiento”). Y sí, también desmintió que la depuradora de Móstoles siga oliendo mal: “Eso sería tu habitación”, le dijo a Sergio Bezos.
Cuando el presentador intentó colarle la teoría de la “duchaja”, la directora se limitó a reír, poner cara de ingeniera seria y recordar que lo importante es ahorrar agua todos los días, sin confiarse porque haya llovido.
Las preguntas clásicas de Broncano
La sequía de Belén
Tras un buen rato hablando de presas, chorrazos y agua del grifo, tocaba lo inevitable: las preguntas clásicas. Dinero y sexo. Broncano sacó su libreta imaginaria y Belén, con más templanza que un embalse en calma, respondió sin despeinarse.
Sobre el dinero, dejó claro que no nada en millones: “No me cuesta llegar a final de mes, ni me preocupan los recibos de los primeros días. Pero dinero ahorrado como tal, no”. Y sobre el sexo, fue igual de clara: “Este mes, nada. Abriendo y cerrando válvulas, subiendo y bajando compuertas... no me ha dado tiempo de nada”.
La lluvia ha llenado los pantanos, pero le ha dejado a ella en sequía. Literal.
Antes de marcharse, Belén quiso enviar un saludo muy especial: “Quiero saludar al equipo de Canal de Isabel II, al equipo de presas, que ha estado todo el mes a tope”. Son 90 personas que gestionan, día a día, algo tan vital como invisible: el agua que sale de nuestro grifo.
Porque Belén Benito no es cantante, ni influencer, ni deportista de élite. Pero sin ella —y sin su gente— Madrid no bebería, no se ducharía… y ni siquiera podría tirar de la cadena. En tiempos de sequías, lluvias torrenciales y pantanos al límite, que existan personas como Belén es, sencillamente, una suerte. Aquí no hay postureo: hay ingeniería, vocación y mucha responsabilidad.

