Leiva recuerda su alergia mortal a los gatos y cómo casi muere por una mordedura: “Si me empano y no voy al médico, ahí me quedo”
‘La Revuelta’
El músico madrileño compartió una anécdota tan absurda como escatológica, que ha superado en lo grotesco a la ya mítica “paja triste” de Dani Rovira antes de su quimioterapia
Dani Rovira y su confesión más personal en 'La Revuelta': “La paja más triste que me he hecho en mi vida”
Con una foto desnudo, un dream team musical y una historia absurda pero real, Leiva dejó huella en 'La Revuelta'
Leiva no fue a La Revuelta a pasar desapercibido. Ni mucho menos. El músico madrileño, que acaba de lanzar su nuevo disco Gigante, se presentó en el plató de David Broncano con el desparpajo de siempre, pero con un arsenal que ni él mismo imaginaba que se desplegaría así: vacas, alergias mortales, recuerdos de peleas callejeras, tomates de huerto y una paja con picante que, como él mismo dijo, “no sirvió para nada… más que para quemarme la cola”.
Pero antes de que ardiera la historia, el programa arrancó entre bromas y aplausos. Broncano lo presentó como lo que es: una estrella, y Leiva no tardó en bromear sobre su pasado boxeador. “Tenía herramientas… balas de barrio. Morder un ojo, tragarlo”, dijo entre risas, recordando sus viejos trucos callejeros. Aunque aclaró que ahora ya no se pelea: “Afortunadamente entendí que tengo todas las de perder”.
Alergias, gatos y muerte inminente
Leiva: “Me dijeron que si seguía conviviendo con gatos me podía morir”
La charla giró pronto hacia sus múltiples alergias. Leiva confesó que sufre un grado 10 de alergia a los gatos: “Me dijeron que si seguía conviviendo con gatos me podía morir”. Se refería a los de su hermano Juancho, cantante de Sidecars, que a pesar de tener la misma alergia sigue con ellos gracias a una vacuna. “Es tan majete que aguanta”, dijo Leiva con humor.
También relató un episodio digno de urgencias médicas: una mordedura de gato en el “triángulo de la muerte” facial, justo antes de un viaje. “En seis días tenía la cara como Jesús Gil. Si me empano y no voy al médico, ahí me quedo”.
Entre anécdotas y carcajadas, apareció también el tema de los gatos serval, esos felinos exóticos que algunos tienen como mascota. “Es como un lince, más lince que gato. Quien tiene uno de esos en casa, honestamente, merece un ataque de serval”, soltó sin filtro.
Un poco de rabillo
La foto en pelotas que casi enseña el alma (y algo más)
Siguiendo la tradición que inició en su etapa en La Resistencia, Leiva regaló una nueva imagen para la colección: una foto suya completamente desnudo. Pero esta vez había “un poco de rabillo” asomando. “No quería, pero el logo del programa para tapar era o demasiado grande o demasiado pequeño. Si lo ponías pequeño… asomaba”, explicó entre risas.
La imagen generó un divertido debate: “Es como las mantas pequeñas, si te tapas la cabeza, se te ven los pies”, bromeó Ricardo Castella. Y Grison remató: “Es un reloj de sol interior”.
Lejos del ruido mediático, Leiva ha pasado el último año en su casa del campo. “He plantado piparras, zanahorias, lechugas, acelgas, tomates… Lo que mejor me ha salido es la acelga”. Aprendiendo a cultivar desde cero y repartiendo cestas entre sus vecinos, el músico incluso deja que un amigo meta vacas en su finca a cambio de huevos: “Me dejan el terreno como el césped del Metropolitano. Ya lo querría el Dream Team del Barça”.
Con humildad, confesó que algunas cosas no le han salido bien: “Probé alcachofas, pero no agarraron. Hace frío en mi pueblo”. Una vida tranquila que ha compaginado con la creación de su nuevo disco.
Entre las canciones de Gigante destaca “Caída libre”, un tema dedicado a un amigo con depresión y que ha contado con una colaboración que parecía imposible: Robe Iniesta. “Pensaba que iba a decir que no. Le cambié un par de cosas a la letra, le encantó y lo grabó. Es un tótem. En estos tiempos donde se sabe todo de todos, de Robe no se sabe nada”, confesó.
Preguntas clásicas
La paja que nadie vio venir
Y entonces, llegaron las preguntas clásicas. A la de “¿cuánto dinero tienes?”, Leiva respondió con elegancia: “La gente lo está pasando muy mal con la pasta. No voy a hablar de economía saneada aquí”.
Pero al hablar de sexo, saltó la bomba. Todo comenzó con una referencia a Dani Rovira y su famosa “paja triste” justo antes de una sesión de quimio. Leiva no dudó en competir: “Vi ese programa y pensé: yo tengo una paja más penosa. No triste, porque eso es jodido. Lo mío es ridículo, loser, vergonzosa”.
Y relató lo sucedido: durante una visita a casa de Carlos Tarque (M Clan), tras una comida, varias copas y un bote de picante extremo llamado Death, metió el dedo en el bote. “Me enfermé gravemente. Vómitos, fiebre, psicodelia, tembleques… Me taparon como a un pajarillo”.
A las tres de la mañana, en su habitación y con la idea de “cambiar de pantalla”, decidió hacerse una paja. Con la mano derecha. La del picante.
Fuego. Fuego. Rabo ardiendo. Me quemé la cola”
“Fuego. Fuego. Rabo ardiendo. Me quemé la cola”, explicó, provocando el delirio en el plató. “Lo terminé, pero estaba totalmente aderezado con un picor infrahumano. Una desgracia. Una paja horrible que no sirvió para nada”. Broncano lo resumió a su manera: “Pensábamos que nunca habría una paja peor que la de Dani Rovira. Ha venido Leiva y, mínimo, hay empate”.
Leiva cerró la noche como solo él sabe: “El polvo de los días raros” sonó con fuerza en el teatro como una actuación épica junto a un elenco coral formado por artistas como Dani Martín, Eva Amaral, Iván Ferreiro, Rubén Pozo o Travis Birds. Increíble.