Se encamina First Dates hacia su décimo aniversario con indesmayable atractivo y su millón de fidelísimos telespectadores. Este verano First Dates salta de Cuatro a Telecinco para reforzar la hora de la cena del canal de Mediaset: es talismán, infalible arma secreta de la tele. ¿Por qué? Porque es un programa de televisión completísimo, muy amena compañía mientras cenas.
Ves desfilar ante tus ojos a la humanidad en su pluralidad fascinante. Una mesa, dos personas. Una cita. La mesa como prefacio de la cama. Comer, emparejarse, aparearse (o pelearse). ¿No es acaso la historia de la humanidad?
Aprenderás más del ser humano y del mundo de hoy mirando una emisión de ‘First Dates’ que viendo cien telediarios
Claro que sí, encarnada aquí por una sucesión variopinta de personas mayores y jovencitos, heteros unos y otros homos, estos fluidos y aquellos trans: todo el pantone imaginable e inimaginable de las opciones sexuales sin salvedad. Y además asistes a toda la diversidad social, geográfica, cultural, racial, indumentaria, fisiognómica y dietética. Estás sin duda ante el más completo mapa antropológico de lo humano: ¡aprenderás mucho más del ser humano y del mundo en que vives si miras una emisión de First Dates que si miras cien telediarios!
Muchos comensales te parecerán directamente incomprensibles, extraterrestres, invenciones imposibles, actores intérpretes de aberraciones, ¡pero no lo son!: no necesitamos actores teniendo a mano a la humanidad real y moliente tal y como es, ¡acéptalo!
Es la hora de la cena y miras First Dates con tu pareja... y tú te identificarás con algún comensal y detestarás a otro... y a tu pareja le pasara lo mismo.., pero no siempre coincidiréis: ¡ah, interesante! ¡Hay debate! No entenderás porque unos dicen no a una segunda cita, ¡y no entenderás tampoco porque otros dicen sí! Habrás jugado en casa a predecir si querrán o no la segunda cita, y lo comentarás con tu pareja y te sorprenderás de vuestras curiosas discrepancias, ¿y no es eso muy bonito?
Y reirás cuando uno de los citados diga, tras la cena compartida: “¡No he sentido la chispa!”, frase más repetida, tan práctica. Yo solo me enfado cuando, a veces, al término de la cena –haya ido como haya ido–, el varón intenta no pagar su parte o –casi peor– intenta pagar la cena a medias, en vez de invitar a la dama con la que ha cenado, como es debido, caballero. ¿O es el fin de la civilización tal y como la habíamos conocido? ¡Me disculparéis! – @amelanovela