En plena batalla por las audiencias, hace escasos días, una reportera de Informativos Telecinco huía corriendo despavorida ante la proximidad de las llamas del devastador incendio que continúa arrasando los montes de León.
Una situación similar vivió Flavia Bertolini, quien entró en un ataque de pánico al relatar en directo cómo el fuego le estaba cortando el paso. “Perdona que te hable con este nerviosismo, porque los vecinos, además de ayudar a sofocar el fuego, han tenido también que ayudarnos a nosotros a salir”, se disculpó entre lágrimas la periodista, frente a la mirada atónita de aquellos pobres residentes y la de la presentadora Pepa Romero, quien desde el plató de Antena 3, instó a su compañera a que fuera menos intrépida.
Dos días más tarde, la cobertura circense de la catástrofe parecía no tener fin, siendo esta vez en Lugo donde se repetía la misma imagen grotesca, mientras una reportera del programa Fiesta era evacuada por la Guardia Civil.
Ante tal bochorno, era la periodista de TVE, Gemma Camacho, quien a través de sus redes sociales, evidenciaba con una sola frase la verdadera semilla del mal con respecto al dantesco espectáculo televisivo ofrecido por sus colegas.“Ya está bien, ya basta de peticiones para estar al límite”, escribía.

La reportera Noemí Bautista en León
Por una sociedad menos frívola y por el bien físico de muchos compañeros de profesión, me uno a esta denuncia y ruego a los lectores, que pulsen el botón rojo de su mando a distancia frente a este tipo de periodismo, que lejos de informar, solo está destinado a llenar el bolsillo de unos pocos desalmados. Ya lo dijo durante muchas noches de aquel famoso reality la sabia de Mercedes Milà: la audiencia siempre decide.